Con pleno conocimiento de causa, la UNESCO enfatiza que las sociedades con un alto nivel de alfabetización mediática e informacional (AMI) están mejor preparadas para tomar decisiones informadas, participar en la vida cívica y cultural, y resistir la desinformación y la manipulación mediática.
Y es precisamente por eso que la AMI es clave para afrontar los retos del siglo XXI como, por ejemplo, la proliferación de la desinformación y la incitación al odio, la pérdida de confianza en los medios de comunicación, así como para adaptarse al impacto transformador de las innovaciones digitales, incluyendo la inteligencia artificial.
El asunto es que, en un mundo cada vez más digitalizado, conectado y globalizado, la AMI es un elemento imprescindible para el ejercicio de la ciudadanía en sociedades democráticas. Y de ahí que, desde hace varios años, la UNESCO impulsa y promueve una agenda que, de inicio, reconoce y subraya que la información es un bien público, que, como tal, es de gran valor para el interés público.
Tanto es así que, para este año, el tema de la Semana Mundial de la Alfabetización Mediática e Informacional se centra precisamente en el interés público de la información, destacando la importancia de dotar a las personas de habilidades de pensamiento crítico en el ecosistema digital actual.
Y así, con el tema “Las nuevas fronteras digitales de la información: Alfabetización mediática e informacional para la información de interés público”, la Semana Mundial de la Alfabetización Mediática e Informacional 2024, invita a reflexionar sobre la importancia de la AMI.
Y es que, sin duda alguna, la Alfabetización Mediática e Informacional juega un papel crucial en la promoción del interés público, especialmente en un mundo y un entorno donde la información se produce y consume a un ritmo vertiginoso, y donde las redes sociales juegan un papel preponderante en el ejercicio de la libertad de expresión y el acceso al conocimiento.
Por eso y muchas cosas más es que la AMI se ha convertido en una competencia esencial en la era digital. Es decir, en una competencia esencial para garantizar la formación de ciudadanos críticos y responsables que participen de manera activa e informada -y no desinformada- en la vida democrática y social.
En este sentido y con ese contexto, cada esfuerzo cuenta y cada voz puede hacer la diferencia. Llegó la hora de comprometernos con la AMI como una prioridad global, asegurando un futuro donde todos tengan las herramientas necesarias para enfrentar los desafíos de la información en el siglo XXI, en el entendido de que la participación informada es la clave para un futuro donde todos los ciudadanos podamos contribuir activamente a la vida pública y, sobre todo, a un bien común.
A modo de complemento y reflexión prospectiva, finalizo citando lo dicho no hace mucho tiempo por la directora general de la UNESCO, Audrey Azoulay: En última instancia, la alfabetización mediática e informacional no es solo una cuestión técnica o pedagógica, sino un reto democrático vital para la cohesión de nuestras sociedades.
Aída María Holguín Baeza
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