Recientemente, navegando por Twitter, supe que existe el Día Mundial de la Lógica y, lógicamente, procedí a indagar más sobre el tema.
Resulta y resalta que fue a finales del 2019 cuando la UNESCO, en asociación con el Consejo Internacional de la Filosofía y de las Ciencias Humanas, proclamó el 14 de enero “Día Mundial de la Lógica”; esto, con el fin de reconocer y valorar el papel histórico -y actual-, cultural e intelectual que ha tenido -y tiene- la lógica.
Y es que, de acuerdo con la UNESCO, a pesar de la innegable utilidad de la lógica para el desarrollo del conocimiento, gran parte del público no tiene muy clara la importancia teórica de la lógica y sus repercusiones prácticas (Es posible tanto un mal razonamiento como un buen razonamiento; y este hecho es el fundamento del lado práctico de la lógica, diría Charles S. Peirce).
De ahí que el mismo organismo enfatice que, dado que la lógica se vincula a conceptos como conciencia, conocimiento o razón, y que la capacidad de pensar es una de las características más definitorias de la humanidad, la lógica, como disciplina que fomenta el pensamiento racional y crítico, es absolutamente vital para nuestras sociedades y economías.
Así, con ese contexto, es lógicamente comprensible que la UNESCO esté convencida de que la proclamación de un día mundial de la lógica contribuirá, mediante la enseñanza y la investigación, la difusión pública de la disciplina y la cooperación internacional, no solo al desarrollo de la lógica sino también a la promoción de una cultura de paz.
Por otro lado, pero en el mismo sentido, la UNESCO refiere que, según la tradición clásica occidental, los seres humanos se definen como “animales racionales” o “lógicos”; lo cual, concreta y lógicamente, expresa la esencia y naturaleza del ser humano. Cosa con la que, por cierto, Dale Carnegie difería y que, de manera lógica, expresó en su libro titulado Cómo ganar amigos e influir sobre las personas: “Al tratar con personas, recordemos que no estamos tratando con criaturas de lógica. Estamos tratando con criaturas de emociones, criaturas erizadas de prejuicios y motivadas por el orgullo y la vanidad”.
Claro está que tanto lo referido por la UNESCO como lo expresado por Carnegie se apoya en argumentaciones lógicas que, si bien son irónicamente contradictorias (por aquello del principio de no contradicción), demuestra de manera sencilla que todo es cuestión de lógica y que, por ende, el pensamiento lógico debe estar presente (No todas las opiniones son iguales. Algunas son muchísimo más robustas, sofisticadas y bien apoyadas en la lógica y el argumento que las demás, diría Douglas Adams).
A modo de complemento, concluyo citando lo dicho por el filósofo turquestano, Al-Farabi: La lógica tiene de común con la gramática el dar, como ésta, reglas acerca del uso de las palabras; y se distingue de ella en que la gramática da tan sólo las reglas propias y privativas de las palabras de un pueblo determinado, mientras que la lógica da las reglas comunes y generales para las palabras de todos los pueblos.
Aída María Holguín Baeza
[email protected]