Trabajan en la ‘zona de tolerancia’, sin seguridad ni derechos y juzgadas por la sociedad
Alejandra Sánchez | El Diario
Chihuahua.- Por años, las mujeres que ejercen el trabajo sexual en la conocida “zona de tolerancia”, ubicada entre las calles Décima y Doceava en el Centro de la ciudad, consideran que han sido invisibilizadas, maltratadas por la autoridad y juzgadas por la sociedad, todo eso sin siquiera conocer su contexto, al que tienen que enfrentarse día con día y sin saber qué las llevó a ese sitio ni las personas que son tras cumplir con su jornada laboral.
Martes 12 de noviembre, 8:10 pm- calle Décima: La noche era fresca, pero eso no impidió que ‘Connie’ y sus compañeras trabajaran de manera cotidiana. El atuendo de ella y de otra de sus colegas era como el que usan en la mayoría de las ocasiones: vestidos cortos, medias negras, tacones y una gran peluca.
La zona donde ambas estaban parecía tranquila. De inicio, ‘Connie’ abrió las puertas de su lugar de trabajo a este medio de comunicación que, con mucho respeto, pudo observar todo lo que en esa habitación había.
-¿Cuánto te cobran por este espacio?- “$250 pesos el día”, dijo ella. El sitio es un cuarto pequeño. Por fuera es un edificio blanco con una puerta de metal negra y por dentro es rosa.
Al ingresar hay una cama con una colcha café, un estampado de flores al fondo junto con otras figuras de colores, unas banderas de la diversidad Lgbtq+, además de unas luces fosforescentes que van cambiando de tonalidades.
“Las luces son para que se vea más bonito”, dijo ‘Connie’. -¿Y el espejo por qué está ahí?, le preguntamos. “Nosotras siempre tenemos que estar alertas, ver al cliente porque no sabemos si puede o quiere atacarnos, necesitamos ver sus movimientos; es cuestión de autocuidado”.
El escenario también está conformado por un sillón y al fondo, una especie de tocador en donde fue visible una figura de San Judas Tadeo, una veladora de la Virgen de Guadalupe y varios frascos de perfume (algunos llenos, otros a la mitad y unos a punto de terminar).
“Hasta en eso hay que invertirle mucho, es decir, en los perfumes, en oler bien… mira, te voy a enseñar mis herramientas de trabajo”.
‘Connie’ mostró cinco pelucas: unas rubias, una negra y una morada, varios pares de zapatos, ropa brillante, preservativos y lubricantes que, según sus palabras: “no pueden faltar”.
“Aquí nosotras tenemos que ser muy cuidadosas con eso. En muchas ocasiones las personas creen que no nos cuidamos, pero en realidad no es así; nosotras no ofrecemos servicios sin protección, no lo hacemos con las luces apagadas para asegurarnos de que el cliente no traiga una enfermedad visible y además, procuramos revisarnos de manera constante”, expresó.
Ese lugar sólo lo utiliza para trabajar puesto que renta otro departamento donde vive con su pareja y sus mascotas.