Las nuevos prioridades en la vida
son: “quedarnos sin batería”, que se nos acabe el saldo,
se nos sature la memoria o que no tengamos señal.
¿Dormiría usted con un horno de microondas junto a su almohada o lo pondría sobre la cama para tenerlo abrazado y pegado a su oído? ¿sería capaz de ponerlo en el buró al lado de su cama o pegar la oreja durante horas mientras está funcionando? No es propiamente como dormir con el enemigo, pero si es dormir con un alto riesgo por las radiaciones que emiten.
O también ¿llevarlo en su auto, ponerlo en su escritorio en la oficina o en el mesabanco en la escuela?, ¿dejaría a su hijo en la alfombra con un microondas como juguete?
Lo más seguro es que no, porque se trata de un electrodoméstico que se usa en la cocina para calentar líquidos y alimentos, cocinar y descongelar, a pesar de advertencias de las radiaciones que generan y que se considera como una de las causas posibles de desarrollos de diferentes cánceres.
En muchos hogares ya los han desechado sin importar lo práctico que es calentar o descongelar en unos cuantos minutos los alimentos.
Y ¿por qué seguimos durmiendo con los teléfonos celulares a nuestro lado cuando pueden ser considerados como probables carcinógenos para los seres humanos cuando los tenemos tan cerca del cerebro?
Nos queda claro y sin remedio que sin celular es un mundo imposible. No podemos concebir otro tipo de vida sin un teléfono celular. Estamos condenados a ser esclavos de un dispositivo, un pequeño robot o una herramienta “inteligente” que ha resultado más inteligente que nosotros porque nos domina. El “smartphone” tiene vida propia, y le cargamos de energía para que las 24 horas esté emitiendo radiaciones, aunque a veces, esas radiaciones nos pueden dañar.
Las nuevas prioridades o pendientes de la vida son “quedarnos sin batería”, que se nos acabe el saldo, se nos sature la memoria o que no tengamos señal.
En el caso de los hornos de microondas, éstos son muy prácticos. Hay varios estudios que indican que no existe ningún riesgo de provocar cáncer y que solo se trata de una percepción errónea. La explicación científica que dan es que los microondas convierten la electricidad en un tipo de radiación electromagnética de baja frecuencia llamada microondas a diferencia de la radioterapia para el tratamiento de cáncer que utiliza rayos X para matar las células cancerosas y reducir tumores[1]
Otra visión[2] dice que al “funcionar con radiación electromagnética -es decir, ondas de energía eléctrica y magnética que se mueven juntas por el espacio-, al microondas se le atribuyen una gran cantidad de riesgos. Uno de ellos, y quizás, el más difundido es que, pueden producir cáncer. El uso de este electrodoméstico ha girado en torno a mitos y verdades que lo han catalogado como nocivo para el ser humano y potencialmente peligroso porque, supuestamente, tiene algunos componentes que pueden explotar en cualquier momento.
Los primeros microondas en casa eran del tamaño de un refrigerador y requerían alrededor de 20 minutos para calentarse. Era normal que cause tantas suspicacias, pues su invención fue realizada por accidente durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Percy Spencer, su creador, se encontraba realizando los estudios con el magnetrón, un dispositivo que emite señales de radio y que estaba siendo analizado para desarrollar un nuevo radar para localizar aeronaves enemigas. En ese momento, sintió cómo un dulce que tenía en el bolsillo de su pantalón se empezó a derretir hasta quedar totalmente líquido. Él concluyó que las ondas del aparato habían sido las causantes de que su caramelo se hubiera disuelto.
Para descartar su hipótesis, sometió un huevo y algunas semillas de maíz a las ondas. Uno de los alimentos explotó, mientras que las semillas se convirtieron en palomitas, por lo que pudo descifrar una nueva forma de cocinar, que hoy en día sigue vigente”.
Otro serio problema es quedarnos dormidos con la televisión encendida porque modifica el descanso del cerebro al recibir estimulación durante el sueño. Hay confusión en el cerebro porque su programación de la noche es interrumpida por potentes luces de la pantalla del televisor y se manifiesta con pérdida del sueño, depresión y cansancio durante el día. El otro riesgo es la disminución de producción de melatonina que es la hormona del sueño.
Son los problemas que conllevan las tecnologías nuevas. Un mundo de pantallas necesariamente impacta en el cerebro. Sin generar alarma, pero sí preocupación con los celulares que generan radiaciones en el rango de las ondas de radiofrecuencia y son como hornos de microondas de muy baja potencia que a corto plazo las radiaciones son inofensivas, pero a largo plazo pueden ser distintas. La radiación que procede de un teléfono celular es del tipo no-ionizante y se encuentra en el rango de las ondas de radiofrecuencia[3].
Sin embargo, el uso excesivo, permanente y cercano del celular genera preocupación. Por ejemplo, muchas mujeres se cuelgan el celular del cuello como si fuera collar para no extraviarlo y resulta que las radiaciones que está generando están prácticamente sobre los pechos. Hay hombres que guardan su celular en la bolsa delantera del pantalón a unos cuantos centímetros de los testículos.
Otra práctica sumamente peligrosa es cargar la pila del celular en la mesita de noche a nuestro lado. La regla es que el celular se debe estar cargando en otra habitación de donde dormimos para evitar las radiaciones tan cercanas.
Se tiene el dato que los celulares emiten radiaciones que es energía conocida como radiofrecuencia que, como los microondas, pueden detonar algún tipo de cáncer por el mal uso o exceso de este. En el caso de los celulares se advierte el riesgo de desarrollar tumores en la región de la cabeza y el cuello por la cercanía con que los usamos. En cada llamada lo pegamos al oído, prácticamente en el cerebro y cerca del cuello
Sin falsas alarmas, las grandes empresas de la telefonía celular descalifican las posibilidad de que estos aparatos desarrollen tumores cancerígenos por las radiaciones que emiten, pero extrañamente dan por válidas algunas “recomendaciones” como ser cauto y moderado en el tiempo que se usa el celular.
Recomiendan, de preferencia, usar el teléfono en altavoz o recurrir al “manos libres” para evitar el menor contacto del aparato con la cabeza. Aceptan que hay que tratar de tener más distante el celular del cerebro.
Otro consejo que dan es que es preferible un punto cercano a la ruta de la torre de telefonía celular para utilizar la cantidad mínima de potencia. Entre más retirada se encuentre la torre, hará falta más energía para conseguir una adecuada señal. También estar dentro de un edificio dificulta más la señal.
El factor de la cantidad de tráfico de señales de telefonía celular es otro elemento de riesgo porque se requiere más energía para obtener la señal adecuada.
Recomiendan llamadas más cortas porque hay personas que pueden durar horas, sí horas y horas, con el teléfono pegado a la oreja que hasta les suda el pabellón y se tuercen el cuello. Si se tiene un teléfono fijo a la mano es mejor usarlo porque esos no generan radiaciones. Los audífonos con cable son otro remedio para evitar la cercanía del aparato con la cabeza.
Y como siempre los estudios indican que el uso de celulares no causa cáncer de encéfalo ni de otros tipos en las personas, pero también recomiendan disminuir la exposición a la radiación por radiofrecuencia al utilizar los teléfonos celulares. Tales efectos se reflejaran a largo plazo.
Por lo pronto deje de dormir con el teléfono a su lado. Está exponiendo a su cerebro a radiaciones. Cargue su celular en otra habitación donde no duerma. Disminuya las llamadas poniendo el teléfono en la oreja y use más los textos. Use el altavoz para retirarse el teléfono de la cabeza.
Debemos adquirir conciencia de todo progreso y tecnología es un gran salto de la humanidad, pero también que muchas veces conllevan algún costo.
[1] https://www.cancer.net/es/blog/2022-04/%C2%BFpuede-el-uso-de-un-microondas-causar-c%C3%A1ncer
[2] https://www.eltiempo.com/cultura/gastronomia/los-riesgos-del-microondas-para-la-salud-676538
[3] TAHA, L, Christian Dauverge y Guillermo Avendaño (2016) Los peligros del mal uso de los teléfonos celulares, revista chilena de Neuro-psiquiatría, vol. 54, no. 1, Santiago de Chile.