La experiencia pública de Guillermo Luján se remonta a los lejanos setentas altos, cuando fue presidente de Canaco. Era entonces un joven empresario que rondaba los treinta años, comprometido con el ideario tradicional del PAN; católico, demócrata, honesto, antisistema. Lo que llamarían los populistas de hoy un “conservador” pleno, descalificación estándar contra quienes se resisten a la conducta de lacayos.
En la mítica campaña del 83 coqueteó con la candidatura a la presidencia municipal, que vendría ganando Luis H. Álvarez, un histórico de Acción Nacional. Memo Luján fue un actor importante en aquella campaña, cuando el PAN ganó la columna vertebral del estado, desde Juárez hasta Parral, con excepción de Jiménez. Ganada la capital, ejerció de Oficial Mayor. En muchos sentidos él manejaba la Presidencia, don Luis andaba en asuntos de la política.
En las federales del 95 compitió por la diputación federal contra Jorge Doroteo Zapata, quien hacía poco había heredado la CTM del difunto senador “chino” Mar de la Rosa. En una elección cuestionada ganó Zapata, pero actores de entonces dan cuenta de una negociación para imponerlo, la poderosa CTM no podía perder. A cambio sacrificaron a Ramiro Valles del PRI, quien había ganado en el otro distrito de la capital. Un burdo intercambio para favorecer a Zapata, en detrimento de Luján y Alvídrez.
Un año después Memo volvió a campaña, ahora como candidato a diputado local contra el “bigotón Martínez”. Y otra vez, en medio de acusaciones fraudulentas, volvió a perder. Las reglas electorales, sin embargo, le permitían llegar al Congreso local por la vía plurinominal. Junto con otros panistas rechazó el cargo, en protesta por lo que el PAN consideró un fraude gigantesco, era el Verano caliente del 86. Ahí lo recuerdo por primera vez, sentado en silencio en la Sala Morelos, donde entonces sesionaba el Congreso. Durante las primeras sesiones, los panistas que rechazaron el cargo asistieron en tono de protesta.
La política le hizo justicia en 1994, cuando llegó a la Cámara de Diputados y en 2000 que asumió como diputado local, ambas por la vía plurinominal. Nunca pudo ganar una elección, pues también compitió varias veces por la presidencia municipal. Pero si ganó el respeto al interior del PAN, de modo que muchos le llamaban “jefe”, entre ellos dos impresentables de la actualidad; el rencoroso y ególatra Corral, el corrupto y vulgar ambicioso Pérez Cuéllar.
En algún momento de su vida pública lo traté con relativa frecuencia, desayunábamos o íbamos a comer, por el gusto de hacerlo. También yo le tengo respeto, sentimiento acentuado cuando supe que entregó a mi mamá un reconocimiento público como fundadora del PAN en Jiménez, siendo Memo presidente del CDE. Podrá tener mil defectos y cometer otros tantos errores, nadie cruza el pantano sin mancharse, por mi parte decido quedarme con sus virtudes. Es un buen hombre, honesto, comprometido con Chihuahua y con lo mejor del PAN.
Junto a Carlos Aguilar Camargo, Martín Vargas y otros decanos valiosos de aquella época, a sus 76 años Memo se involucró en una lucha por la democratización y dignificación interna del PAN. Digna iniciativa, el partido al que siempre perteneció necesita refundarse o desaparecerá en la ignominia de la política, de la misma manera que desapareció el PRD y desaparece el PRI. Sólo que en estos momentos de asedio a las instituciones nacionales e intentos por cancelar la democracia, los chihuahuenses libres deben tener otra prioridad fundamental; resistir el impulso populista.
Tenemos que dar la batalla por preservar a Chihuahua del populismo, convertirnos en agentes activos de la reconstrucción nacional. En ese propósito, nos guste o no, el liderazgo lo tiene por definición de cargo la gobernadora Campos. Atemperémonos en los afanes de reivindicación interna, poniendo la unidad partidista por encima de consideraciones ético-políticas. No se distraigan, por ahora, en esas consideraciones, el enemigo no está dentro, despacha en Palacio Nacional asistido desde la Chingada. Esa lucha si vale la pena darla.
Rompeolas
El panismo cerró filas en torno a Daniela Álvarez, para presidenta del CDE. Será una presidenta fuerte, llega con apoyo de todos los grupos. La impugnación de Cristina Jiménez, a quien le negaron el registro por incumplir con lo requisitos, está destinada al fracaso, no tiene ni píes ni cabeza. Lo mejor sería que sus promotores y ella misma abran espacios al diálogo interno, confrontados no llegarán a ningún lugar.
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Silencio cómplice de senadores, diputados y funcionarios oficialistas en torno a las denuncias de corrupción en la aduana de Juárez. Chávez, Cabada, Loera, Cruz, Ariadna que tan pendiente están de Chihuahua, todos callaron frente al cúmulo de evidencias presentados por Reforma. ¿Y su compromiso con la honestidad? ¿Y su compromiso con Chihuahua? Puras palabras, son lacayos del régimen, en consecuencia se tapan con la misma cobija, ahora compartida con criminales según información del importante medio.
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Con la zanahoria de la presidencia municipal por delante, Brenda Ríos se ha convertido en tiradora de oficio contra Bonilla. Encandilada por Ariadna Montiel, ya se vio despachando frente a la plaza de Armas. Pero ha sido descuidada en razón de los usos y costumbres cuatroté, pues sus propios compañeros del Congreso la critican, por lo bajo, señalando su ropa y accesorios de millonaria. Marcas como Gucci, Cartier, Chanel y otras visten de ordinario a la diputada, provocando preguntas de ¿quién pompó?. No te acabes cuatroté, que todavía extraño Conagua.