En el Triangulo Dorado, al lado de territorio chihuahuense, es atacado por drones provisto de carga explosiva un convoy militar en el que viajaba el comandante de la 42 Zona Militar, general de brigada Alejandro Gutiérrez, agentes de la Fiscalía estatal, y otros militares de menor rango. El general Gutiérrez, una agente de la Fiscalía y dos militares más resultaron con heridas graves, logrando salvarse casi de milagro.
Al otro lado del país, en la mayor prisión de Tabasco, sucede un violento enfrentamiento entre bandas rivales. El motín dejó un saldo de siete muertos y diez heridos, antes de que fuerzas de la Secretaría de Seguridad estatal tomaran control del penal, parcialmente.
En Reynosa, Tamaulipas, una abuelita y dos nietos que la acompañaban, de tres y cinco años, mueren en el fuego cruzado entre bandas del crimen y agentes de la Guardia Nacional. Horas antes, en Ciudad Victoria y Nuevo Laredo ocurren diversos enfrentamientos armados entre sicarios del mal y elementos de la Guardia Nacional, con saldo de siete muertos.
Son noticias que los mexicanos hemos normalizado, acostumbrados a vivir en un país de extrema violencia, donde los muertos se cuentan por decenas diarias y los reportes oficiales son como partes de una guerra que ninguna autoridad quiere reconocer, mucho menos la federal, principal responsable de la violencia exacerbada.
Y la sociedad indiferente: Ah, otra balacera ¿cuántos murieron esta vez? Siete, diez. Ni modo, se lo andan buscando; Mataron a un padre y a sus dos hijos menores, mataron a una abuelita y dos niñitos. Pobres inocentes, que culpa tenían; Un motín en el Cereso dejó varios muertos. Que se maten entre ellos, por algo estarán ahí; Narcos lanzaron drones contra un general y otros militares, poco faltó para que los mataran. Es su asunto, ya no sabe uno quienes son los buenos y quienes los malos.
Como las autoridades irresponsables, los mexicanos nos hemos endurecido contra esas noticias, las trivializamos poniéndonos a salvo, fingiendo que la violencia en nuestro entorno es normal, como el enfermo crónico acostumbrado al sufrimiento. En cualquier país europeo, no se diga asiático, noticias así serían escándalo mayúsculo, tema de semanas o meses. En nuestro país no, son noticias de rutina, a una balacera le sigue otra y suponemos que no pasa nada.
Pues si pasa y está pasando ahora mismo. En lugar de hartarnos los mexicanos, se hartaron nuestros vecinos del norte y su gobierno está actuando en consecuencia. El sábado pasado soltó la bomba denunciando alianza y protección del gobierno mexicano a las organizaciones criminales y hoy un destructor de la armada estadounidense ancló frente a la costa de Ensenada, al tiempo que un avión de reconocimiento militar volaba sobre el mar de Cortes, en aguas internacionales dijo la Marina mexicana, pero con alcance para recoger datos sobre las costas de Sinaloa y Sonora.
Hacer conclusiones es innecesario, pero no recuerdo noticias así entre los dos países, ni tengo conocimiento de que las haya registrado la historia reciente. Vivimos tiempos inéditos. Que nuestra señora presidenta y la propaganda del régimen sigan invocando los nombres de Calderón y García Luna, queriendo limpiar el rostro inmundo del gobierno anterior, responsable de lo que hoy sucede en el país.
Los seguirán invocando, está en su ADN populista y propensión a la idolatría de mesías absolutos, hasta que reciban otra dura cachetada del Imperio y se percaten que son a ellos, al gobierno actual no a los del pasado, a quienes le piden cuentas. Por cierto, ¿cómo desayunaron hoy Rocha Moya, May y Evelyn?. De lujo, para qué son entonces las mieles del poder.
Rompeolas
El tema de la complicidad del gobierno mexicano con los grupos criminales estará presente, transversalmente, en las negociaciones para posponer los aranceles hasta negociar el nuevo T-MEC y con absoluta seguridad en las negociaciones de fondo que, casi seguro, empezarán este mismo año, como lo han confirmado diversos funcionarios mexicanos. Consecuencias de los abrazos, política criminal del tlatoani.
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Llegaron los primeros 126 nuevos elementos de la GN, del paquete de diez mil con los que Claudia Sheinbaum se comprometió a “vigilar” la frontera norte. Pongo vigilar entre comillas porque los chihuahuenses tenemos por experiencia que la presencia del Ejército y la Policía Federal (¿recuerdan al impresentable Facundo Rosas en Juárez?), hoy militarizada con el nombre de Guardia Nacional, es nefasta en nuestras calles. Abusos, extorsiones, asesinatos, secuestros, prácticamente todos los delitos se incrementan, en lugar de reducirse. ¿Cuántos, de los diez mil, llegarán a Ciudad Juárez?, ojalá sean los menos, está comprobado que son generadores de violencia contra los ciudadanos, en vez de contribuir a la seguridad.