“A cada cerdo le llega su San Martín” es un refrán popular que significa que cada quien recibirá en su oportunidad lo que le corresponde como consecuencia de los actos realizados. La referencia a San Martín es porque cada 11 de noviembre, en muchos pueblos de España, se festeja a Martín de Tours y en su honor se celebra una matanza de cerdos. Es más, en multitud de regiones, la fecha significa el fin, y el comienzo, del año agrícola.
Pues bien, al trompudo y hocicón que es Javier Corral, le llegó su San Martín un poco adelantadito.
El martes 5 de julio de 2022 (fecha de mi onomástico), presentaré una demanda contra él, por la que le exijo: La retractación pública, así como una disculpa también pública, respecto de sus recientes dichos que aluden a mi persona; el pago de la cantidad que resulte por la afectación al derecho al honor y a la propia imagen, en el incidente de liquidación que derive de la sentencia que se dicte en el procedimiento correspondiente, y los gastos y costas que se generen con motivo del juicio.
Cabe señalar que, en un apartado previo, se pide al Juez que haya de conocer el asunto, que provea sobre la admisión de la demanda tomando en cuenta que ignoro el domicilio del demandado. Cierto, sé dónde vivía antes, pero como anda de judío errante y como alma en pena —de aquí para allá y de allá para acá— y como salió medio rajón para responder de sus tropelías, es que le pido al Juez que ordene el emplazamiento mediante edictos, luego de recabar los informes relativos de las autoridades correspondientes a fin de que le proporcionen el domicilio donde pueda ser emplazado (se cita como criterio orientador el contenido en la tesis que se localiza en la página ciento noventa y una, tomo IV, segunda parte-1, julio-diciembre de mil novecientos ochenta y nueve, del Semanario Judicial de la Federación, Octava Época, de rubro: “DEMANDA, ADMISION DE LA, CUANDO SE TRATE DE PERSONAS INCIERTAS O SE IGNORE EL DOMICILIO DEL DEMANDADO”). Me anticipo: sé que me voy a tardar un buen para emplazarlo; cobarde y mentiroso como es, empleará cuanta argucia le dicte su podrida astucia para evitar acudir a los tribunales a fin de responder de sus dichos. Me doy por enterado y haré todo lo que sea necesario para llamarlo a cuentas.
¿El fundamento de la demanda? Las arteras declaraciones vertidas en fecha tres de junio de 2022. Luego de la extradición del exgobernador de Chihuahua, César Horacio Duarte Jáquez a esta Entidad, Javier Corral —en uno de esos arranques líricos donde empieza a pontificar sobre lo humano y lo divino al tiempo que fabula presa de su enfermiza imaginación—, dio una entrevista para el programa de radio “Así las Cosas”, con Javier Risco, en la W Radio, visible en: https://play.wradio.com.mx/audio/111RD380000000124888/?fbclid=IwAR1s3udzqjIXVo9bnqySL4LKtVecZoxVQzQY-SPy_f08znMehMc5SFjxSZs, donde declaró el hocicón (audible a partir del minuto 18” del audio) que: el suscrito obró “como testigo de descargo del exgobernador”; y que en algún punto dije con dicho carácter que: se “trataba de una persecución política” y que: “no había condiciones en el Estado de Chihuahua para juzgar a César Duarte porque se trataba de un asunto estrictamente político, de persecución política”.
Los hechos que Corral me imputa son mentiras, además de dolosos, pues se cuestiona mi quehacer como servidor público al vinculárseme falsamente con una persona sujeta a proceso penal (César Duarte Jáquez), tratando de beneficiarla, y haciendo énfasis en mi carácter de magistrado del Tribunal Superior de Justicia del Estado de Chihuahua.
El quid de la demanda se basa en que estos dichos no solo son falsos, sino que están inspirados por la mala fe y una animadversión personal, primero; y en segundo lugar, en que Corral emitió sus irresponsables declaraciones sin tomarse la molestia mínima de verificar sus dichos o, en su conjunto, verificar si sus manifestaciones tenían cierto sustento fáctico. Se supone que Corral tiene un conocimiento cabal de lo que es la labor periodística; si como abogado no vale nada (porque no vale un pimiento como tal), se supone que como comunicador tiene una amplia y probada trayectoria y es en ese carácter que debió tomarse en serio su deber de investigar antes de declarar a lo baboso.
No lo hizo. Como la naja (una especie de cobra africana), Corral se limitó a escupir su ponsoña en un afán de hacer daño caiga quien caiga y pésele a quien le pese, sin importar si es cierto o no su venenoso decir. Muy lejos de la najayita de los Bukis (sencilla, de sonrisa pura, bonita y bailadora), la víbora que es Javier Corral se comportó como el reptil que es: oportunista, aleve y rastrero.
El fundamento de la demanda es único: la responsabilidad extracontractual que tiene como presupuesto la causación de un daño sin que entre los sujetos involucrados exista una relación contractual previa; en tanto que la fuente de esa responsabilidad es un hecho ilícito. Así de simple.
Por lo pronto, a festejar mi cumpleaños cincuentaiséis por los cuatro costados del modo que mejor sé hacer: dándole hasta por debajo de la lengua a quien osa meterse conmigo a lo tarugo, tárdeme lo que me tarde. ¡Japibirdaitumi!
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Luis Villegas Montes.