Reflexión personal
Me emociona pensar que Dios es tan grande que puede ver todo y a cada uno de nosotros al mismo instante. Observa y contempla a toda la humanidad, a todos los habitantes de la tierra. No a unos cuantos, no a los de una región, a todos y cada uno de nosotros sin que falte uno solo. Pero no termina ahí, no solo nos observa, sino que conoce lo que hacemos, pensamos y sentimos. El salmo 33:13-15 lo dice así: “El Señor observa desde el cielo y ve toda la humanidad; Él contempla desde su trono a todos los habitantes de la tierra. Él es quien formó el corazón de todos y quien conoce a fondo todas sus acciones”
Una gran verdad, Dios nos observa todo el tiempo sin descansar, pero esto no significa que debamos vivir con miedo pensando que nos ha va a caer un rayo por portarnos mal. ¡Al contrario! Sirve como recordatorio constante sobre la gracia y misericordia que tiene el Señor con nosotros cada vez que le fallamos y regresamos a Él para pedir perdón.
Aunque en ocasiones pareciera que Dios está distante y no le interesa lo que pasa abajo en la tierra, bueno, la realidad es otra. Él nos conoce, nos observa quiere tener comunión con nosotros. Las circunstancias solamente nos ayudan a depender más de Él. No te dejes engañar por el enemigo, ni tus emociones, Dios está ahí todo el tiempo cada una de tus acciones. Enfócate en acercarte más a Él y no despegarte ni un segundo de su mano para que tus acciones siempre vayan conforme a su voluntad. Jamás pienses que Dios está entronado en las alturas sin prestarte atención.
Es extraordinariamente maravilloso saber que Dios conoce cada estrella del universo y la llama por su nombre (Sal. 147:4) Si conoce las estrellas, te conoce a ti, lo pasa en tu interior y lo que pasa en tu la vida. Es maravilloso saber que el Creador del infinito universo nos observa y nos cuida permanentemente.
EL nos reconoce y nos examina de forma profunda, sabe lo que anhelamos, los que nos duele o molesta y nos brinda consuelo, sanidad interior y restauración.
Dios observa todo, desde nuestra alegría hasta nuestras inquietudes, el Señor no se limita en observar, sino él nos ayuda a vencer los obstáculos que se nos presentan en la vida.
Hay quienes tienen un secreto, van por la vida caminando con el rostro sonriente pero con el corazón roto quizá por abandono de alguien que los dejó sin importar nada. Otros posiblemente heridos por una traición. Algunos quebrantados por una desilusión van por la vida con el corazón roto en mil pedazos. No hay nada que pase en tu corazón que Dios no conozca, pues Él formó tu corazón, conoce tus emociones, tus pensamientos, tus intenciones, lo que te duele y lo que te produce gozo (Sal. 33:15) No importa dónde estés, como te sientes, o a que circunstancias estás enfrentando. Cualquier turbulencia que esté agitando tu vida en estos momentos, no se puede comparar al poder infinito del amor de Dios. Isaías 49:15-16 dice: “¿Pero acaso se olvida la mujer del hijo que dio a luz? ¿Acaso deja de compadecerse del hijo de su vientre? Tal vez ella lo olvide, pero Yo nunca me olvidaré de ti. Yo te llevo grabada en las palmas de mis manos” ¿No le parece esto extraordinario? Él lleva grabado tu nombre en las palmas de Sus manos. ¡Tú cuentas para É! Él conoce todo acerca de ti. ¡ÉL CONOCE TU NOMBRE!
Cada vez que estés tentado a pensar que Dios se ha olvidado de ti, que no le importas, solo necesitas ir a la cruz del Calvario porque ahí recordarás que Él te grabó en las palmas de Sus manos cuando fueron sujetadas por los clavos y pagaron el precio de tu pecado, y llevó allí todo tu dolor (Is. 53)
Deseo terminar la reflexión de hoy trayendo a nuestra memoria el salmo 147:3 que dice: “Él sana a los que tienen roto el corazón, y les venda las heridas”
Estimado lector, crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo.