El Día de los Derechos Humanos es, por obvias razones, una efeméride particularmente propicia para reflexionar sobre los avances y desafíos en la materia. Es una ocasión idónea para, como bien lo dice la ONU, revitalizar un movimiento global por los derechos humanos.
Entonces, recordando la importancia de los derechos y libertades proclamadas el 10 de diciembre de 1948 en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, es esencial reflexionar sobre los avances logrados y los desafíos que, a pesar de los esfuerzos internacionales, aún persisten en muchos países, resaltando la necesidad de un compromiso renovado y reforzado para garantizar la dignidad, la igualdad y la justicia para todos.
Por ejemplo, en el caso de México, las graves violaciones a los derechos humanos que persisten resaltan esa necesidad. Y es que, a pesar de los avances legales y la ratificación de tratados internacionales, la situación sigue siendo alarmante porque millones de ciudadanos aún viven bajo amenazas constantes y las violaciones a sus derechos suelen quedar sin castigo.
Así, la violencia, la impunidad y la desigualdad afectan gravemente a grupos vulnerables como mujeres, indígenas, migrantes, activistas, periodistas y defensores de derechos humanos, quienes enfrentan barreras sistemáticas para acceder a la justicia, agravando aún más su situación de vulnerabilidad.
Total que los derechos humanos en México siguen siendo una asignatura pendiente porque la violencia, la discriminación y la impunidad continúan socavando la justicia y la dignidad de los ciudadanos. Terrible situación que resalta la necesidad de un compromiso firme, constante y duradero por parte de las autoridades y la sociedad.
En el caso de México y otros países con contextos similares, se requiere un esfuerzo conjunto y sostenido que involucre a gobiernos, sociedad civil y organismos internacionales para garantizar que los derechos y libertades fundamentales de todas las personas, sin excepción, sean plenamente respetados y protegidos. Solo así será posible lograr un futuro donde la dignidad humana sea un derecho universalmente garantizado.
Urge, entonces, fortalecer los mecanismos nacionales e internacionales para proteger los derechos humanos de manera efectiva. Que las instituciones colaboren coordinada y eficientemente en la implementación de políticas públicas y en la creación de espacios seguros para que las víctimas denuncien sin temor. Y urge también una educación en derechos humanos que promueva una cultura de respeto, empatía y compromiso con la justicia y la igualdad.
Que el Día de los Derechos Humanos sea, pues, más que una conmemoración. Que sea un recordatorio de nuestra responsabilidad colectiva en la lucha para garantizar el respeto y protección de los derechos y libertades de todas las personas.
A modo de recordatorio, concluyo parafraseando lo dicho alguna vez por la escritora, política y activista estadounidense, Eleanor Roosevelt: Los derechos humanos son la base de todo. Son para todos, en todos los lugares y en todo momento.
Aída María Holguín Baeza
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