Crónica
“Pero no está aquí, Corral no está aquí, de qué chingados nos sirve”
Salud Ochoa/El Diario
Chihuahua.- El reloj marcaba las 13 horas con 19 minutos; el termómetro, 31 grados centígrados a la sombra. Es Chihuahua capital en un verano que podría ser como cualquier otro pero no lo es.
Decenas de tractores arribaron al centro de la ciudad, para bloquear las calles en protesta por la extracción de agua de las presas Francisco I. Madero y La Boquilla.
Bajo la consigna “Sin agua no hay vida”, cientos de hombres dedicados a las actividades del campo, se apostaron en el primer cuadro de la capital en espera de una respuesta a sus demandas. Las puertas del palacio de gobierno estaban cerradas. Respuestas no había o quizá solo una: la fuerza de los antimotines en el interior del edificio y sus alrededores “por si algo llegara a ocurrir”.
“Agricultores unidos en la lucha por el agua” señalaban las mantas colgadas en las unidades que rodearon el recinto oficial del poder ejecutivo en Chihuahua, cuyo ocupante principal se encontraba a mil 018 kilómetros, en San Luis Potosí donde tampoco pudo escapar de las protestas. Allá también hicieron presencia los chihuahuenses. Allá tampoco fueron escuchados. Conforme los minutos avanzaban en el reloj, la cantidad de manifestantes aumentaba en medio de reclamos como “justicia al campo, Chihuahua lo exige”, “El agua se queda” o “El cacas traicionero”.
A las 14:00 horas los rayos del sol se intensificaban, el termómetro subía a 32 grados y el rostro de los manifestantes lucía descompuesto, desencantado tal vez.
Los elementos de la policía vial cerraron las calles aledañas y los automovilistas sufrieron, gritaron y tocaron el claxon molestos por el caos vial convertido en parte de la nueva normalidad.
“El agua de Chihuahua para los chihuahuenses”, se leía en los vidrios de los vehículos mientras que en lonas de mayor tamaño le enviaban un mensaje contundente a la directora de Conagua: “Blanca Jiménez, le hacemos responsable de un enfrentamiento de la Guardia Nacional y Agricultores de Chihuahua”, y más allá, ¡Defenderemos el agua! Como amenaza implícita.
El movimiento, recordaron los manifestantes, obedece al pago del Tratado de Aguas de 1944 con agua concesionadas, para lo cual, el gobierno se ha empeñado en abrir las compuertas de las presas mencionadas.
Entre manifestaciones, golpes, quema de vehículos, retención de funcionarios, militares infiltrados, amenazas y carpetas de investigación abiertas, la autoridad se ha llevado el agua poquito a poco, lento, para que dure más y duela menos. Es la costumbre.
Los manifestantes no están de acuerdo en lo que ocurre, es obvio, pero mientras ellos preparan las movilizaciones el contenido de las presas escurre igual que la palabrería oficial.
El “estoy con ustedes” o el “hay suficiente” se convierten en una misma cosa: demagogia pura con estilo distinto. El agua sigue saliendo.
Entre el martes 18 y miércoles 19 de agosto salieron de las presas en pugna 11 millones de metros cúbicos de líquido, pero del miércoles 12 de agosto al miércoles 19 del mismo mes fueron más de 69 millones de metros cúbicos los que fluyeron libremente frente a miles de ojos que vieron sin ver.
A las 14:20 horas una comitiva de productores ingresó a Palacio para entrevistarse con Joel Gallegos, el de siempre, el de todas las manifestaciones y ninguna respuesta, el que minutos antes les dijo a los quejosos que les mandaría poner baños en la plaza para que estuvieran “cómodos”.
La puerta de palacio se abrió de manera parcial para permitir el ingreso solo a unos cuantos, los otros debieron esperar en el exterior, como el término indica, con la “esperanza” de una respuesta que de alguna forma sabían no llegarían pero al final “es lo último que se pierde, que no”.
Mientras los líderes del movimiento dialogaban al interior de palacio, la plaza Hidalgo se convirtió en un festín de olores y sabores: discada, tortillas de harina, chicharrones, refrescos, paletas heladas, dulces y la espera.
Había que aderezarla con algo. Minutos después de las 16:00 horas, el diálogo oficial concluyó y los representantes agrícolas salieron a dar la cara ante alrededor de 2 mil personas.
Las predicciones se cumplieron no hubo respuestas: Joel Gallegos, Martín Solís y Carlos Olson solo sirvieron de escuchas.
“Sabemos que el gobernador no está aquí, está en la Conago, nos pidió mucha tranquilidad, no quiere que nos desesperemos. Quiere que le apoyemos”, dijeron los representantes en voz alta lo que generó gritos y desesperación entre hombres y mujeres presentes.
“No somos líderes políticos, solo representantes de los módulos de riego. No podemos exigir una respuesta inmediata al gobernador porque está hablando con el presidente. Le ayudamos mucho al gobernador quedándonos aquí”, insistieron los de la voz a lo que los asistentes respondieron molestos: “Pero no está aquí, Corral no está aquí, de qué chingados nos sirve”.
La desesperación y los gritos continuaron, los reclamos señalando que el gobernante no ha ayudado desde que empezó el problema se intensificaron. El grueso de los productores exigía respuestas, mismas que los líderes reconocieron que no tenían.
“No nos dijeron que ahorita nos van a resolver sino que en unas horas nos darán noticias de la plática del gobernador con el presidente”, se escuchó en medio de los gritos que demandaban algo concreto. “
Nunca nos dan una respuesta, aquí nos van a tener como sus pendejos y no somos sus pendejos. Venimos por una respuesta ahora”, vociferaron los manifestantes en repetidas ocasiones.
Al caer la tarde, el colectivo indicaba que darían dos días para que cerraran las compuertas de las presas o de lo contrario irían ellos mismos a hacerlo.
Finalmente, ante la creciente molestia, el acuerdo fue permanecer 24 horas en el lugar hasta obtener una solución.
Los grupos antimotines que ingresaron desde temprana hora tanto a Palacio de gobierno como al edificio de la Rectoría, seguían sin salir.
“¡No se rajen chingao” gritaron al unísono los productores que unos momentos antes habían dicho que las mujeres venían muy molestas de San Luis Potosí y que “si faltaban huevos, ellas los traían”. El agua de La Boquilla y Las Vírgenes mientras tanto, sigue corriendo hacia el Bravo.