Ni a cual irle.
Como cantaría Serrat, si no fueran tan dañinos, hasta darían risa.
Adelantada la sucesión gubernamental en Chihuahua, acelerados los tiempos electorales y los políticos; desatadas las ambiciones políticas y las pasiones clasistas e ideológicas; exacerbadas las posturas; lanzados en uno u otro sentido los expositores de una forma ú otra de pensar; llegadas hasta el extremo las posturas de quienes elogian o vituperan al presidente López Obrador, el país se enrumba, casi indefectiblemente, a la más álgida confrontación política de las últimas décadas.
Quienes apoyan a López Obrador lo hacen -la mayoría- de manera casi totalmente acrítica; y quienes lo critican, a un tris del insulto.
La víscera está a flor de piel.
No asoma por parte alguna la intención de analizar fríamente cualquier problema, asunto o fenómeno; en todos los temas, así sean los más frívolos, aparece el espíritu descalificador; no hay espacio para el análisis.
Si este se hace y se concluye que las medidas del gobierno de la república no son aceptables, o no son las mejores, sobreviene el epíteto, “forman parte del pensamiento conservador”, son parte “del PRIAN”.
Y si el análisis viene en el sentido contrario, entonces las descalificaciones son extremas, reforzadas por una muy extendida tendencia de la mayoría de los medios de comunicación -sus analistas incluidos- a descalificar todo lo efectuado por quienes dicen realizar la 4T.
En medio de fenómenos tan nocivos, la clase política nacional exhibe de manera vergonzosa sus reales dimensiones.
La chihuahuense no se queda atrás.
Para desgracia de las corrientes de las izquierdas y de la ciudadanía que comulga con esa forma del pensamiento político, la clase política ha sufrido un notorio, reciente e impulsivo crecimiento a manos de muchos de los morenistas llegados al gobierno.
Alegremente se han sumado a este segmento de la sociedad mexicana, que en términos estrictamente científicos no constituyen una clase social, pero que para efectos del análisis de la realidad mexicana ¡Vaya que ayuda! ¡Y mucho, para entenderla!
La semana que termina fue extremadamente pródiga en mostrarnos -hasta la saciedad- varias de las características de la clase política local; por supuesto, de ninguna manera atractivas, al contrario.
El conflicto del agua, desatado, ya sea por una torpeza de las autoridades nacionales de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) -develada cándidamente por la directora de ella, Blanca Jiménez Cisneros, en un artículo editorial del 10 de enero (El Universal, “¿De quién es el agua?”- o por la celebración clandestina de acuerdos sobre este tema, entre los funcionarios de Conagua y los gobernantes chihuahuenses (incluidos los del gobierno de la 4T), cosa que es mera especulación ante la aparente irracionalidad política de la decisión de abrir las compuertas de las presas de El Granero y La Boquilla, para extraerles, en conjunto, mil 100 millones de metros cúbicos de agua almacenada, fue uno de los eventos que más develaron a nuestra clase política, en toda su plenitud.
Los otros sucesos que nos hicieron asomarnos a las entrañas de esa misma clase fueron -¡Cosas con las que nos topamos cotidianamente y que no dejan de asombrarnos e indignarnos!- las noticias acerca de la contratación de un sobrino del gobernador Javier Corral como funcionario en la Junta Municipal del Agua de Juárez y la del gasto del gobierno de Chihuahua, de más de 1 millón de pesos para trasladar a equipos de futbol de Sudamérica a fin de que participaran en un torneo internacional -Copa Bravos Internacional 2019, organizado por el equipo Bravos de la liga Mx de primera división, del cual es propietaria la Secretaria de Economía del “amanecido” gobierno, Alejandra de la Vega- como si tales actividades formaran parte de las obligaciones y facultades del gobierno estatal y no, como debiera ser el caso, del grupo empresarial propietario del equipo y al cual el gobierno de Corral considera, casi, como una especie de franquicia de la administración estatal.
“En las ediciones 2018 y 2019 de la Copa Bravos se pagaron miles de pesos por pasajes de avión para jugadores de Colombia y Argentina que participaron en los torneos realizados en Juárez. Al equipo argentino Rosario Central se destinaron 738 mil pesos y para el colombiano Deportivo de Cali fueron otros 415 mil, en sólo una de las ediciones”. (La Columna, El Diario de Juárez, 7/II/20).
Esos gastos merecieron sendas “observaciones” -es decir, fueron consideradas como irregularidades- por la Auditoría Superior del Estado debido a que se hicieron por “adjudicación directa, sin justificación, a una empresa de las favoritas del ICHD”. (Ibídem).
A la inauguración del torneo acudió el gobernador Corral, en el cual participaron “16 equipos de talla nacional e internacional de la categoría sub 15 (Nota de Dámaris Arellanes, Puente Libre, Juárez, Chih., 24/06/2019).
Pero el evento que mostró a la mayoría de la clase política local -como dirían en tiempos de las primeras películas a color, “a todo color, en Cinemascope”- fue la revelación de que se pensaba extraer el agua de La Boquilla.
Conocedores de la real intención de hacerlo por las autoridades federales, los legisladores federales y locales del PAN de la región Centro-Norte del estado llegaron al extremo de mostrar las imágenes tomadas al vertedero de la presa El Granero (Luis L. León), en las que aparece seca esa parte de la presa, escondiendo el hecho de que así debe permanecer pues se trata de una presa contenedora de agua.
Los funcionarios locales de Conagua ya sabían de la intención de la extracción, negaron el hecho, en tanto crecía la inquietud de los usuarios de los comités de riego y se sometían a una serie de negociaciones que ahora sabemos no tenían justificación pues no se encontraba en riesgo el pago del agua, de acuerdo con el tratado internacional.
Lo peor, precisamente en lo más álgido del conflicto, el Director local del Conagua fue removido y el nuevo tomó posesión ¡El 31 de enero!
La llegada de nuevos y mayores contingentes de la Guardia Nacional y del Ejército le dieron cuerpo a los rumores.
¿Si no había la intención de extraer el agua, para que se les trae en ese número?
Desatada la protesta, todos los actores políticos -sobre todo los del PAN- se convirtieron en extraordinarios y dinámicos defensores del agua de Chihuahua, encabezados, pero por supuesto, por el gobernador Javier Corral, a cuya vera le llegaba semejante conflicto, casi de manera gratuita y que intentó aprovechar al máximo, justamente cuando recibía, otra vez, las más bajas calificaciones entre los gobernadores del país.
Y por todas partes se lanzaban los mensajes de que era necesario rediscutir los términos del Tratado, sin parar mientes que el cumplimiento de los compromisos del actual ciclo no estaban en riesgo.
¡Todos aparecieron como Padres de la Patria!
Vamos, hasta una misa realizaron los católicos a los pies de la cortina de la presa, y luego el Congreso del Estado, manejado inescrupulosamente por el gobernante chihuahuense, efectuó una sesión en el mismo sitio cuyos efectos no tenían más objeto que lanzarle dardos envenenados a la 4T.
Y estos, desaparecidos. Sólo hasta que el conflicto escaló aparecieron.
¿Y para qué?
Para justificar con una ramplona concepción supuestamente igualitaria “que el agua es de todos” y que, como tal, deben beneficiarse todos de ella, sin tomar en cuenta que hay derechos sobre ella y, además, reglas derivadas de un tratado internacional, con rango constitucional.
Vamos, algunos llegaron a justificar tal actitud usando el argumento de que los usuarios y beneficiarios del agua de La Boquilla son los ricos y prósperos agricultores, ¡como si los productores de Tamaulipas fueran proletarios!
Por supuesto que hubo morenistas al lado de los productores chihuahuenses, pero todos fueron descalificados ¡Por el mismísimo presidente López Obrador, quien usó los argumentos e información de la directora de la Conagua, como si estuviera en peligro el cumplimiento de los acuerdos del Tratado de Límites y Aguas, tal y como la funcionaria había dado a conocer en su artículo!
El colmo de la actitud cortesana de una parte de los legisladores locales de Morena lo fue su coordinador, Miguel Colunga, quien llegó al extremo de difundir el mensaje que habría de expresar en la sesión del Congreso, celebrada en la cortina, pero que, “por cuestiones de formato (de la sesión) no pudo leer”.
¿Qué? ¿Al líder de los diputados de Morena, que habría de fijar la postura del morenaje en esa sesión, ante los productores, no le permitieron, los panistas, leer su mensaje?
¿Y se quedaron callados los “morenos”?
¡Increíble, sencillamente increíble!
¡Bienvenidos a la clase política, con todos sus privilegios!
En tanto, los más altos funcionarios del gobierno federal en Chihuahua guardaban un más que protocolario silencio y los militantes de a pie, del morenaje, se quedaban callados, -la mayoría- o justificaban la decisión de otorgar el agua de La Boquilla, como si estuviera en riesgo el cumplimiento del Tratado, y unos pocos acompañaban a los manifestantes que se oponían a la entrega del agua.
Todo porque a alguien -¿quién?- se le ocurrió que deberíamos entregarle a Tamaulipas la mitad del agua que hoy tiene La Boquilla.
¿Por qué? ¿Para qué?
Y al presidente lo hicieron aparecer como muy preocupado en que no incumpliéramos con los compromisos del Tratado.
El problema es que apareció, otra vez, con la información equivocada.
No están en riesgo los compromisos del Tratado.
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