A principios de la semana como representante del Gobierno federal en Chihuahua y junto a representantes del Gobierno del Estado y técnicos de la Comisión Nacional del Agua le dimos continuidad al diálogo que hemos establecido con anterioridad con los productores agrícolas, quienes al mismo tiempo son usuarios del agua de las presas del estado de Chihuahua; en esta ocasión fue en la fronteriza ciudad de Ojinaga; todo ello ha sido con el principal objetivo de asegurar dos aspectos fundamentales: cumplir el compromiso con los agricultores de la región de Ojinaga para que durante el ciclo agrícola 2020 reciban el agua para riego que les ha sido concesionada y por otra parte respetar con el cumplimiento del Tratado Internacional sobre la distribución de aguas internacionales del Río Colorado y del Río Bravo, el cual fue suscrito por los gobiernos de Estados Unidos y de México en 1944, y que a la letra dice: “… animados por el franco espíritu de cordialidad y de amistosa cooperación que felizmente norma sus relaciones”.
Acudimos a este encuentro con los agricultores con la convicción de que el diálogo es la única vía para el establecimiento de acuerdos, jamás nos cansaremos de mantenerlo siempre con respeto y tolerancia; personalmente me tocó pelear por diversas causas justas desde la instauración de nuestro movimiento, desde la contienda contra los fraudes electorales, la oposición a las reformas estructurales peñanietistas y hasta el respeto y otorgamiento a los derechos políticos de los mexicanos que radican en el exterior, rara vez nos recibían los funcionarios, pero haciéndolo o no, siempre nos condujimos con altura de miras, de manera pacífica y sin violencia.
No sucedió así en Ojinaga, principalmente porque entre los inconformes se infiltró un grupo de choque que rebasó a los mismos representantes de los productores. Pero vayamos por partes: ¿Qué nos trajo a este punto de inflexión? ¿Por qué luego de 76 años en los que el Tratado ha sido respetado en los términos acordados por los dos países, ahora se ha generado una oposición férrea por parte de algunos dirigentes? Obligando así que el Gobierno de México en el uso pleno de sus facultades tome acciones para cumplirlo ¿por qué a pesar de que los representantes de los usuarios afirman que nunca se han abierto las presas, ahora es necesario hacerlo? ¿Qué hay detrás de las violentas protestas?
La respuesta a la primera pregunta es: Debido a la irresponsabilidad del gobierno de Peña Nieto y de quienes en aquel tiempo estaban al frente de la Conagua ya que no se cumplió en tiempo y forma.
El Tratado es muy claro: México está obligado a entregar un volumen de dos mil 158 millones de metros cúbicos en períodos de cinco años, dicho Tratado también dice que no debe presentarse un adeudo durante dos períodos consecutivos. En el período de 2010 al 2015, México no cumplió a pesar de que se tenía agua suficiente en las presas internacionales y que a través de un acuerdo (conocido como “Papelazo”) debieron y pudieron haber sido cedidas a Estados Unidos, pero de manera inexplicable e injustificada esto no se hizo, por lo tanto, en el presente ciclo (2015-2020) es mandatorio que se entregue a cabalidad el volumen pactado.
Durante los 76 años del Tratado solamente en una ocasión se presentó adeudo en dos ciclos consecutivos, pero esto se debió a una sequía y en ese entonces las presas se encontraban vacías. A esta realidad hay que sumarle que ahora gobierna Andrés Manuel López Obrador y que desde muchos frentes a base de mentiras se intenta desprestigiar los avances de la Cuarta Transformación, es decir, la politiquería en todo su esplendor se infiltra en diversas causas y como el tema del agua es sensible, resulta muy fácil tomarlo como bandera, máxime ante la proximidad de las elecciones, por eso vemos tanto actor político alrededor del cumplimiento de un Tratado ya añejo.
Los genuinos usuarios del agua, con quienes me reuní en Ojinaga en la primera mesa de diálogo es gente honesta que a todas luces vive de su esfuerzo en el campo, su forma de vestir, sus manos callosas y su piel tostada bajo el sol así los delata, ésta es gente del campo que naturalmente está preocupada al ver el desfogue de la presa, lo comprendemos y por eso fuimos a su municipio a dialogar y exponer diversos puntos de vista y medir las consecuencias tanto del incumplimiento del Tratado como del incremento en el gasto de la presa.
Ahí mismo nos encontramos con que existe una gran desinformación que ha permeado hacia la población, versiones técnicas que van desde que no hay agua suficiente, y otras ya aclaradas desde hace tiempo en las que afirman que el agua va a Tamaulipas, hasta otras tan absurdas como las que aseguran que el agua va para un empresario de Monterrey.
Ante tales versiones se reafirmó el compromiso de que el agua para los productores de Ojinaga es prioridad y la tienen garantizada, a la fecha ya se entregaron más de 65 millones de metros cúbicos de los 110 millones que les corresponden, en la presa hay 177 millones de metros cúbicos; sobre lo de Tamaulipas es un asunto agotado, la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA) tiene conocimiento de que se aplicará el acta 234 para que toda el agua que ingresé al Río Bravo proveniente de Chihuahua sea abonada al Tratado, quienes dicen que va a Tamaulipas están mintiendo descaradamente.
Ahora bien, una vez garantizada el agua para los agricultores entremos al plano del Tratado, no cumplirlo amenaza la comercialización de muchos de los productos agrícolas del estado ya que son exportados hacia Estados Unidos, hay un potencial riesgo con sanciones de índole comercial que además puede afectar a otros sectores no necesariamente agrícolas.
El agua es de los chihuahuenses efectivamente, pero en cuestión de riego y abrevaderos es únicamente de los productores que sí tienen una concesión sobre un volumen específico, pero no de toda; el resto de los chihuahuenses podemos opinar, y desde luego, aportar soluciones; también tenemos derecho al agua; por otra parte, no creo que los trabajadores y proveedores de la maquiladora en Juárez (por ejemplo) estén de acuerdo en que no se cumplan los Tratados con Estados Unidos que luego pondrían en serio riesgo sus empleos y sus negocios.
A los mismos productores no les conviene, es como escupir hacia arriba. Ejemplifiquemos, si entre ellos hay productores de alfalfa que comercializan con los ganaderos para alimentar a sus animales y que éstos a su vez serán exportados, ¿qué pasaría si las fronteras quedan cerradas para su exportación? El efecto es claro, su actividad sufriría un decremento muy importante y significativo; por eso lo más conveniente es mantener el equilibrio y el cumplimiento de los Tratados, desde luego que se tiene que asumir que el agua es de todos y no tan sólo de unos cuantos.
Hay que resaltar que hace unos días, por parte del Gobierno federal se actuó de manera responsable, evitamos la provocación y el uso de la fuerza, a pesar de que los genuinos representantes de los agricultores fueron rebasados por personas violentas que nos amedrentaron y retuvieron contra nuestra voluntad, decidí que no interviniera la fuerza pública, evitando así la confrontación y posibles daños físicos a las personas que pudieron haber tenido graves consecuencias. Pero también decidimos actuar en el marco de las instituciones.
A la violencia no le entramos, pero a la defensa de los intereses institucionales del Gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador, sí. Continuaré trabajando con la convicción de un Chihuahua más próspero.
Hagamos honor al lema que el escudo de Ojinaga proclama: UNIÓN, TRABAJO Y PROGRESO.
El agua no debe politizarse, que no se lucre ni por los de la derecha ni por los de la izquierda, quienes han intentado golpear políticamente al Gobierno de México desinformando y generando confusión, evidentemente intentan sacar raja de esta situación con miras al próximo año. El Gobierno de México hoy tiene otra manera de gobernar, sin intermediarios y sin fines electoreros, ya no se lucra con el campo ni con los campesinos, eso debe entenderse y asumirse como una realidad.
A los productores de la región se les reitera el reconocimiento a su trabajo, una vez más, tienen garantizada el agua para proteger sus cultivos.
Ante la enorme atención que a nivel nacional ha tenido esta situación, hoy es el momento propicio para que juntos, productores y gobiernos hagamos un plan integral para solucionar y buscar una conciliación para resolver los conflictos relacionados con el agua. Hay que reconocer, en este grave problema mucho ha tenido que ver la herencia desordenada de gobiernos anteriores y que a la fecha hay mucho trabajo por hacer para encontrar una solución viable que no afecte a ninguna de las partes involucradas en el acuerdo entre Estados Unidos y México. Ante un Tratado, que en términos reales, hay que reconocerlo, es desventajoso para Chihuahua debemos trabajar unidos para buscar mecanismos que hagan más eficiente el uso del agua. Por otra parte, habrá que revisar todas aquellas concesiones oscuras del pasado, verificar que las obras de infraestructura hidráulica sean prioritarias ya que el agua es la base de todas las actividades del ser humano.
Por eso, la representación del Gobierno federal está defendiendo a Chihuahua, garantizando el agua a los productores y al mismo tiempo trabajando para proteger los intereses comerciales y de trabajo de los chihuahuenses.