Embebida la clase gobernante, tanto en el conflicto con el presidente norteamericano; como con sus conflictos por el poder; la búsqueda de nuevas fuentes de financiamiento (Leyes del ISSSTE y de Infonavit); la desastrosa elección judicial y la pertinaz ola de violencia que asuela a una buena cantidad de ciudades mayores y medianas, además de infinidad de pueblos y rancherías, no atina a desplegar una estrategia eficaz para combatir a la delincuencia organizada.
Tan lejos se encuentra de encontrar solución a tan grave crisis de violencia, sangre e impunidad, que ha ocurrido lo que, quizás, no se le había presentado a la sociedad mexicana:
En territorio nacional se encuentran 7 de las 10 ciudades más peligrosas del mundo pues presentaron las cifras más altas de homicidios en 2024.
No es la única novedad de pavor en este tema. «De las 50 ciudades más peligrosas del mundo, 20 se encuentran en México… según ha reportado en su índice anual el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal (CCPSSJ)». (Nota de Joaquín Patiño, El País, 21/2/25).
En ese listado, si bien Juárez y Chihuahua ya no ocupan alguno de los primeros lugares, de todos modos se encuentran dentro de las primeras 30 pues Juárez está ubicada en el lugar 13 y la capital chihuahuense en el 27, debido a que en Juárez ocurrieron mil 112 homicidios, lo que produjo una tasa de 71.38 asesinatos por cada 100 mil habitantes.
A su vez, la capital, Chihuahua, presentó a lo largo del año 420 homicidios, con una tasa de 43.49 por cada centena de millar de habitantes.
La simple lectura de esas cifras arroja un hecho muy revelador y es que, si bien Juárez tiene una población poco más del 50% mayor que Chihuahua, la ocurrencia homicida en el antiguo Paso del Norte es de casi el doble.
Si bien se entiende que su calidad de ciudad fronteriza le añade incontables factores que generan esa elevada mortalidad homicida, no alcanza a explicar la razón por la que no recibe la atención de las dependencias federales, a fin de enfrentar tal situación, a la que contribuyen, también de manera decisiva, la pertinaz migración del resto del estado de Chihuahua y de otros lugares de México, a la que se añade la migración extranjera.
De unos y otros, un buen número terminan convertidos en juarenses. Contra eso no hay apoyo federal para hacerle frente a los requerimientos de esos nuevos habitantes fronterizos.
El reporte del CCPSSJ revela nítidamente lo que ocurre todos los días ante nuestros ojos
Puerto Príncipe, en Haití, es la más violenta del mundo. «Le siguen Colima, Acapulco, Manzanillo, Ciudad Obregón y Tijuana. Y más abajo, en los puestos ocho y nueve, Celaya y Zamora». (Ibídem).
Las otras 13 ciudades mexicanas, dentro del Top 50, son Cuernavaca, Villahermosa, Tapachula, Uruapan, Juárez, Chihuahua, Irapuato, Zacatecas, León, Morelia, Culiacán, Cancún y Chilpancingo.
De las 20, sólo Chihuahua es gobernada por la oposición (PAN), las demás por Morena, y algunas de ellas con alcaldes que repiten en esos cargos.
A su vez, Colima, ocupante del segundo lugar mundial, con una tasa de 126.95 aparece por tercer año consecutivo como una de las más peligrosas del mundo. «En 2022 y 2023 encabezó la lista». (Ibídem).
Ni la estrategia de “combatir las causas”, ni la de adjudicarle a las fuerzas armadas la responsabilidad total de la seguridad pública, en el ámbito federal ha logrado contener la ola homicida. Al contrario, según el mencionado reporte, la tasa de homicidios en México es «nueve veces superior a la tasa promedio mundial del 6.2». (Ibídem).
Y eso que el reporte no contiene las oleadas de los últimos meses presentados en Culiacán y Tabasco. Llegarán en el reporte del 2026.
¿Hasta cuándo?
Ya tuvimos gobernantes emergidos de las tres fuerzas políticas más importantes de los últimos 40 años y nada cambia.
Columna de Plata de la Asociación de Periodistas de Cd. Juárez (APCJ): 2008, 2015, 2017, 2022 y 2023
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