Contrariamente a lo que ocurría hasta antes de la alternancia partidaria, cuando los aspirantes a los más altos cargos de elección popular eran obligados a no efectuar acciones proselitistas y que dió origen a la más famosa frase de uno de los referentes de los tiempos de la presidencia imperial, Fidel Velázquez, líder de la CTM (“El que se mueve, se sale de la foto”) hoy, los aspirantes a la gubernatura de Chihuahua están haciendo todas las actividades posibles a fin de colocarse en posibilidad de ser candidatos de sus respectivos partidos y/o conjuntar fuerzas para postularse de manera independiente.
Será, además, la elección del 2021, atípica, por varias razones: por vez primera en la historia local, el PRI no será un partido competitivo; posiblemente haya, nuevamente, un candidato independiente a la gubernatura, ahora con posibilidades reales de disputar el triunfo, y por primera vez, probablemente la disputa pueda celebrarse entre tres fuerzas más o menos parejas.
La disputa seguramente será entre el candidato independiente (si lo hay), la candidata del PAN y el candidato de Morena.
En un escenario tan competido -tanto, que el triunfador será el del “tercio mayor”- será muy difícil que los principales actores cometan errores tan catastróficos como el de, en el caso de los independientes, no sumar fuerzas entre los alcaldes Armando Cabada, de Juárez, y Alfredo Lozoya, de Parral; o que el PAN no postule a la alcaldesa de Chihuahua, Maru Campos, sin duda, la mejor colocada en las preferencias electorales dentro y fuera de su partido.
A su vez, aparentemente, Morena inició el proceso para impedir que la disputa interna lo desbarranque, cosa que lo está logrando con la más que evidente postulación de Rafael Espino. En ese camino, no sólo evitará se eleve la rispidez entre los adelantados, el senador Cruz Pérez Cuéllar y el delegado federal, Juan Carlos Loera, sino a lo mejor se les construye una candidatura competitiva, la del consejero de Pemex, quien, probablemente, goce del visto bueno del presidente López Obrador.
Para quienes afirman que no son los tiempos para realizar actividades proselitistas de manera soterrada habría que decirles que los nuevos tiempos político-electorales obligan a los actores a adelantar sus movimientos para obtener un factor, sin duda el más importante, el de alcanzar cifras aceptables en el conocimiento popular, es decir, que un buen porcentaje de los ciudadanos los “conozcan”.
Y, además, que la mayor parte de quienes los conozcan tengan una imagen positiva, porque puede haber algunos aspirantes con cifras muy altas de “conocimiento”, pero también con elevados porcentajes de rechazo.
Tal reflexión explica la “prematura” aparición de Espino, quien buscará colocarse en el conocimiento popular como uno de los aspirantes al gobierno, por parte de Morena y, además, con el plus -que en el morenaje corre como pólvora en llamas- de que su “destape” viene con el aval del tabasqueño.
Digámoslo de una vez, el candidato de Morena será designado por el presidente (la forma será lo de menos, podrán decir que el Consejo estatal lo designará, que habrá una encuesta, etc.), pero los antecedentes de este partido en los comicios realizados hasta ahora demuestran que será del modo que lo afirmamos y, además, si llegaran al extremo de decidirlo en función de los resultados de las encuestas sólo deberá recordarse que, por lo menos en dos casos no ha sido así: el de la definición de la candidatura a jefe de Gobierno de la Ciudad de México y el del candidato al gobierno de Baja California.
En los dos casos, las encuestas de las empresas conocidas le daban las preferencias a Ricardo Monreal en la capital del país y a Jaime Martínez Veloz en tierras cachanillas. Finalmente, la definición benefició a los actores más ligados al ahora presidente, Claudia Sheinbaum y Jaime Bonilla.
Si así fuera, entonces el senador Pérez Cuéllar estaría fuera de la contienda y se definiría entre Loera y Espino, ambos, compañeros cercanos de López Obrador desde los primeros tiempos.
Pero el problema de Morena es lograr que se traduzca en votos por los candidatos morenos los beneficios obtenidos por los chihuahuenses inscritos en los distintos programas sociales de la 4T, que llegan a alrededor del 40 por ciento de los hogares chihuahuenses.
¿O bastará la buena imagen de AMLO? Que le permitiría traducir las preferencias que como partido tiene Morena en el estado, con una ventaja de entre 6-8 puntos frente al PAN.
Porque también habrá que decirlo. En el círculo rojo, es decir, el de los analistas, académicos, medios de comunicación (y entre éstos los que son claramente adversarios del presidente) y, por supuesto, en las fuerzas de la oposición, las calificaciones del presidente no son tan altas como en el resto de la población en la que goza, al menos, del 60 por ciento de aprobación.
¿Bastará eso para ganar las elecciones, habida cuenta que en las boletas no aparecerá el nombre de López Obrador?
Aquí lo dijimos una y otra vez.
La pretensión de que hubiese una votación de refrendo del presidente no sería posible, hoy es una realidad y Morena lo afronta en las peores condiciones, las de una sorda disputa originada en una más que inexplicable pretensión de la presidente en funciones, Yeidckol Polevnsky, de permanecer en el cargo, en lugar de dar pie a la elección de la dirigencia nacional de la manera más aseada posible.
Ahora bien, el hecho de que estemos frente a un adelantamiento generalizado de aspirantes se justifica por el hecho de que ahora, más que en el pasado, los candidatos cuentan mucho en la decisión del electorado ya que alrededor del 50 por ciento de los votantes no se siente identificado con partido alguno.
Seguramente a esa conclusión llegó Rafael Espino, de ahí que, con el pretexto de ofrecer una conferencia sobre la construcción de la refinería de Dos Bocas, se haya lanzado un vasto movimiento de militantes de Morena para secundar sus aspiraciones.
Otro de los aspectos a develar será el de ver si el PAN, como ha sido la historia desde 1983, puede pasar de porcentajes previos a la campaña electoral, de menos del 30 por ciento, a promedios del 40 por ciento de la votación.
Sin duda que la presencia de Morena en la Presidencia, la fuerte presencia mediática del presidente y los programas sociales del Gobierno federal pueden cambiar radicalmente tal situación.
En tanto, en el PAN empiezan a aparecer muy débiles señales de que el grupo gobernante se comportará con mayor racionalidad política que la asumida hasta ahora.
Si así fuese, optarían por Maru Campos, quizá la mejor colocada en las preferencias electorales y la que mejor puede afrontar el hecho de que el panismo tiene una fuerza muy importante en la zona centro-sur del estado, es decir, en los municipios de Chihuahua, Delicias y Camargo, pero mantiene cifras bajas en Juárez, Cuauhtémoc y Parral, los municipios que cuentan electoralmente.
Su apuesta será la de obtener la más alta votación posible en la capital del estado y que el diferencial sobre el segundo lugar, particularmente frente a Cabada y Morena, sea tan grande que le permita soportar la previsible alta votación de estos en Juárez.
Ahí fincará una buena parte de sus esperanzas, que aquellos se dividan la votación juarense y que quien gane en Juárez no obtenga un margen mayor.
De ese modo, sorpresivamente, el alcalde parralense, Alfredo Lozoya, puede convertirse en uno de los principales factores decisivos de la contienda. En su favor, su equipo se apoya en el hecho de que diversas encuestas lo colocan con más preferencias que el alcalde Cabada, entre los candidatos independientes.
¿Cómo la jugará?
Hace meses se daba por descontado que Cabada y Lozoya la jugarían juntos y eso los convertía en, quizá, la fuerza más importante al conjuntar el peso electoral de Juárez y el de la región de Parral, pero su ausencia del lanzamiento del grupo de Cabada y Marco Adán Quezada (Colectivo Ciudadano), en Chihuahua, y la muy probable del lanzamiento en Juárez (estas notas se escriben antes de ese acto) abren un mundo de especulaciones, hasta la de que podría buscar la candidatura de Movimiento Ciudadano.
Si así fuese, el Colectivo Ciudadano quedaría en el tercer lugar de las posibilidades de ganar la gubernatura, detrás de Morena y PAN.
Ahora bien, a principios de la semana, el abogado y activista Jaime García Chávez anunció que Unión Ciudadana, por él dirigida, participaría en la contienda electoral del próximo año.
A partir de entonces inició una intensa aparición mediática.
¿Logrará capitalizar las necesarias simpatías ciudadanas como para convertirse en fuerza competitiva o, incluso, como para que fuese considerado como candidato externo de Morena?
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