La embajadora Martha Bárcena, sorprendió al mundo político y diplomático el 14 de diciembre al anunciar su jubilación anticipada y, por lo tanto, su renuncia a la Embajada de México en Estados Unidos. La decisión, dijo en Twitter, la tomó “en consulta” con el presidente López Obrador y añadió: “Nadie más intervino ni tuvo opinión ni influencia sobre esta decisión personal”.
Ayer le tocó al primer Mandatario dar su sorpresa, al anunciar que Esteban Moctezuma dejará la Secretaría de Educación Pública para hacerse cargo de la legación en Washington. La nominación debe ser todavía aprobada por el Senado y contar con el beneplácito del Gobierno estadunidense, pero no hay razones para pensar que pueda descarrilarse.
Bárcena y Moctezuma, son dos funcionarios capaces y honestos, pero muy diferentes. Ella es diplomática de carrera, miembro del servicio exterior, con una trayectoria paciente y diligente de 43 años; su nombramiento como embajadora en Washington era una distinción no solo para ella, sino para todo el servicio exterior, cuyos miembros son objeto de una discriminación sistemática y rara vez llegan a encabezar embajadas importantes, particularmente la de Estados Unidos.
Moctezuma fue secretario de Gobernación y de Desarrollo Social con Ernesto Zedillo; tras la derrota del PRI en 2000, pasó a ser presidente ejecutivo de Fundación Azteca, pero regresó al sector público como titular de Educación tras el triunfo de López Obrador en 2018.
Mientras que para Bárcena, la embajada en Washington era un sueño hecho realidad, la cima de una carrera en el servicio exterior, para Moctezuma es una relegación. Bárcena hizo un trabajo encomiable frente a un Gobierno norteamericano, el de Donald Trump, que tenía claras actitudes antimexicanas.
No hay razones para que hubiera querido jubilarse a los 63 años y mucho menos renunciar al cargo en vísperas del inicio del régimen de Joe Biden. Lo lógico hubiera sido que cerrara su carrera despachando en el 1911 de Pennsylvania Avenue. El nombramiento como “embajadora eminente” no compensa su remoción.
Moctezuma, a su vez, llegará a la embajada sin experiencia diplomática. No tengo duda de que hará un buen trabajo. Es un hombre metódico, inteligente, honesto y leal, pero sin duda habría preferido permanecer en el viejo despacho de Vasconcelos en la calle de República de Argentina del Centro Histórico de la Ciudad de México (la mudanza a Puebla fue una simple llamarada de petate). El nombramiento como embajador es un golpe para él. La relegación era, en el antiguo derecho romano, el destierro de un ciudadano sin privarlo de sus derechos.
¿Cuál fue la lógica de este enroque? Hay que buscarla en la SEP. Al parecer Moctezuma se había convertido en una piedra en el camino para algunos miembros de la 4T. El Presidente tenía que encontrarle una salida digna y para un secretario de Educación no hay muchas.
Bárcena, por otra parte, tenía diferencias con el canciller Marcelo Ebrard, las cuales se complicaban por los cuestionamientos que su esposo, el diplomático retirado Agustín Gutiérrez Canet, tío de Beatriz Gutiérrez Müller, le hacía a Ebrard desde sus artículos periodísticos.
Moctezuma es, después de Alfonso Romo, el segundo moderado importante en salir del equipo más cercano al Presidente. El reemplazo en la SEP mandará una señal muy importante sobre el rumbo que asumirá el Gobierno en los años venideros.
Electricidad
Tesla decidió llevar a Texas una inversión importante que iba a hacer en Jalisco por falta de certeza sobre el suministro y el precio de la electricidad. Nissan, mientras tanto, está teniendo que pagar millones de pesos adicionales en sus plantas de Aguascalientes porque se le obliga a usar electricidad de la CFE en vez de la que ya había contratado con Iberdrola.