Debido a la rápida y amplia propagación del “COVID-19”, el pánico colectivo también se ha expandido por todo el mundo. Y aunque ese comportamiento es -hasta cierto punto- natural, tenemos que evitar que el miedo irracional también se convierta en pandemia.
Ante el inminente brote del Covid-19 en México, debemos actuar a la altura de la situación considerando, en primer lugar, que de acuerdo con la OMS, una pandemia (como ya lo es el Covid-19) no necesariamente adquiere esa denominación por su nivel de gravedad, sino por la distribución geográfica de la enfermedad. No obstante, también es necesario saber que eso no quiere decir que no puede llegar a ser grave; sobre todo, si se considera el estado general de salud de la población o la capacidad de atención por parte de las instituciones de salud pública.
En ese contexto, e independientemente de que para algunos el Covid-19 siga siendo motivo de bromas, hay que entender que nuestro actuar (como sociedad) determinará -en gran medida- el impacto que, en distintos sectores y aspectos, causará esta pandemia en nuestro país.
Ante el Covid-19, lo primordial es que no cunda el pánico y que nuestro comportamiento sea responsable; comenzando por seguir las indicaciones preventivas que se han dado a conocer a través de distintos y diversos medios confiables u oficiales.
Que no cunda el pánico, no significa creer que el adelanto y extensión de las “vacaciones” de Semana Santa es un periodo para el esparcimiento en áreas públicas. Al contrario, lo que se adelanta y se extiende son los “días de guardar” (que ahora tendrán un significado distinto al religioso), sin que eso deba provocar pánico individual o colectivo. En ese sentido, lo correcto es que quienes sí tienen la oportunidad de hacerlo (porque habrá quienes no puedan hacerlo) se queden en casa y atiendan las recomendaciones de limpieza, higiene y compras.
Respecto a las compras, no está de más decir que “la mentalidad de rebaño” observada en las compras de pánico está provocando que más personas se sumen a esa conducta irracional que causa el desabasto, la escasez y, por ende, el aumento exponencial de los precios. Cosa que, además de perjudicar a la propia sociedad, no la hace inmune al Covid-19 ni disminuye -en términos reales- la probabilidad de contraerlo.
Por último, pero no menos importante, es urgente tomar conciencia de que, para que el pánico no se propague, es necesario estar informados adecuada y oportunamente (para luego actuar en consecuencia); es decir, evitar difundir información sin antes haber corroborado su veracidad y la confiabilidad de las fuentes.
En esta ocasión, concluyo parafraseando lo dicho alguna vez por el escritor ucraniano, Nikolai Gogol: El pánico es más contagioso que el Covid-19 y se contagia en un instante.
Aída María Holguín Baeza
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