Respecto de los asesinatos en la novela recuerdo: “Tic tac, poco menos de diecisiete mil asesinatos en 2014;[1] tic tac, dos asesinatos por hora en 2015;[2] tic tac, veintitrés mil novecientos cincuenta y tres homicidios en 2016;[3] tic tac, veinticinco mil trescientos treinta y nueve homicidios en todo el país en un solo año: 2017;[4] equivalentes a un nuevo récord de violencia en México: ochenta asesinatos por día.[5] La cifra mítica se fijará en más de ciento diecisiete mil muertes violentas a un año de terminar la administración del Presidente Enrique Peña Nieto”.[6]
De hecho, desde hace once años, cuando dejó la presidencia de la República el Lic. Felipe Calderón Hinojosa, las cosas han cambiado de manera sustancial… para empeorar.
Sí señor, de acuerdo con las estadísticas de incidencia preliminares, del 1 al 13 de enero de 2019 se contabilizaron mil 027 homicidios; del 1 al 13 de enero de 2020, 976; del 1 al 13 de enero de 2021, 948; del 1 al 13 de enero de 2022, 888; y del 1 al 13 de enero de 2023, mil 003;[7] estado de cosas que nos permite afirmar que posiblemente, el actual, termine como el sexenio más sangriento, pues podría alcanzar e incluso rebasar el mayor número de asesinatos que se ha registrado a nivel nacional en los últimos seis sexenios; desde el año 2018 (cuando llegó AMLO al poder) hasta el corte del 31 de enero del 2023, que registra 142 mil 684.[8]
Ese no es el único lamentable incremento. Hablando de algunos de “los extras” del crimen organizado, por ejemplo el que tiene su origen en el petróleo, tenemos que, a diferencia de otros países exportadores, que junto con China, Alemania y Japón mantuvieron un superávit interno,[9] México desaceleró su crecimiento económico. Existen por lo menos dos factores decisivos para explicar el bajo rendimiento de PEMEX: la corrupción y la delincuencia vinculadas a la operación de la empresa. La revista Time publicó en julio de 2012 un artículo en el cual destaca el proceso de diversificación de los cárteles mexicanos, los cuales obtienen sus mayores recursos económicos de fuentes distintas al narcotráfico. Según la revista, el cartel de Los Zetas (ya mencionados), gana menos de la mitad del total de sus ingresos por trasegar estupefacientes, merced al desvío de millones de dólares en petróleo, robado a los tanques de almacenamiento propiedad de PEMEX. Por lo que hace al número de tomas clandestinas descubiertas, la diferencia desde 2004 a 2016 representa un incremento de casi seis mil por ciento con una tendencia a seguir creciendo,[10] pues “para el 2020, pese a las buenas noticias anunciadas por el presidente de la República, las pérdidas de la paraestatal alcanzaron la escandalosa suma de 346 mil 135 millones de pesos (un incremento del 92% respecto del año anterior), lo que no se explica si no se asume como un rotundo fracaso la supuesta lucha frontal contra el huachicoleo”.[11]
Es decir, la condena contra García Luna en los Estados Unidos es solo un incidente, menor, en la larga cadena de crímenes cuyos orígenes se remontan más de un siglo atrás. Las cosas estaban mal en el sexenio del presidente Calderón, sin duda; pero también es verdad que han empeorado desde entonces; Peña lo hizo muy mal, sin duda también, pero el gobierno actual lo está haciendo mucho, mucho, mucho peor.
El énfasis no se puede poner, no debe hacerse, en un acontecimiento aislado que al final de cuentas es, apenas, la fotografía de un lapso de nuestra historia. El problema, el verdadero problema, el auténtico, el único, el más trágico, es la película entera y su actual desenlace: un gobierno que vive de la mentira y el autoengaño, que ha generado más muertes fatales que nunca y que ha entronizado al crimen organizado como un cómplice estratégico y un aliado político sin par.
Como si fuera un adivino, hace más de dos años escribí: “Andrés Manuel quiere llegar al poder a cualquier precio. Una vez que lo consiga, y lo va a hacer porque no hay nadie que pueda impedírselo, su segundo paso va a ser mantenerse en él. Para eso necesita a los soldados. Al Ejército lo va a comprar con prebendas. No lo va a regresar a los cuarteles ni de guasa, le irá otorgando un mayor número de encomiendas y le asignará más y más presupuesto. A la larga aflorarán las rencillas, los celos, las envidias, y cuerpos de ejército enteros se pondrán a las órdenes del narco en las distintas regiones del país o, lo que es peor, se apoderarán de las bandas criminales. Así comenzará la pesadilla. Si no lo detienen, si no paran a su tocayo a tiempo —bromeó “El Mundo”—, México va a terminar siendo un narcoestado a cuyo lado, Colombia va a parecer un mal chiste”.
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Luis Villegas Montes.