Después de 30 años de estudiar los sistemas de salud de todo el mundo, Julio Frenk Mora, exsecretario de Salud durante el gobierno de Vicente Fox y encargado de implementar el arranque del Seguro Popular, concluye: no es posible financiar los servicios de salud para todos los ciudadanos y menos con el presupuesto decreciente que cada año se le otorga a la Ssa.
En entrevista vía telefónica con EL UNIVERSAL, el presidente de la Universidad de Miami, en Estados Unidos, considera que la implementación del Insabi representa un retroceso de 40 años en el sistema de salud público mexicano, porque recentraliza en el gobierno federal la atención sanitaria, que ya ejercían los estados.
También le preocupa que a través del Insabi se le quitó la seguridad financiera que ya tenían personas sin seguridad social y que los 40 mil millones de pesos del Fondo contra Gastos Catastróficos se van a utilizar ahora para pagar nómina y gastos de operación, cuando con el Seguro Popular los recursos se dedicaban exclusivamente a la atención de pacientes.
¿Qué opina del Instituto de Salud para el Bienestar?
—Es un serio error cómo se ha planteado desde su concepción: un solo ente hace todas las funciones y lo realiza para todo el país. Es un modelo que prácticamente no existe en ningún otro lado del mundo, donde casi todos los temas de salud son plurales. Hacia eso apuntaba el sistema de salud mexicano.
Estamos haciendo un regreso al modelo que había en México en los años 70. Todas las evidencias internacionales apuntan a que ese modelo no existe porque se ha ido superando.
Además de la concepción, ¿qué otros problemas le encuentra?
—La planeación fue muy apresurada, se hizo sin datos ni un diagnóstico claro. No se sabe exactamente qué se pretende. La falta de planeación se ha expresado en la forma precipitada de ponerlo en marcha, sin un periodo de transición, lo que ha generado una enorme incertidumbre entre población, médicos y funcionarios.
¿Afectará en su operación la reducción de recursos en salud?
—En 2019 hubo un recorte en términos reales y para 2020 el presupuesto apenas ajusta. Se está planteando un sistema que cubre todo para todos, pero sin recursos. Para cumplir lo que se está prometiendo, el Insabi requeriría un presupuesto mayor que el del IMSS, cosa que no tiene, y no está claro si se lo van a aumentar a ese nivel. Con estas reducciones de recursos no hay forma de que esas metas tan amplias se vayan a cumplir.
Se ha argumentado que el Seguro Popular no funcionaba…
—Tenía muchos problemas que se podían corregir, porque ninguno era fatal. Se concibió para darle el mismo trato a quienes tienen seguridad social y a quienes no. En la Ley del Seguro Popular se puso la fórmula para garantizar el presupuesto del gobierno federal. De hecho copiamos el texto de la Ley del IMSS para que [esta parte] fuera exactamente homologada. Esto inexplicablemente se eliminó, lo cual es un suicidio presupuestal para la Secretaría de Salud. Ahora regresamos a cuando el presupuesto quedaba todo sujeto a la discrecionalidad del secretario de Hacienda, del Presidente, de lo que los legisladores negociaran.
¿Cuál era el siguiente paso para el Seguro Popular?
—Ya había un seguro público para asalariados, para trabajadores del Estado y para la gente que trabaja por cuenta propia o está desempleada. El siguiente paso era crear un fondo universal de salud, integrar los tres seguros, con el fin de que para la gente fuera todo igual en esta materia. Era el paso histórico que pudo haber dado esta administración; en cambio, le quitaron a la gente los derechos que tenía.
¿Cuál es el impacto en los usuarios del servicio de salud?
—Históricamente se cubrían primer y segundo niveles, pero con las enfermedades que tenemos y que son cada vez más frecuentes (cáncer, problemas del corazón, cuidados intensivos neonatales, diabetes) se están generando gastos catastróficos para las familias.
Una de las grandes innovaciones y de las mejores cosas del Seguro Popular es que por primera vez creó un fondo especial para la atención médica de alta especialidad, lo que se hizo con cuidadosísimos estudios actuariales. En el Fondo de Protección contra Gastos Catastróficos cada año se iba poniendo 8% de todos los recursos del sistema como un fondo de reserva.
Se ha dicho que ni era seguro ni era popular, ¿qué opina?
—Es falso. El fondo permitía enfrentar las contingencias y una enorme cantidad de intervenciones de muy alto costo. Ese fondo lo desaparecen, le quitan la mitad y lo destinan para el pago de plazas, o sea gasto corriente, y con esto prácticamente desfinancian la atención de tercer nivel. Con ello, lo único que les queda ahora es cobrar cuotas de recuperación. Entonces, de las minúsculas cuotas que se cobraban antes, ahora se habla de que van a ser más altas. Aquí también hay confusión e incertidumbre.
¿Entonces el Insabi sólo es responsable del primer y segundo niveles de atención?
—La ley es clarísima: el Insabi sólo es responsable del primer y segundo niveles. Por ello muchos hospitales empezaron a meter cuotas de recuperación y ese fue todo el caos. La Secretaría de Salud reafirmó eso. Efectivamente, el Seguro Popular no cubría todo, esa es la crítica de los funcionarios actuales. Pero es que ningún país del mundo, ni el más rico, puede pagar todo para todos, sobre todo en las especialidades. El fondo creó un esquema ordenado con reglas transparentes y criterios científicos para ver qué intervenciones podría cubrir.
¿Se quedará sólo en una promesa el Insabi?
—Algo que estaba en ley y tenía certidumbre, ahora va a ser una promesa vaga de ‘todo para todos y sin cobrarle a nadie’. Yo no creo que esa sea una explicación suficiente. Nos tienen que decir a los ciudadanos exactamente cómo le van a hacer. No nada más la promesa, porque si no nos dicen cómo, es pura demagogia.
Yo estoy totalmente de acuerdo en que todo sea gratuito y que se cubra todo. Nomás que después de 30 años de estudiar los sistemas de salud, sí sé que ningún sistema de salud puede financiar todo para todos. Ni los más ricos ni los más eficientes del mundo.