*Jirones de nuestra historia
Una breve explicación
El propósito de este artículo editorial es el de abordar el tema de la masonería únicamente desde el punto de vista histórico, de como y cuando se establecieron, del poder y la influencia política que ejercieron, hasta llegar a los hechos que dan título a éste trabajo.
Retrospectiva para entrar en tema
La francmasonería o masonería llega a la Nueva España en 1806, anterior a esa fecha no se le conocía en territorio del Virreinato, es a partir de 1806 cuando es introducida a México; aunque el Gran Maestro José María Mateos reconoce que no existe ningún documento que pueda dar idea del origen de esta primera logia, ni su procedencia, ni su fundador, tampoco si tenía un fin político, aunque podemos suponer que sí lo tenía, puesto que se sabe que fue aquí donde se reunieron las personas que dieron origen a la organización de las ideas independentistas.
La Gran Logia de Inglaterra tuvo cuatro logias establecidas en España, lo más probable es que alguna de estas logias haya sido el crisol de donde salió el fundador de la primera logia en la Nueva España, que como señala José María Mateos, no se tiene la certeza de quien haya sido el primer fundador; la primera logia masónica se instaló en 1806 en la Calle de Ratas #4 en la Ciudad de México, en el domicilio particular del señor Manuel Luyando, quien era Regidor del Ayuntamiento de la Ciudad de México, motivo por el cual se cree que haya sido el propio Luyando el fundador, o parte del grupo fundador.
Lo que sí se sabe y está bien documentado, es quiénes eran los miembros que ahí se reunían: además del propietario del domicilio, Manuel Luyando, ahí concurrían personalidades de la época, como el Alcalde de la Ciudad de México, Don José Juan de Fagoaga, el Marqués de Uluapa, Don Francisco Primo de Verdad, el Procurador General Don Agustín del Rivero, Don Francisco Sánchez de Tagle y todo el Cabildo de la Ciudad de México; otros miembros, que en ese momento no eran conocidos, pero que también asistían, fueron Ignacio Moreno, Miguel Hidalgo y Costilla y el entonces Capitán Ignacio Allende.
Estos tres últimos personajes se adhirieron a la logia, pero ya venían ellos y otros más como Fray Servando Teresa de Mier, de las reuniones clandestinas que desde 1800 organizaba Fray Melchor de Talamantes y Baeza con el fin de expandir las ideas libertarias en la Nueva España; ellos, Moreno, Hidalgo y Allende, además de llevar nuevos miembros a la logia, comenzaron a compartir las ideas libertarias e independentistas de Fray Melchor de Talamantes, por lo que dichas ideas prendieron rápido dentro de la incipiente logia masónica; queda claro que no era el motivo ni el fin de la logia el conspirar contra el Virreinato y la Corona Española sino que nuevos miembros llevaron esas ideas y ahí fructificaron.
En 1808, el temible General Félix María Calleja del Rey ya estaba tras la huella de la conspiración e irrumpe en la logia masónica, al creer que se trataba de los conspiradores, error que le costó una severa reprimenda del Virrey José de Iturrigaray.
Yorkinos contra Escoceses, liberales contra conservadores
En 1812, después de cuatro años de invasión de Napoleón a España, esta se libera de los franceses y adopta una nueva Constitución, el Rey Fernando VII envía tropas a la Nueva España, a la Guerra de Independencia; los Generales y los altos mandos, todos eran masones pertenecientes al Rito Escocés; entonces al llegar a la todavía Nueva España, estos militares españoles de alto rango fundan en suelo mexicano la Gran Logia de México bajo el Rito Escocés, sin embargo, fueron en extremo selectivos, puesto que admitían exclusivamente a españoles peninsulares y a unos cuantos novohispanos de muy noble alcurnia, despreciando a criollos, mestizos y mexicanos.
Con tanta exclusividad, los mexicanos, criollos y mestizos que deseaban iniciarse en alguna de estas logias fueron echados o se retiraron solos y fueron a parar a las logias del General Nicolás Bravo, que también estaban bajo el Rito Escocés y se diseminaron por gran parte del país; fueron adquiriendo un cariz cada vez más político, con la incursión de Guadalupe Victoria y Vicente Guerrero para oponerse a Nicolás Bravo. En 1823 El General Guadalupe Victoria funda “La Gran Logia del Águila Negra”, con el objetivo de ridiculizar al clero y oponerse a Nicolás Bravo; en 1825, el General Vicente Guerrero funda la “Logia Rosa Mexicana”, con los mismos objetivos. Aquí vemos claramente, cómo desde sus inicios como naciente país, en México ya se politizaba todo y las diferencias políticas eran casi irreconciliables, a diferencia de otros países.
Joel R. Poinsett y el vecino “amigo”
En 1825, Estados Unidos a través del Gobierno del Presidente John Quincy Adams, muy preocupado y solícito para ver como puede ayudar a su vecino México a seguir trastabillando política y económicamente, listos para intervenir, puesto que ya le habían puesto el ojo a todo el norte del inmenso territorio y babeaban por quedarse con él; Adams envía al Embajador Joel Roberts Poinsett, con el encargo de dividir lo más posible a la cúpula del poder en México, con el fin de colocar a un presidente dócil y acorde a sus intereses de expansión.
El embajador Poinsett viene cargado con cinco Cartas de Patente del Rito Yorkino, para fundar cinco logias que se opondrían a las logias de Nicolás Bravo; los Yorkinos, encabezados por el General Vicente Guerrero, con esas cinco Cartas de Patente que les dio Poinsett fundó cinco logias masónicas con nombres francamente agresivos, como “Logia Meridiano Anahuacense”, “Logia Igualdad”, “Logia Terror de los Tiranos”, “Logia Despreocupación Indiana”, y “Logia de la Luz Mexicana”.
Y es aquí, justo donde se presenta la división que Adams, Poinsett y los gringos buscaban, las logias del Rito Escocés del General Nicolás Bravo, en su liturgia invocaban al Gran Arquitecto del Universo para sus sesiones y sus trabajos masónicos; en cambio ahora, las logias Yorkinas, en sus sesiones tenían una invocación completamente laica, en las que no se invocaba al Gran Arquitecto del Universo; tomando en cuenta que los masones, más allá de su religión, ya sea católica, judía, musulmana, o la que sea, ellos consideran que el Gran Arquitecto del Universo (GADU), es el mismo Dios creador y ponerse a buscar pruebas de su existencia, lleva al mismo camino que las religiones, al final de cuentas, es cuestión de fé. En este sentido, las tres virtudes teologales: fé, esperanza y caridad, forman también parte del GADU.
Con estos ingredientes, la ruptura política en México se había dado y puesto que todos quienes que formaban los grupos de poder pertenecían a la masonería, aquí cada quien tomó su rumbo masónico; los señores Guillermo Gardet, José María Mateos y Carlos Rinaldi reunieron a todas las logias del Rito Yorkino y fundaron el “Rito Nacional Mexicano” (RNM), en donde se agruparon las logias de todos los masones liberales.
Mientras que por su parte, el Gran Maestro, Felipe Martínez Aragón creaba “La Gran Logia de México”, en donde se agrupaban las logias del General Nicolás Bravo, en este rito se congregaron los masones conservadores y más allá de sus tareas y trabajos propiamente masónicos y litúrgicos de cada rito, esto se convirtió en un campo de batalla de las ideologías políticas entre las diversas logias masónicas de México; de todo esto, los principales ganadores fueron el Presidente Adams, el Embajador Joel R. Poinsett y Estados Unidos.
Surge el primer Presidente de la pugna entre masones
Para las elecciones de 1828, las logias masónicas ya se habían apoderado del escenario político de México y las posturas estaban muy bien definidas, los masones liberales estaban en las logias yorkinas del Rito Nacional Mexicano y los masones conservadores estaban en las logias del rito escocés de La Gran Logia de México; no eran partidos políticos porque no era esa su función, pero como los actores políticos, de acuerdo a sus ideologías se habían refugiado en ellas, dando la impresión de que fueran partidos políticos.
Al terminar el período del gobierno del General Guadalupe Victoria, se convoca a elecciones para sustituirlo, los liberales yorkinos lanzan a uno de sus líderes, el General Vicente Guerrero; por su parte, el rito escocés conservador apoyó la candidatura del General Manuel Gómez Pedraza, siendo este último el ganador de las elecciones; sin embargo, las inconformidades y los reclamos de Vicente Guerrero quien no aceptó su derrota, ejerciendo tal presión sobre el Presidente electo Manuel Gómez Pedraza, que éste prefirió renunciar, asumiendo Vicente Guerrero. Desde entonces venimos arrastrando a políticos que rehúsan reconocer cuando pierden una elección.
Al ciudadano común y corriente no le atraía la masonería, sobre todo por el secretismo con el que se manejaban, eso les daba un aire de misterio que a la mayoría de los ciudadanos no solo no les atraía, sino que les causaba un poco de temor y más todavía para las costumbres de la época, ahora con el perfil político que adquirieron las logias, el ciudadano también se retiró de la política, las veían a ambas, masonería y política como una sola cosa y eso no les agradaba mucho.
Recordemos que las elecciones las había ganado el conservador Gómez Pedraza, quien renunció por las presiones, amenazas y chillidos de Vicente Guerrero, pero el Congreso quedó con mayoría conservadora, todos ellos pertenecientes al rito escocés de La Gran Logia Mexicana; aprovechando esta situación, el General Nicolás Bravo proclama el “Plan de Otumba”, este “plan”, era un extraño documento redactado un año antes, en 1827, detrás del cual estaban el mismo Nicolás Bravo y Vicente Guerrero, quien en ese momento era el Vicepresidente de México; originalmente el plan iba dirigido contra el gobierno de Guadalupe Victoria, pero nunca se proclamó
Con el fin de no aparecer sus nombres, Bravo y Guerrero encargan al Coronel Manuel Montaño la redacción del documento, el cual constaba de cuatro puntos muy específicos: 1°.- Exterminar (sic) toda clase de reuniones secretas en el país (este punto pareciera ir en contra de las logias masónicas a las cuales pertenecían todos los involucrados en este plan; los historiadores creen que se refiere a sacar a las logias de la clandestinidad en la que operaban); 2°.- Remover a todos los funcionarios del Gobierno Federal y poner nuevos; 3°.- La expulsión inmediata del Embajador de Estados Unidos, Joel R. Poinsett (extraño que Guerrero lo aceptara, pues Poinsett introdujo el Rito Yorkino a México); 4°.- El cumplimiento estricto de la Constitución y sus leyes vigentes.
En un principio, la idea original de este plan era contra el gobierno de Guadalupe Victoria; Vicente Guerrero, siendo Vicepresidente se adhirió a él debido a que deseaba derrocar a Guadalupe Victoria; finalmente el plan de Otumba no se proclamó, pero ahora ya con Vicente Guerrero como Presidente, Nicolás Bravo lo proclama en contra de Guerrero; y no solo eso, sino que el rito escocés con mayoría conservadora en el Congreso, los cuatro puntos del plan, son convertidos en leyes, poniendo al Presidente Guerrero contra la pared, porque una cosa es solicitar a un país el cambio de embajador, lo cual es muy normal en la diplomacia, pero otra cosa es expulsar a un embajador, eso trae otro tipo de consecuencias graves que Vicente Guerrero no quiso provocar y terminó por renunciar.
En 1833, los masones yorkinos del Rito Nacional Mexicano volvieron a ganar, llevaron al poder al General Antonio López de Santa Anna y “de ahí pa´l real”, las logias masónicas entraron de lleno en la política nacional; más adelante los conservadores del rito escocés de la Gran Logia Mexicana tomaron el control político, mismo que durante muchos años se fueron alternando.
El Palacio Nacional y el Congreso, convertidos en templos de la masonería
Vamos a narrar los hechos ocurridos tal y como se presentaron, mismos, que además de malestar y enojo en la sociedad de la época, dejaron una serie de interrogantes que hasta el día de hoy los historiadores no han encontrado respuestas satisfactorias.
En 1847, Benito Pablo Juárez García, a punto de cumplir 51 años era un Diputado Federal por el Estado de Oaxaca, que estaba a unos cuantos días de asumir como Gobernador de dicho Estado, cuando decide iniciarse en la masonería; es de suponer que Juárez ya previamente había cumplido con los requisitos necesarios para que se decidiera que podía ser aceptado en la logia masónica “Independencia N° 2”, que dirigía el también Diputado Federal y Gran Maestro José María del Río.
En aquellos años, el Congreso de los Diputados estaba en un salón del Palacio Nacional, ahí sesionaba el Poder Legislativo, el Congreso, los Diputados Federales, representantes populares de todos los rincones del país; ahí se debatían y en su caso aprobaban las leyes que regían a la nación, era, en sentido figurado la casa de los mexicanos. En otra área de Palacio Nacional, en el lado opuesto, despachaba el Presidente de la República y parte del Poder Ejecutivo; aquí en Palacio Nacional se encontraban dos de los tres poderes del Estado Mexicano, las instituciones más sólidas de México. Ahí fue citado Benito Juárez para su iniciación en la masonería.
El viernes 15 de enero de 1847, el recinto legislativo lucía muy diferente, había sido instalado un templo masónico en su interior, ornamentado con todos los símbolos, mobiliario y decoración de un templo masón; todo ello, tan solo para llevar a cabo la ceremonia de iniciación de Benito Juárez en la masonería, en la que Juárez escogió el seudónimo de “Guillermo Tell”, con el que sería conocido dentro de la logia Independencia N° 2, dentro del rito yorkino del Rito Nacional Mexicano. En la ceremonia de inicio masón de Juárez estuvieron presentes nada menos que el Presidente Valentín Gómez Farías, Miguel Lerdo de Tejada, Manuel Crescencio Rejón, así como Diputados y Gobernadores de varios Estados. Desde luego que este hecho causó polémica en los diversos ámbitos del país.
De inmediato surgieron una serie de cuestionamientos: ¿porqué utilizar el Palacio Nacional y la Cámara de diputados para instalar un templo masón para una ceremonia de iniciación?, ¿Quién y porqué decidió y autorizó ese acto en un edificio público?, ¿porqué a Benito Juárez, que si bien ya era un político medio conocido, aún no era la figura que después fué se le brindaba esa exclusividad?, ¿Fue simplemente una demostración de poder o un alarde de soberbia de la masonería?, ¿Porqué los masones se dieron el lujo de colocar una placa conmemorativa de dicho acto sobre la entrada al salón?. Todas estas interrogantes pudieran ni siquiera ser tomadas en cuenta en la actualidad, pero en aquella época sí que levantaron ámpula.
De todas estas preguntas, no hay respuestas concretas, solo especulaciones, en especial, sabiendo que dentro de las creencias masónicas, nada ocurre por casualidad; algunos historiadores creen que si fue una demostración de poder de los yorkinos liberales del Rito Nacional Mexicano, para dejarle en claro al rito escocés de La Gran Logia de México y a los conservadores, de la fuerza que tenían en ese momento. También creen los historiadores que previo a ese momento, desde las sombras ya se venía armando una estructura política para impulsar a Benito Juárez hacia la Presidencia de la República y que tal vez a eso se debió haber utilizado el Palacio Nacional, lo exclusivo de su iniciación y el peso político de los personajes que asistieron a su ceremonia de iniciación. Tal vez quisieron enviar el mensaje de que Juárez era en verdad un hombre políticamente fuerte y con todo lo necesario para en un determinado momento, ocupar la silla presidencial.
En 1862, Benito Juárez obtuvo el 9° grado, el más alto dentro de la masonería en aquella época; también fue Gran Maestro del Rito Nacional Mexicano; mantuvo relaciones muy buenas con los ritos yorkinos y escocés de varios países; la masonería de España y Francia le hicieron importantes reconocimientos a su labor dentro de la masonería.
Para finalizar, el asunto del Emperador Maximiliano
A la caída del II Imperio Mexicano y del Emperador Maximiliano I de Habsburgo, la expulsión de los franceses y al haber recuperado la República, el Presidente Benito Juárez se encuentra en un dilema personal, ético y moral muy fuerte; el Emperador Maximiliano también era masón, perteneciente a la Gran Logia de México, uno de los preceptos fundamentales de las logias masónicas, es que todos los masones son hermanos y deben ayudarse y apoyarse entre ellos y no hacerse daño mutuo.
Se dice que, con base en esos preceptos, Juárez se rehusó a ordenar el fusilamiento de Maximiliano, por eso instruyó que se le hiciera un juicio que duró más de dos meses, cuando los juicios sumarios de esa época duraban un día, se juzgaba, sentenciaba y fusilaba el mismo día; una vez que terminó el juicio, Maximiliano fue sentenciado a morir por fusilamiento.
Algunos periodistas le preguntaron a Juárez que si iba a hacer algo para evitar la muerte de un hermano masón ante las críticas de la prensa internacional y los reclamos diplomáticos de varios países y monarquías, entonces Juárez hábilmente les responde que él nunca ordenaría fusilar a un hermano masón y que por eso le había ordenado un juicio justo, pero que tampoco podía hacer nada por evitar su ejecución, porque ni como presidente ni como ciudadano podía desacatar la decisión de un Juez Federal; al final de cuentas, Juárez nunca lo dijo, pero políticamente con el asunto de Maximiliano, el Gobierno Mexicano dejó muy claro y envió el mensaje al mundo, de que no se iba a permitir una invasión más a nuestro país.
Referencias Bibliográficas:
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