Las lecciones son parte de la vida que nunca acaban. Aunque la educación formal llegue a su fin, nunca dejamos de aprender lecciones vitales. Y las verdades, o lecciones, que Dios nos enseña, afectan el desarrollo de nuestro carácter, las decisiones que tomamos, y nuestro estilo de vida. Su influencia trasciende nuestra vida terrenal, hasta la eternidad.
Una de las lecciones más difíciles en cuanto a la fe que aprenderemos en esta vida es, esperar en el Señor. Quizás usted está enfrentando ahora una decisión crítica y no sabe qué camino tomar. O tal vez ha estado orando por un asunto, pero Dios no le ha respondido, y hay que esperar, aunque quizá le sea difícil.
Esperar en el Señor significa mantenernos en nuestras circunstancias o condiciones presentes hasta que Él nos dé más instrucciones y no desmayar en la fe.
Lejos de estimular la pasividad, es una llamada a la decisión activa de descansar confiados en el Señor y en su tiempo perfecto. No es el cese de las actividades, sino la paz de espíritu que nos acompaña durante todo el día.
¿Por qué hacernos esperar? Bueno porque Él está esperando un mejor momento para respondernos. Quizá pensemos que el mejor momento es ahora, pero Dios sabe que hay un momento mejo, por lo tanto, lo único que debo de hacer es esperar paciente en Él. La palabra de Dios nos dice: Pacientemente espera en Jehová y me libro de todas mis angustias
La espera es particularmente difícil cuando una situación es estresante, o demanda una decisión. Pero comprender que Dios tiene el momento perfecto, puede ayudarnos a confiar en su sabiduría y esperar y pacientemente.
En ocasiones Dios desea que esperemos porque posiblemente no estamos preparados para dar el siguiente paso, aunque pensemos que sí. Dios tiene planes para nosotros, pero a veces nos hace detenernos para cambiar las intenciones de nuestro corazón cuando no son las correctas. O quizás hemos estado tolerando un pecado en nuestra vida, o necesitamos ocuparnos de una mala actitud, o de una manera de pensar pecaminosa. El Señor tiene lugares adonde llevarnos, y conoce aquello que debemos dejar atrás.
En la historia bíblica, David fue ungido rey siendo joven, pero pasó muchos años en el desierto, huyendo de Saúl. Por medio de todas las dificultades, el Señor depuró su carácter y agudizó sus habilidades para el liderazgo. Cuando llegó el momento apropiado, Dios lo puso en el trono.
Así mismo, Dios puede mantenernos en una situación incómoda, una labor aburrida, o una situación difícil. Pero recuerde esto: Él le está preparando para algo mucho mejor. Coopere con Dios esperando, sabiendo que sus planes son buenos.