En el marco de la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) a través de la cual valida el requisito “saber leer y escribir” para acceder a un cargo público, establecido en la legislación del estado de Veracruz, resulta necesario volver a reflexionar respecto a la necesidad de saber leer y escribir.
Es importante aclarar que aunque dicha resolución corresponde a una acción de inconstitucionalidad que se refiere específicamente a los cargos de Jefe de Manzana o Comisario Municipal, se trata de una disposición de suma importancia en todos los ámbitos de carácter público y privado.
De acuerdo con la SCJN, el requisito de saber leer y escribir “tiene una base objetiva y razonable”; esto, debido a que las personas que lleguen a ocupar el cargo tienen que contar con los conocimientos básicos para desempeñar correctamente las funciones inherentes al mismo.
Independientemente de que se trate de una resolución emitida específicamente para dos cargos que “no son de elección popular”, lo considerado por el Pleno de la SCJN es lo que amerita una profunda reflexión.
El meollo del asunto, en todo caso, radica en que -como bien lo dijo Reinaldo Arenas- hay gente que porque sabe leer y escribir, cree que sabe leer y escribir. Es decir, si se considera que durante la última década México ha permanecido por debajo del promedio de los países miembros de la OCDE en materia de comprensión lectora, queda claro que no todos los mexicanos que saben leer comprenden lo que están leyendo; y para poder escribir de la mejor manera posible, es necesario -entre otras cosas- comprender lo que se lee.
En ese sentido, sin contar que en México existen (según el INEA, 2019) casi 4 millones de mexicanos mayores de 15 años de edad que no saben leer ni escribir nada, resulta alarmante que el 21% de los mexicanos sí sabe y suele leer comprende solo la mitad o muy poco de eso que lee (según datos del INEGI, 2019).
Sin duda alguna, el requisito de saber leer y escribir es indispensable en todos los ámbitos y contextos; sin embargo, es en la esfera pública donde dicho requerimiento toma mayor relevancia y, por lo tanto, debe tomarse tan a la ligera porque, de lo que ahí se lee y se escribe, y el nivel con que se hace, depende -en gran medida- el futuro de todos los mexicanos (sepan o no sepan leer).
Finalizo en esta ocasión, citando lo dicho alguna vez por el polímata inglés, Thomas Huxley: “La única medicina para el sufrimiento, el crimen y todos los demás males de la humanidad, es la sabiduría. Enseñe a un hombre a leer y escribir, y usted habrá puesto en sus manos las grandes llaves de la caja de la sabiduría. Pero otra cosa es abrir la caja”.
Aída María Holguín Baeza
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