Ojinaga Chih.- El tema sobre las Escrituras que he escogido para esta mensaje se encuentra en el segundo versículo más corto de todas las Santas Escrituras: Lucas 17:32, donde el Salvador nos advierte: “Acordaos de la mujer de Lot”, dijo ayer el Pastor Heber González, de la 1ra. Iglesia Apostólica de la fe en Cristo Jesús.
¿Qué quiso decir con esa breve frase tan enigmática? Para enterarnos, quizá tengamos que hacer lo que Él sugirió: recordar quién era la esposa de Lot. La historia original, por supuesto, nos llega de los días de Sodoma y Gomorra, cuando el Señor, no pudiendo ya soportar las peores de las acciones de hombres y mujeres, les dijo a Lot y a su familia que huyeran, porque esas ciudades estaban a punto de ser destruidas. “Escapa por tu vida”, dijo el Señor, “no mires tras ti… escapa al monte, no sea que perezcas” (Génesis 19:17).
Sin haber obedecido inmediatamente y tras no poca negociación, Lot y su familia finalmente salieron de la ciudad justo a tiempo. Las Escrituras dicen que, al alba de la mañana que siguió a su fuga, “hizo llover Jehová sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego de parte de Jehová desde los cielos; y destruyó las ciudades” (Génesis 19:24–25).
Entonces, el tema que trataremos hoy, surge del versículo que sigue. Seguramente con el consejo del Señor de “no mires tras ti” resonando claramente en sus oídos, la esposa de Lot, dice el registro, “miró atrás”, y se volvió estatua de sal.
Durante el tiempo que tenemos esta mañana, no hablaré acerca de los pecados de Sodoma y Gomorra, ni de la comparación que el mismo Señor hizo de aquellos días y nuestra época.
Tampoco hablaré acerca de la obediencia ni la desobediencia. Simplemente deseo hablarles por algunos minutos acerca de mirar atrás y mirar hacia adelante.
Uno de los objetivos de la historia es enseñarnos las lecciones de la vida. George Santayana, alguien que debería leerse mucho más de lo que se lee, es muy conocido por haber dicho que aquellos que son indiferentes a las lecciones de la historia están destinados (tristemente) a repetirlas.
Entonces, si la historia es tan importante —y por supuesto que lo es—, ¿qué es lo que hizo la esposa de Lot que fue tan malo? Como humilde estudiante de historia, he pensado al respecto y ofrezco esto como respuesta parcial.
Al parecer, lo que hizo mal la esposa de Lot fue que no sólo estaba mirando atrás, sino que en su corazón deseaba volver atrás. Parecería que, incluso antes de que pasaran los límites de la ciudad, ella ya extrañaba lo que Sodoma y Gomorra le había ofrecido.
Como dijo el Elder Maxwell en una ocasión, este tipo de personas saben que su residencia principal debe estar en Sión, pero siguen teniendo la esperanza de tener una casa de veraneo en Babilonia.
Es posible que la esposa de Lot haya mirado atrás con rencor hacia el Señor por lo que Él le estaba pidiendo que dejara atrás. Sabemos qué fue lo que hicieron Lamán y Lemuel cuando a Lehi y a su familia se les pidió que abandonaran Jerusalén.
Así que no se trata únicamente de que ella miró atrás, sino que lo hizo con nostalgia. En pocas palabras, su apego al pasado superaba su confianza en el futuro. Esto, aparentemente, fue al menos parte de su pecado.
Así que, al comenzar un nuevo año y tratar de beneficiarnos con una perspectiva apropiada de lo que ha ocurrido en el pasado, les ruego que no se queden en los días que ya se fueron ni añoren el ayer, no importa cuán bueno quizá haya sido ese ayer.
El pasado sirve para que aprendamos de él y no para que vivamos en él. Miramos atrás para reivindicar las brasas de brillantes experiencias, pero no las cenizas. Y una vez que hemos aprendido lo que debíamos aprender y hemos conservado lo mejor de nuestras experiencias, miramos hacia adelante, recordamos que la fe siempre señala hacia el futuro; la fe siempre tiene que ver con bendiciones, verdades y acontecimientos que seguirán siendo productivos en nuestra vida.
Es así que una manera más teológica de hablar acerca de la esposa de Lot es decir que ella no tenía fe. Dudaba de la capacidad del Señor de darle algo mejor que lo que había tenido.
Al parecer, pensaba que no había nada por delante que pudiera ser tan bueno como aquellos momentos que estaba dejando atrás, y esto tuvo un resultado mortal.
Es aquí que desearíamos que la esposa de Lot hubiera sido una alumna de la Universidad Brigham Young y que asistiera a las clases de Lengua Inglesa para estudiantes de primer año, ya que, con suerte, podría haber leído (como lo hice yo) este verso de Edwin Arlington Robinson: