Hace unos días, en el Senado de la República se armó un zafarrancho. El cinco de diciembre, en la tribuna de la Cámara, el senador Mario Humberto Vázquez Robles señaló que le resultaba de un cinismo sin medida el que se pretendiera hacer notar a los senadores Corral y Yunes como políticos independientes: “Me resulta de un cinismo inconcebible que digan que el senador Yunes es un ejemplo de suma generosa a la causa de ustedes; cuando todo mundo sabe perfectamente que le han eliminado las órdenes de aprehensión que tenía, previamente a que ustedes lo cooptaran y lo amenazaran, y él concediera y cediera y las diera”.[1]
Antes de proseguir, debo señalar que celebro el juego de palabras empleado, eso de ir quitando sílabas a la palabra “concediera”, para luego decir “cediera” y terminar con “diera”, me parece muy ingenioso. ¡Bravo, Senador!
Lo que me parece increíble es que, por una simple intervención en tribuna, en ejercicio de sus prerrogativas como legislador y por un ingenioso juego de palabras, como energúmenos, como bestias, los senadores Adán Augusto López Hernández y Miguel Ángel Yunes Márquez se lanzaran en contra del senador Vázquez Robles para agredirlo. ¿De veras eso fue los mejor que ese par de imbéciles pudieron hacer?
Al debate parlamentario, cualquiera que sea tu tono, ¿van a seguir ahora enfrentamientos de verduleras? ¡Qué asco! ¡Qué asco de políticos! ¡Qué asco de legisladores! ¡Qué cinismo de ese par de cerdos!
¿Adán Augusto López hablando de hombría? ¿Un viejo decrépito cuya hombría se limita a encamarse con chavalitas que luego hace senadoras?
¿El Senador Miguel Ángel Yunes amenazando a quien le falte al respeto? ¿Esa porquería de hombre? ¿Ese traidor?
No, no puedo compartir los cuestionamientos, las críticas ni las burlas que algunos medios locales han hecho en contra del senador Vázquez Robles. Los hechos están ahí, a la vista de todos; una confrontación parlamentaria se convirtió en una cena de negros porque un par de descastados, que tienen la piel demasiado sensible, optaron por la violencia en vez del debate o la confrontación dialéctica.
No señores, lo que ocurrió durante la referida sesión ilustra muy bien en lo que el país se está transformando; en lo que MORENA lo ha convertido. Un muladar, una inmundicia.
Cuando dos pillos como López o Yunes tienen el atrevimiento de agredir, en el recinto parlamentario y de manera pública, a otro legislador por sus dichos en tribuna, algo muy malo está pasando en México. Algo terrible.
No es comportándose como animales como se ennoblece el cargo ni se honra al país; no es con ese espectáculo de barriada como se enaltece la función.
Yunes y Corral son animales, peores que animales, porque a ciencia y paciencia han decidido apuntalar un régimen que, ellos lo saben bien, se ha propuesto destruir a las instituciones para concentrar el poder en una sola persona que ni siquiera es la presirvienta Claudia Sheinbaum, sino el vejete estúpido de Andrés Manuel López Obrador.
Sí, Yunes, Corral y otro montón de infelices las dieron, las dan y las seguirán dando porque es lo único que saben y pueden hacer; porque no tienen valor ni talento para hacer otra cosa más que mantenerse culiempinados, ofreciéndose como lo que son: auténticas mujerzuelas.
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Luis Villegas Montes.