Hablando de los propósitos y deseos de Año Nuevo, sin duda alguna que es un enorme anhelo de todos los juarenses tener una ciudad hermosa, ordenada, limpia, segura, funcional, moderna, incluyente y competitiva
Hablando de los propósitos y deseos de Año Nuevo, sin duda alguna que es un enorme anhelo de todos los juarenses tener una ciudad hermosa, ordenada, limpia, segura, funcional, moderna, incluyente y competitiva, cualquier habitante de esta frontera estaría de acuerdo en eso, el problema viene cuando hay que pagar los costos que eso implica, sí, porque tener todo eso cuesta, cuesta mucho, y no necesaria o únicamente dinero. Es ahí donde ya no todos están de acuerdo.
La lógica más elemental nos indica que nadie puede aspirar a tener un mejor auto, una casa más grande, un vestuario nuevo y elegante, sin pagar el costo que eso significa, todo proceso de mejora o remodelación lleva implícito un costo cuyo monto económico dependerá proporcionalmente de la calidad de los bienes, insumos o materiales que requiera dicha mejora. Es un hecho, si no se paga el costo, no hay progreso.
En varias ocasiones he abordado en este espacio los enormes rezagos que tiene nuestra ciudad desde hace por lo menos 4 o 5 décadas, en muy diversos temas, pero principalmente en aspectos fundamentales como la infraestructura urbana (más y mejores vialidades, pavimento, drenaje pluvial, alumbrado público, etcétera), pero también en el equipamiento urbano adecuado, como por ejemplo un Centro de Convenciones digno y a la altura de lo que representa la principal actividad económica de la ciudad, o un centro histórico que podamos presumir orgullosamente a los turistas, o centros comerciales de primer mundo como en las ciudades similares a la nuestra.
Pero también hacen falta parques, jardines, complejos deportivos, centros artísticos y culturales, así como otro tipo de equipamientos que fortalezcan y propicien el adecuado desarrollo social de nuestra comunidad. Hace falta mucho, mucho, y todo lo que hace falta cuesta, dinero sí, pero también el esfuerzo y apoyo de la sociedad, de los juarenses.
En ninguna parte del mundo es posible el avance o crecimiento de una comunidad, sin el respaldo absoluto de quienes la integran, por más efectivos y eficientes que sean sus líderes, porque si en una barcaza unos reman para un lado y otros lo hacen en sentido contrario, simplemente pasarán dando vueltas y vueltas en el mismo lugar.
Los recursos materiales y económicos para ese crecimiento les corresponden a las distintas instancias de gobierno, es su obligación ineludible proponer proyectos en base a las necesidades y buscar los fondos que se requieran para su materialización y a los ciudadanos nos corresponde apoyar tales proyectos en beneficio de todos, renunciando incluso a pretensiones muy particulares de individuos o grupos en particular, en beneficio de la comunidad.
Pero hay otra parte de la que poco se habla, pero es fundamental, indispensable, en eso de lograr “una mejor ciudad”. Y es, ni más ni menos que nuestra conducta como ciudadanos, como personas, como juarenses, si aspiramos a que las condiciones de Juárez mejoren en todos sentidos, debemos comenzar por mejorar nosotros mismos.
Hay muchos hábitos y comportamientos de los juarenses en general, que no corresponden al nivel de ciudad al que aspiramos; el que exige mucho, está obligado a corresponder de la misma forma, en la misma calidad y cantidad de su exigencia, de otro modo no es posible.
¿Queremos mejores gobernantes? Empecemos pues por forjar en nuestros hogares, en nuestras escuelas, buenos ciudadanos primero, respetuosos de las leyes y normas de convivencia social, inculcándoles principios y valores fundamentales como el estado de derecho, el respeto a la vida, a la propiedad ajena, al derecho del otro, a la autoridad, porque serán esos ciudadanos en ciernes los que llegarán en el futuro a tomar los liderazgos sociales y de gobierno.
Pero para alcanzar ese nivel de civismo, de responsabilidad ciudadana, primero debemos modificar nuestras conductas rutinarias del día a día, esas que parecen ser poco importantes y hasta simples, pero que en realidad son las que determinan un montón de cosas mucho más trascendentales.
¿Por qué una persona piensa que puede meterse en una fila en un lugar que no le corresponde? Sin respetar el tiempo y esfuerzo de los que están previamente formados, sin respetar un orden ¿Por qué? Empecemos por ahí.
En Juárez, ha sido necesario llevar a un reglamento municipal un ordenamiento que impide a las personas ocupar espacios indebidamente en las filas para cruzar a El Paso, Texas, con severas sanciones económicas de por medio ¿De verdad eso es necesario? Pues sí, en Juárez sí ha sido necesario debido al nivel de inmadurez de muchos fronterizos a quienes se les hace de lo más fácil meterse en la fila sin respetar el orden.
Y eso de respetar el orden en una fila no se da solo en las filas de los puentes internacionales ¿Cuántas veces le ha tocado que, estando debidamente formado para dar vuelta a la izquierda en algún semáforo, esperando ordenadamente el turno que le corresponde, llega de pronto un abusón que hasta en tercera fila se adelanta y se mete a la vuelta? ¿Le ha pasado? A mí un montón de veces ¿Por qué hacen eso?
¿Qué nos hace pensar que podemos arrojar basura por la ventanilla del auto hacia la calle? En infinidad de ocasiones he visto a automovilistas o sus acompañantes, arrojar alguna envoltura, papel o basura por la ventilla de su auto con el mayor desparpajo y despreocupación ¿Por qué?
Y hablando de limpieza, o de basura, alguna vez se ha preguntado ¿Cuántos juarenses mantienen el frente de sus casas limpios? De sus vecinos ¿Cuántos? No alcanzaría todo un ejército de inspectores municipales para multar a todos los que no lo hacen. Porque, si no lo sabía, quien tiene sucio el frente de su casa es acreedor a una multa, pero en Juárez sería imposible dar cumplimiento a ese mandato.
¿De verdad, yo quisiera entender qué es lo que pasa por la cabeza de una persona que se estaciona hasta en una tercera fila para dejar a sus hijos en la escuela? ¿Por qué lo hacen? ¿Qué piensan? ¿De plano creerán que son los únicos padres sobre la faz de la tierra que llevan prisa? Incluso arriesgan la integridad de sus hijos con ese tipo de acciones.
Y qué tal con los que estacionan su auto obstruyendo la cochera de una casa, o que lo hacen en medio o a la entrada de una glorieta ¿Qué no saben que ambas cosas son una infracción porque pueden ocasionar un grave accidente automovilístico?
¿Alguna vez ha visto a personas que desde sus autos arrojan basura, cascajo, desperdicios, llantas o hasta muebles en las acequias o canales de la ciudad? Yo sí, muchas veces y de verdad que da mucho coraje darse cuenta que hay juarenses a los que poco les importa el bienestar y la salud de todos.
Y qué decir de quienes totalmente enfiestados, con más alcohol que sangre en las venas, deciden conducir sus autos por las calles de la ciudad, poniendo en riesgo no solo sus vidas sin las de gente completamente inocente.
¿Verdad que poco se ha reflexionado sobre todo lo anterior? ¿Verdad que es muy fácil exigir una mejor ciudad sin contribuir en nada a ese propósito? Ojalá reflexionemos todos y cada quien, desde su trinchera, desde su ámbito de competencia e influencia, empecemos a hacer algo realmente efectivo para que Juárez sea la ciudad que todos queremos.