*El fantasma de Castillo Peraza
*Última llamada del PAN
*Pinedo ya no sirve
Insensato tomar en cuenta al PRI de Alito, cada vez estoy más convencido de su complicidad oscura con el populismo durante la pasada elección, en labor de quinta columna. Y si no, a partir de la elección y concretamente del domingo anterior, contémoslo entre los satélites del régimen, a eso quedó reducido. Ahí pongamos también al mentecato de Dante Delgado, sospechosamente cada acción de MC favoreció a los intereses de Morena. Los partidos oficialmente alineados ya están, son cómoda extensión de la nodriza que les proporciona ventajas metaelectorales, por ejemplo sobrerrepresentación en cámaras legislativas.
Después de la catástrofe de junio, el único partido que podría quedar de opositor creíble es Acción Nacional. Subrayo el “podría” porque también quedó tocado severamente por el despliegue autoritario del populismo que hizo de la campaña una elección de estado. Si prevalecen las mezquindades y ambiciones personales de quienes lo han parasitado durante los últimos años, desde Gustavo Madero hasta el pequeño Cortés, terminará convertido en partido testimonial o de plano desaparecerá, fatalmente.
Alfredo Chávez acierta en diagnóstico y prescripción, años de liderazgos oportunistas y gobiernos cuestionables los puso en el umbral de la terrible profecía que hizo Carlos Castillo Peraza antes de morir: “ganamos el poder, no perdamos el partido”. El brillante ideólogo yucateco tenía razón y en cierta forma quedó corto, el PAN de hoy podría estar peor; perdió el poder en sólo dos sexenios mal gobernados y dos sexenios después está perdiendo el Partido.
De frente al abismo e incapaces de aceptar errores obvios, recurren a falaces teorizaciones sobre el deber ser, en lugar hacer esfuerzos sinceros por reconciliarse con los valores democráticos, presentar una oposición valiente y hacer suyas las causas sociales. Su patética situación nada tiene que ver con explicaciones conceptuales como el haberse alejado de los “principios” o recuperar la “mística” de los sabios fundadores. En política no cuentan ni principios ni mística, son narrativas huecas para justificar una ideología necesaria. Están perdiendo al Partido por una minoría de ambiciosos que lo secuestraron, poniendo por adelante sus intereses personales sobre las causas sociales.
En un país como el nuestro, de impunidad, gobiernos corruptos y abusones, millonarios indolentes con sus empleados, criminalidad desbordada, servicios públicos deficientes las causas sociales sobran. López Obrador las recogió doce años antes de ser electo y visibilizándolas con una narrativa maniquea de buenos y malos supo venderlas a la población. Los problemas que identificó eran muy reales; corrupción, ineficiencia, tolerancia con el crimen, dispendio, abusos, amasiato con el gran capital, saqueos. Seis años después sabemos que las soluciones fueron peores; la corrupción es mayor, la tolerancia con el crimen terminó en complicidad, además de abusos existe persecución a disidentes, el saqueo de los bienes nacionales es feroz y el amasiato con el capital es festejado en Palacio.
Su delirante política populista está empobreciendo al país, la clase media desaparece, los servicios públicos colapsan. Sobran áreas de oportunidad para vertebrar una narrativa opositora maciza, lo que falta es credibilidad social de los líderes opositores, credibilidad que si tuvo López Obrador. Líderes de redes e insustanciales como los últimos que tuvo el PAN, Anaya y Cortés principales exponentes de esta casta mezquina y políticamente deformada, jamás tendrán aceptación social, la gente los percibe vanos, son de amentiritas. Hicieron del PAN un partido rentista siendo ellos los primeros beneficiarios ¿cómo tomarlos en serio si dicen una cosa y al interior de su partido hacen otra? Postulan democracia y se apuntan de primeros en las pluris, negando espacios a liderazgos frescos; pregonan justicia y en los acuerdos políticos prevalece el medro personal. Imposible.
En su caso la reconvención es como el proceso hacia el perdón católico de los pecados o los pasos del alcohólico, primero necesitan reconocerlos, después aceptarlos como tales y mostrar el sincero convencimiento de superarlos. No pide uno que salgan a flagelarse en las plazas públicas o monten actos masivos de expiación, sólo que muestren la humildad que les permita establecer reglas mínimas para recuperar la democracia interna de modo que puedan elegir dirigentes legítimos. Una vez discutidas en trasparencia las diferencias y establecidos los acuerdos, estarán en condiciones de presentar una oposición cercana a la gente. La clase media quedó huérfana, ¿Quién le llevará esperanza?.
¿Utópico? Puede ser ¿ingenuo? También. Patricio Martínez dijo alguna vez que “la política son fregadazos”, como explicando que “los que más fuerte golpeen son los ganadores”. Y sí, la política se define por lealtades temporales y traiciones permanentes; abrazos en público y cuchilladas bajo la mesa; minutas de acuerdos e intentos mutuos de agandalle.
Hoy el PAN está frente a la que podría ser la última oportunidad de mantener vigencia, en sus 85 años de vida. Maru lo ha comprendido bien, abrió una sana discusión interna y está ocupada por recuperar el PAN local. ¿También lo comprendieron los lagartones del CEN?. Sinceramente no creo, soy escéptico con respecto al futuro del PAN, quizás sea momento de pensar en otro modelo de oposición, a menos que les caiga un rayo del cielo y pronto nos den la sorpresa.
Rompeolas
Nada nuevo dijo Pinedo: que Corral es un perezoso, es de dominio público; que su gobierno fue corrupto, tanto que el secretario de finanzas está huyendo; que montó una feroz persecución contra Maru queriéndola reventar, nadie tiene dudas. Más que todo, Pinedo quiere limpiar su nombre y hará bien, pero siendo parte de ese gobierno corrupto y persecutor, no podrá limpiarlo ni con todo el jabón del mundo, como decía Artemio Iglesias. Mejor quedarse en casa, no aporta nada a la discusión.