Mucho se habla recientemente, dentro de las teorías modernas del urbanismo social y otras disciplinas de muy reciente creación, sobre el denominado “derecho a la ciudad”
Mucho se habla recientemente, dentro de las teorías modernas del urbanismo social y otras disciplinas de muy reciente creación, sobre el denominado “derecho a la ciudad”, en referencia al supuesto derecho que tienen los habitantes de una ciudad o poblado a sugerir, proponer o hasta decidir incluso sobre el tipo de ciudad que quieren, así como sus respectivas habilitaciones y equipamiento urbanos deseables.
Estas modernas teorías del desarrollo urbano han encontrado amplio eco en movimientos sociales radicales, principalmente de izquierda, por su marcada propensión a privilegiar los deseos o necesidades de las masas humanas más desprotegidas o en en clara situación de vulnerabilidad, por encima de las capacidades reales de un gobierno, tanto financieras como técnicas, para dotar a una población de todas las obras que requieren.
En épocas recientes, desde los años 70’s del siglo XX, se desarrollaron interesantes movimientos sociales en ese sentido culminando en los últimos años en verdaderas revoluciones sociales que han incidido en las políticas de desarrollo urbano de las ciudades, reclamando cada vez más una mayor participación en la toma de decisiones. (Ziccardi, 2019)*.
Para quien tenga interés en profundizar sobre el tópico del denominado “derecho a la ciudad” como tendencia moderna del desarrollo urbano, dejo al pie del artículo toda la información bibliográfica al respecto, ya que en este espacio me centraré en remarcar lo que considero es un verdadero derecho, posible y asequible, al disfrute auténtico de los espacios de la ciudad, desde una visión más realista y cotidiana, menos teórica y controversial.
No es que las teorías socio-urbanas modernas carezcan de valor o importancia, sino que siempre se enfrentarán al eterno dilema que existe entre lo deseable y lo posible, sí claro, todos quisiéramos una ciudad de primer mundo, con un desarrollo urbano impecable y todos los avances necesarios para una calidad de vida como la que marcan los más altos cánones del desarrollo social, pero la realidad es que estamos muy lejos de tenerla, y todavía más de lograrla en el corto plazo, porque no hay ni habrá pronto recursos suficientes para ello.
Sobre todo, en una ciudad con tantos rezagos históricos como la nuestra, en la que han sido innegables la apatía, la indolencia y el desinterés de los gobiernos federales y estatales anteriores, quienes desde hace décadas y desde un doble centralismo asfixiante nos han condenado al abandono y a la falta de recursos, programas, proyectos y obras necesarias para una mejor calidad de vida de los juarenses, condenándonos al siempre raquítico e insuficiente presupuesto municipal.
No obstante, actualmente, Ciudad Juárez está catalogada dentro del top 10 de las ciudades que más recaudan el impuesto predial, ubicándonos en el nada despreciable 5o lugar, lo que habla de una eficiencia administrativa en la autogestión de recursos, pero que, sin embargo, dadas las actuales circunstancias es totalmente insuficiente ante el enorme rezago acumulado por décadas en distintos rubros.
“Algunos de los municipios ubicados en la región del Bajío y el norte son los que presentan mayor recaudación impositiva por pagos de predial, al menos, durante 2023. Zapopan ocupa la primera posición en la lista. Zapopan recaudó un total de 1,862.3 millones de pesos por este concepto, de acuerdo con cifras de la SHCP (Secretaría de Hacienda y Crédito Público). Por su parte, Guadalajara y Querétaro ocupan la segunda y tercera posición entre los municipios que más impuestos recaudan por el cobro del predial. Destaca también Monterrey en el cuarto lugar y Ciudad Juárez en el quinto.” El Economista, Redacción, viernes 29 de noviembre de 2024 (https://tinyurl.com/2xzgkuj5).
Pero no todo son malas noticias, en donde sí se ejerce el derecho a la ciudad plenamente es en el ánimo de las personas, en la motivación de la gente para movilizarse y apropiarse de espacios, figuras, conceptos, tradiciones, íconos o costumbres que nos dan identidad de fronterizos y de juarenses.
Y una muy contundente demostración de lo anterior, la pudimos atestiguar la tarde/noche del pasado viernes, con la realización de la “Caravana Coca-Cola” que, luego de 7 años de ausencia, volvió a recorrer las calles de la ciudad convocando a más de medio millón de juarenses y sus familias.
Si bien se trata de un ejercicio más de mercadotecnia de una empresa refresquera trasnacional, lo cierto es que está estrechamente vinculada a lo más profundo de nuestras tradiciones navideñas, pero más aún, a las que tiene que ver con la unión y convivencia estrictamente familiar.
“Disfrutaron 500 mil personas la caravana Coca Cola en Juárez”, escribió mi compañera Araly Castañón en estas páginas, y puntualizó: “Medio millón de ciudadanos salieron ayer en la noche a ver la caravana de Navidad Coca Cola, afirmó esta mañana el alcalde Cruz Pérez Cuéllar. ‘La gente muy contenta, muchísima gente’, mencionó el alcalde. Agregó que el saldo fue blanco, no se registró ningún incidente. La caravana Coca Cola tenía siete años sin venir a Juárez y ayer en la tarde, desde la 7, recorrió la Pasero Triunfo desde la Vicente Guerrero, Plutarco Elías Calles y Heroico Colegio Militar hasta llegar al estadio Benito Juárez.” (https://tinyurl.com/2yyhndnu).
Y la verdad es que fue toda una fiesta de alegría y convivencia navideña para miles y miles de familias juarenses que se volcaron literalmente a presenciar este desfile que, a lo largo de poco más de 7 kilómetros logró congregarlos y reunirlos dentro de un espíritu propio de la época navideña.
De verdad que no hay palabras suficientes para describir la alegría que brotaba de los ojos y sonrisas de miles y miles de pequeños que disfrutaron como nunca de este espectáculo, saludando con entusiasmo a los integrantes del contingente que desfiló, y que realizó cinco paradas a lo largo de todo su recorrido para realizar un breve pero emotivo “performance” alegórico relativo a la temporada.
La noche del viernes los juarenses disfrutaron intensamente su ciudad, sus calles, sus luces, aún con todo y el tráfico que se trastornó por completo, se apropiaron de sus espacios y ejercieron su derecho a la ciudad, pero a esa que hoy tienen, con sus fallas y aciertos, con sus cosas buenas y malas, esa es la que disfrutaron intensamente en familia.
El desfile, en cuanto a logística y producción, no fue nada del otro mundo, apenas unos cuantos carros alegóricos bien iluminados conforme a la temporada, los arbolitos navideños, los santas, los bailarines, muchas luces y algo de pirotecnia, nada del otro mundo, sin embargo ¡ah como lo disfrutamos lo que fuimos a verlo!
En épocas o temporadas como la que vivimos actualmente, será mucho pedirles a nuestras autoridades (de todos los órdenes de gobierno) que inviertan un poco del recurso del que disponen para decorar la ciudad bien, bonita, iluminada, navideña, al menos las calles principales, y destinar muchos más espacios públicos al disfrute de las más arraigadas tradiciones de la época.
La gente quiere divertirse, convivir en familia, disfrutar las tradiciones, sentir el espíritu navideño en sus calles, en las plazas, en los parques, y para eso no se requiere mucho dinero, pero sí voluntad y ánimo de propiciar la convivencia familiar y el uso adecuado de los espacios públicos.
Ojalá que lo hicieran, todavía estamos muy a tiempo de que los juarenses vivan una navidad y un Año Nuevo disfrutando su ciudad y sus calles, su alegría y un auténtico espíritu de convivencia propiciado por sus autoridades. Ojalá lo hagan.
*Ziccardi, A. (2019). Las nuevas políticas urbanas y el derecho a la ciudad. En M. D.-G. Fernando Carrión Mena, Derecho a la Ciudad: una evocación de las transformaciones urbanas en América Latina (págs. 61 – 94). CLACSO – Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, FLACSO e IFEA.