Los Primeros Auxilios Psicológicos (PAP) nacen ante la necesidad de dar atención emocional inmediata para aquellas personas que se encuentran bajo una situación de crisis, a través de una serie de medidas y acciones que pueden brindar cualquier persona capacitada para ello, según informó el maestro Andrés Octavio Pérez Estrada, responsable de la Unidad de Programas y Proyectos Especiales del Departamento de Atención Integral al Estudiante de la UACH.
Agregó que la principal característica de esta intervención es que debe ser breve y práctica, de tal manera que una persona entrenada pueda asistir de manera inmediata cualquier situación crítica emergente que pudiera surgir, entre los que se pueden mencionar conflictos interpersonales, enfermedades, desastres naturales o muertes de seres queridos.
El experto en psicología dijo que para poder proporcionar los Primeros Auxilios Psicológicos deben seguirse estos cinco sencillos pasos:
Paso 1.- Realizar un primer contacto psicológico. Este consiste en establecer empatía o “sintonización” con respecto a los sentimientos de la persona en crisis, lo cual implica que quien asiste la invite a hablar y escuche lo que ésta desea expresar tanto en lo relativo a los hechos como lo que siente.
El contacto no se hace necesariamente a través de la comunicación verbal, algunas veces acompañar en silencio el llanto, el dolor y la angustia del otro, también pueden tener un efecto calmante y liberador, por lo que quien asiste debe responder de manera tranquila y controlada para resistir la tendencia de quedar atrapada/o ante la intensidad de lo sentido por quien está en crisis.
Paso 2.- Analizar las dimensiones del problema. Valorar el estado de la situación de crisis haciendo énfasis en tres áreas: el pasado inmediato, el presente y el futuro inmediato de la persona y situación; lo anterior se debe abordar a partir de la narrativa de la persona y por medio de preguntas abiertas, francas y sin discriminación o sesgo personal.
Para evaluar las dimensiones del problema, es necesario considerar el funcionamiento de la persona desde cinco áreas que se denominan CASIC: el área de la conducta, afectiva, somática, interpersonal y cognitiva.
El área de la conducta se refiere a la manera como se comporta la persona, si está errático, asustado, tembloroso, e incapaz de estar quieto o por el contrario, incapaz de moverse ante situaciones de peligro. En el área afectiva revisamos la manera en que se desenvuelve emocionalmente, es decir, si se encuentra triste, asustado, frustrado o molesto. En el área somática nos percatamos de la presencia de taquicardia, sudoración excesiva o habla lenta como consecuencias de abuso de sustancias o lesiones.
En el área interpersonal observamos la capacidad que tiene una persona de relacionarse, comunicar e interactuar con su entorno, con nosotros y los demás. Finalmente, el área cognitiva, que son los pensamientos negativistas, limitantes o distorsiones que nos llevan a pensamientos o ideas no favorables.
La razón de lo anterior es que debido a la confusión y desorganización que podría presentarse durante el estado de crisis, la persona trate de solucionar todo al mismo tiempo en un intento de “cortar” con la angustia que le produce el suceso.
Paso 3.- Sondear las posibles soluciones. Esto puede realizarse identificando cómo la persona ha solucionado la crisis o problemas en el pasado, por medio de preguntas como: ¿Te ha pasado antes? ¿Cuántas veces? ¿Cómo lo has solucionado? y/o ¿Quieres intentar…? Se torna fundamental ayudarle a considerar los posibles obstáculos y/o dificultades que pueden presentarse en la ejecución de cada propuesta.
Paso 4.- Asistir en la ejecución de acciones concretas. Se refiere a ofertar la ayuda que en ese momento se pueda brindar para ejecutar y/o satisfacer soluciones inmediatas saludables y proporcionadas a la capacidad de la persona en crisis; no se trata de una situación del todo directiva sino facilitadora, a no ser que se presente alguna de las siguientes condiciones: que la capacidad de actuar de la persona se encuentre muy deteriorada a consecuencia del impacto de la crisis, que no pueda cuidarse a sí misma, que ponga en riesgo su vida o la de terceros.
Paso 5.- Seguimiento. Asegurarse y reevaluar el estado de la persona una vez que esta esté fuera de riesgo y/o fuera de la situación crítica, por medio de una mayor conversación, la cual puede ser telefónica o a través de visitas. No hay que cortar la comunicación y asegurarnos que se encuentre bien, recibiendo asistencia con una o un profesional, ya que la intervención de PAP dista de ser terapia psicológica.
La comunicación puede y deberá ser empática, no limitándose a la asistencia de PAP sino como un elemento integrador de la calidad de vida comunitaria, prestando atención al lenguaje no verbal, es decir, nuestros gestos faciales y movimiento corporales de desagrado o susto, por medio de preguntas claras y abiertas para permitir que las personas no se limiten a la hora de responder, con retroalimentación y validación de las emociones de las personas, evitando las distorsiones y sesgos propios a través de nuestras experiencias y con la escucha activa, la cual consiste en escuchar con todos los sentidos, no únicamente con los oídos sino con el conjunto de sensaciones alrededor de sus características, es escuchar con contacto visual, sin distractores y acentuando con la cabeza.