Aunque quizás no lo parezca, a veces es muy difícil escribir porque no hay palabras o expresiones suficientes para describir a grandes personas (y esta fue una de esas veces).
En este caso, tratar de describir o retratar fielmente a María Teresa de Jesús Rodríguez Reyes, mejor conocida como Tere o Teresita, fue particularmente complicado -y todo un reto- porque, como bien lo dicen quienes fueron sus alumnos, ella era la “duquesa del reino de las letras”.
Fue así, como la duquesa del reino de las letras, que Tere pasó treinta años de su vida sacando a miles jóvenes de las “tinieblas de la ignorancia”. Generación tras generación, materia tras materia, clase tras clase, Tere compartió, transmitió y contagió su fascinación por el arte y las letras.
“Siento pena por los próximos alumnos de la Universidad Regional del Norte que ya no la van a tener en el aula y a la vez alegría por nosotros que fuimos tan afortunados de aprender de ella”, dice Ana Sáenz. Las clases con Tere, dice Andrea Thistle, eran de esas clases que no te querías perder porque eran una gozadera, impartidas por un ser sumamente culto, divertido y auténtico.
Y sí, muy a su estilo (Tere siendo Tere, dirían los alumnos), Tere formó y produjo -en lo profesional y en lo personal- a un gran y sólido grupo de buenos ciudadanos.
“Vayamos pues a producir buenos ciudadanos”, decía Tere antes de salir de la sala de maestros y ya encaminadas hacia a las aulas para impartir nuestras respectivas clases. Una expresión que, si bien desde la primera vez que la escuché, asumí como un mandamiento y como la misión de mi entonces recién iniciada carrera como docente (hace 10 años ya), ahora tiene mayor significación, valor y sentido.
El caso es que, con todas las muestras de admiración, agradecimiento y reconocimiento que tantos y tantos exalumnos le han expresado a Tere, queda corroborado que eso de “ir a producir buenos ciudadanos” no era solo un decir, sino algo que realmente sucedía cada vez que Tere entraba a un salón (bien lo dijo Virgilio, el gran poeta romano: Instruir como se debe a la juventud, es formar buenos ciudadanos).
Por supuesto que Tere no solamente dejó huella en sus alumnos, también dejó una enorme huella en sus colegas y, especialmente, en un septeto de maestras (Mary Carmen, Araceli, Chela, Helen, Cristy, Valia y yo) que siempre la recordaremos por ser quien era y como era: Tere siendo Tere, “siempre tan diva y glamourosa”, “solidaria y amiga de tantos años y vivencias en la URN”, tal como -de forma resumida- lo describió Cristy. “Compañeras de partido casi hermanas” -como diría Valia- que, aunque sufriendo por la ausencia física de Tere, honraremos su memoria cumpliendo con nuestro deber de seguir produciendo buenos ciudadanos.
A modo de reconocimiento, finalizo citando lo dicho alguna vez por uno de los personajes admirados por Tere, el semiólogo, filósofo, crítico, académico y escritor italiano, Umberto Eco: “Mueres, pero la mayor parte de lo que has acumulado no se perderá; estás dejando un mensaje en una botella” -en muchas, diría yo-.
Aída María Holguín Baeza
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