Reflexión semanal
Aproximadamente trescientos años antes del nacimiento de Cristo, los celtas vivieron en las Islas Británicas, Escandinavia y Europa Occidental. Eran una sociedad como cualquiera de las de hoy, pero sus usos y costumbres fueron controlados por una sociedad de sacerdotes paganos llamada los druidas. Ellos adoraban y servían a Samhain, dios de la muerte. Cada año, el 31 de octubre, los druidas celebraban la víspera del año nuevo céltico en honor de su dios Samhain, dios de la muerte. Los sacerdotes druidas iban de casa en casa exigiendo alimentos y en algunos casos pedían niños y vírgenes para ofrendar en sacrificio a su dios Samhain, en el festival de la muerte. Si se los daban se hacía un trato (treat) y se iban en paz. Si la gente de la aldea no daba a los druidas el alimento o persona que exigían se lanzaba una maldición sobre la casa entera y según ella, alguien de esa familia moriría ese año. Esa era la trampa o treta (trick).
Jack-O-Lantern (la calabaza que simboliza halloween): Los druidas llevaban con ellos un nabo grande, el cual habían ahuecado en el interior con una cara tallada en el frente para representar el espíritu demoníaco del que recibían su poder y conocimiento, mismo que se encargaría de ejecutar toda maldición e iluminar su camino. Este espíritu se llama “espíritu familiar” o “espíritu guía. El nabo encendido por una vela dentro era una linterna para los druidas por la noche. Ellos llamaron “Jock” al espíritu de la linterna. Cuando estas prácticas llegaron a Norteamérica en los siglos 18 y 19, los colonizadores hallaron que los nabos no eran tan grandes, así que los substituyeron por calabazas. Desde entonces a esta figura tan representativa del Halloween se le llamó “Jock, el que vive en la linterna” y después vino a ser “Jack-O-Lantern” o Linterna de Jack.La festividad de Halloween fue introducida en Estados Unidos por los primeros inmigrantes irlandeses, pueblo de origen celta. En ese país se popularizó y se extendió rápidamente al resto del mundo, convertido además en un lucrativo negocio.
No se necesita ser muy sabio para darnos cuenta que el autor del pecado y la muerte, el enemigo de nuestras vidas, es también el autor encubierto de costumbres paganas como Halloween. Jesús dijo que el diablo es un mentiroso y el padre de todas las mentiras (Juan 8:44). Dios es el Dios de los vivos, no de los muertos (Mateo 22:31-32). Y en Juan 10:10 dice la palabra de Dios que “el enemigo viene para hurtar, matar y destruir.Es imposible encontrar algo que apoye a Halloween en la Biblia, porque Dios está firmemente opuesto a este y a las prácticas paganas y ocultas que lo acompañan. Él le advierte a su pueblo que no tenga nada que ver con ellas:
“No os volváis a los encantadores ni a los adivinos; no los consultéis, contaminándoos con ellos. Yo el Eterno vuestro Dios” (Levítico 19:31)“No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con el Eterno cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones el Eterno tu Dios echa estas naciones de delante de ti” (Deuteronomio 18:10-12). Ellas nos ciegan ante la verdad de Dios.
Dios no considera Halloween como algo inocente. Tal como él dice:“No aprendáis el camino de las naciones, ni de las señales del cielo tengáis temor, aunque las naciones las teman” (Jeremías 10:2).
Considero que este tipo de actividades, ni exalta el nombre de Jesús, ni tiene nada que ver con Nuestro Padre Celestial, y mucho menos con el Espíritu Santo. Por lo tanto, va en contraposición al primer mandamiento de amar a Dios con toda nuestra alma, nuestra mente, nuestro corazón, con todas nuestras fuerzas, en fin con todo nuestro ser. (Mt. 22:37) ¡DIGAMOS NO A HALLOWEN Y SI A JESUCRISTO¡ Invite a Cristo a vivir en su corazón ahora mismo, dígale:“Señor Jesús, ahora entiendo que te necesito y que he hecho muchas cosas que a ti no te agradan, te pido perdón y me arrepiento de todos mis pecados. Reconozco que moriste en la cruz para perdonarme y librarme de toda maldad, y que resucitaste al tercer día para darme vida eterna. Te invito ahora a que vivas en mi corazón y seas mi Señor y mi Salvador. En tu nombre oro Señor Jesús, amen.”
Estimado lector, crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo