*No reformaron la Constitución, la deformaron,… y están arruinando a México.
*Claudia Sheinbaum: Igual que AMLO,… desvía al Ejército de sus funciones.
En México se vislumbra un panorama hostil para la recuperación de la República. La extinción de la independencia e imparcialidad que constituyen la esencia del Poder Judicial Federal -encargado de la impartición de justicia-, así como la eliminación de los organos autónomos INE e INAI -garantes de la equidad en los procesos electorales, y la transparecicia y acceso a la información pública, respectivamente-, comenzada en modo autoritario por el expresidente Andrés Manuel López Obrador, ha sido continuada en igual forma por su sucesora, la presidenta Claudia Sheinbaum, y es ya un mal enorme para México. La justicia, los derechos humanos, la democracia y las libertades cívicas, políticas y electorales que nos corresponden a los mexicanos, hoy están a punto de quedar bajo el control de la presidenta Sheinbaum y MORENA.
Lo lograron mediante una cuestionada imposición de controvertidas reformas constitucionales, que ha provocado graves retrocesos de naturaleza económica, política y jurídica, agudizando la tensa polarización social instigada durante seis años por el exmandatario López Obrador. Como resultado de estas reformas -cuya perversidad es evidente- hoy México sufre una perjudicial regresión ante la inminente arrogación de las tareas de administración de justicia, arbitraje electoral y entrega de información pública gubernamental, para subordinarlas al criterio e interés político de la persona titular del Poder Ejecutivo. Intencionalmente han debilitado al marco jurídico constitucional y las instituciones, distorsionándolos; han deformado al Estado Mexicano. Esto con el fin de instaurar un regimen totalitario y asegurar su pertpetuación en el poder, para beneficio de MORENA y sus principales fundadores, entre quienes sobresale como figura central el exmandatario Andrés Manuel López Obrador y, muy cerca de él, su sucesora, la presidenta Sheinbaum.
Claudia Sheinbaum y los demás funcionarios de MORENA continuarán diciendo en sus discursos que todo lo hacen por mandato del pueblo y para el bienestar de éste, sin embargo, ellos mismos y millones de mexicanos sabemos que sus peroratas no son más que mercadotecia política basada en una retórica de corte populista y demagógico, orientados a la seducción de un electorado al que ellos dicen tener “cautivo” a través de los progranas se subvención social, cuyos padrones ahora están siendo ampliados de manera apresurada para incrementar la “base electoral cautiva” que afirman tener.
El cerrojo mediante el cual Claudia Sheinbaum y su partido -fundado por López Obrador- asegurarán el enquistamiento del morenismo en el poder, es la referida deformación constitucional, misma que con premeditación y ventaja han perpetrado a su conveniencia. El serio daño que se han propuesto causar a México y a los mexicanos está por consumarse, pronto serán eliminadas las condiciones de equidad y certeza en las elecciones, y se obstruirá el acceso a la información pública, pues el Poder Judicial, el Tribunal Electoral, el INE y el INAI quedarán constitucional y legalmente sometidos a los designios de la persona titular del Poder Ejecutivo –hoy Claudia Sheinbaum- y, por ende, al interés ideológico-político-electoral de ella y su partido. Su perversa obstinación les impide abstenerse de continuar arruinando a México, pues en sus anacrónicas mentes no hay idea más sublime que imponernos a los mexicanos la prevalencia de un partido e ideología únicos.
La presidenta Claudia Sheinbaum ha seguido los pasos de su padrino y antecesor, Andrés Manuel López Obrador. Su forma de ejercer el poder es casi idéntica a la de su amigo expresidente. Las conferencias mañaneras, la actitud asumida al conducirlas, así como el tono y la intencionalidad de sus declaraciones; la asignación de obras y tareas civiles al Ejército; la deteminación de llevar hasta sus últimas consecuencias la reforma al Poder Judicial -sin salirse del guión fijado por AMLO, y sin moverle ni una coma-, para cumplir el proyecto transexenal del exmandatario; muestran a Sheinbaum como una fiel réplica del expresidente. Todos los actos y las intenciones de la presidenta la revelan como una copia del que se fue pero que, en cierto modo, sigue mandando -¡y de qué modo!.
No es recomendable continuar involucrando al Ejército en labores que no le corresponden -tales como la ejecución de obras de infraestructura-, pues esto afecta las tareas propias de la institución castrense, y también al crecimiento de nuestra economía. Seguir distrayendo a los militares en asuntos ajenos a su naturaleza hará que se descuiden las tareas de control y combate a la inseguriad e ingobernabilidad que hoy imperan en todo el territorio del país –luego de que el expresidente López Obrador omitió hacerle frente durante su mandato-. Además, entregar a los soldados las megaobras priva a las empresas constructoras privadas de participar en su contratación, disminuyendo la derrama económica y la generación de empleos. La presidenta es igual a su exjefe -o todavía jefe-, pues sigue con exactitud sus malos pasos. Las consecuencias de sus erróneas decisiones las sufriremos todos los mexicanos.
Miembro de la Asociación de Editorialistas de Chihuahua, A.C.