¿Y entonces?
Conforme pasan los días, y no obstante que el número de efectivos militares se eleva en el combate a la delincuencia, la oleada homicida crece.
Desde la época de Felipe Calderón, numerosos estudios demostraron que en la medida que aumentaba el número de efectivos militares y su capacidad de fuego, se elevaba el número de homicidios relacionados con el crimen organizado.
Por desgracia, en esta nueva etapa de la militarización en México para combatir la inseguridad, la estrategia es casi exclusivamente reactiva sin que por ello se ataque la causa que dió origen al episodio.
Esto, como ahora se comprueba en todo el país, no ha llevado a que disminuya el índice de homicidios, ni el número de zonas controladas por las bandas del crimen organizado, al contrario.
Chihuahua es el Estado en el que, de acuerdo con el Segundo Informe Semestral de la Fuerza Armada Permanente en Tareas de Seguridad Pública, generado «por la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), fue en 2023 el segundo estado con mayor despliegue de elementos del Ejército Mexicano, con casi cinco mil efectivos y sólo por debajo de Guanajuato, que supera los cinco mil 200». (Nota de Diego Villa, El Diario de Juárez, 4 de febrero de 2024).
Y, sin embargo, el número de homicidios ocurridos en 2023 creció respecto del año anterior y, como antes, Juarez concentra el mayor número de eventos de este tipo.
A estas alturas ya debieran saber los más altos mandos militares y el gobierno de la República, que nada les ha funcionado en esta materia
El balance es desastroso.
Habrán transcurrido seis años en los que desperdiciamos, nuevamente, la oportunidad de construir una policía nacional, capaz de enfrentar lo que ahora deploramos.
Es evidente que se necesita una estrategia distinta, entre la que se incluya, necesariamente, una estrategia para detener el flujo de armas a nuestro país.
Los resultados evidencian que nada se hace. El tronar de armas es en todo el país, a todas horas.
Como lo mostró el informe mencionado, sí efectúan diagnósticos, aparentemente correctos, de, por ejemplo, el tráfico de armas existente nuestro país; el número de ellas ingresadas al México, las rutas que siguen, el trasiego, la distribución y los lugares en donde se reparten las armas.
Chihuahua tiene, en estos aspectos, dos lugares centrales.
Por un lado, Juárez es uno de los puntos de entrada de armas clandestinas, procedentes de los Estados Unidos y, por otro, se mantiene dentro de las entidades en las que mayor número de homicidios se presentan año año con año. Y nada pasa.
Todos los viajeros, procedentes de las ciudades fronterizas, saben que no hay una sola acción que nos lleve a pensar que hay operativos para detener el flujo de armas.
El informe revela un aspecto de la estrategia aplicada durante el presente gobierno federal, esto es, que los elementos militares fueron «los encargados de fortalecer las acciones de las instituciones de seguridad pública de los tres niveles de gobierno, mientras que los locales se enfocaron en la incidencia delictiva particular». (Ibídem).
Por supuesto que las realidades de EU y México son diametralmente distintas, pero alguna enseñanza debiera obtenerse de las experiencias de ellos:
«El número de asesinatos en las ciudades de EE. UU. cayó más del 12%, lo que sería el mayor declive nacional registrado… la tasa de asesinatos es más baja de lo que fue durante los años 70, 80 y 90… la tasa de delitos violentos en 2023 estuvo cerca de su nivel más bajo en más de 50 años». (Publicado por Germán López, NYT, 11 de enero de 2024).
El artículo sugiere dos razones de la baja: «… durante el Covid, los asesinatos aumentaron. (Ahora) han disminuido. La segunda explicación implica la muerte de Floyd (Un afroamericano asesinado por los policías). Los asesinatos policiales de alto perfil suelen poner a prueba las relaciones entre las fuerzas del orden y el público… (pues) a medida que pierden la confianza en la policía y el sistema de justicia, más estadounidenses recurren a sus propios medios, incluida la violencia, para resolver los conflictos». (Ibídem).
¿Habrá algo que se parezca en México, en donde no hay confianza, ni en las policías, ni en la justicia, ni en los políticos?
Algo debiéramos aprender de aquellas experiencias.
Columna de Plata-APCJ: 2008, 2015, 2017, 2022 y 2023
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