Ojinaga Chih.- Las siete copas o sentencias son los juicios finales del período de tribulación. Serán los juicios más severos que el mundo jamás haya visto. Las siete copas están descritas en Apocalipsis 16:1-21, donde se les llama específicamente “las siete copas de la ira de Dios” (Apocalipsis 16:1). Bajo el Anticristo, la maldad del hombre alcanza su punto más alto, y se encuentra con la ira de Dios contra el pecado. Los juicios de las siete copas surgen con la séptima trompeta, entre otros aspectos que señalo ayer durante su mensaje dominical el Pastor Álvaro Vázquez, de la Iglesia El Restaurador.
La primera copa. Los primeros ángeles derraman la primera copa sobre la tierra, “vino una úlcera maligna y pestilente sobre los hombres que tenían la marca de la bestia, y que adoraban su imagen” (Apocalipsis 16:2). Esta plaga se dirige a los que se han comprometido con el Anticristo; los santos de la tribulación no se verán afectados por estas úlceras.
La segunda copa. La segunda copa se vierte en el mar, convirtiendo el agua “en sangre como de muerto; y murió todo ser vivo que había en el mar” (Apocalipsis 16:3). Un tercio de la vida marina ya había muerto al sonar la segunda trompeta (Apocalipsis 8:9), y ahora el resto de la vida marina ha desaparecido. Los océanos están muertos.
La tercera copa. Cuando se derrama la tercera copa de la ira de Dios, los ríos y los manantiales de agua dulce también se convierten en sangre (Apocalipsis 16:4-5). El ángel a cargo del agua dice, “Justo eres tú, oh Señor, el que eres y que eras, el Santo, porque has juzgado estas cosas.
Por cuanto derramaron la sangre de los santos y de los profetas, también tú les has dado a beber sangre; pues lo merecen” (Apocalipsis 16:5-6).
El altar en el cielo responde,
“Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso,
tus juicios son verdaderos y justos” (Apocalipsis 16:7).
La cuarta copa. El cuarto ángel derrama su copa sobre el sol, “al cual fue dado quemar a los hombres con fuego. Y los hombres se quemaron con el gran calor” (Apocalipsis 16:8-9). En lugar de arrepentirse de su pecado, los malvados habitantes de la tierra “blasfemaron el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria” (Apocalipsis 16:9).
La quinta copa. La quinta de las siete copas hace que el reino de la bestia se sumerja en una gran oscuridad. El dolor y el sufrimiento de los malvados se intensifican, de modo que la gente se muerde la lengua en agonía (Apocalipsis 16:10-11). Aún así, los seguidores del Anticristo “no se arrepintieron de sus obras” (Apocalipsis 16:11).
La sexta copa. El sexto ángel derrama su copa de juicio sobre el río Éufrates. Ese río se seca como preparación para que los reyes de Oriente se encaminen a su propia destrucción (Apocalipsis 16:12). Juan ve entonces tres espíritus inmundos “a manera de ranas” saliendo de las bocas de Satanás, el Anticristo y el falso profeta (Apocalipsis 16:13). Estos demonios hacen milagros y engañan a los reyes de la tierra y los reúnen para la batalla final en el Día del Señor (Apocalipsis 16:14). Bajo la influencia demoníaca, “los reyes [se reúnen] en el lugar que en hebreo se llama Armagedón” (Apocalipsis 16:16).
La séptima copa. La séptima copa se vacía en la atmósfera. Una fuerte voz en el cielo dice: “¡Hecho está!” (Apocalipsis 16:17). La séptima copa produce relámpagos y un terremoto tan fuerte “cual no lo hubo jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra” (Apocalipsis 16:18). Jerusalén se divide en tres partes, y las ciudades del mundo se derrumban (Apocalipsis 16:19). Las islas se inundan y las montañas desaparecen (Apocalipsis 16:20). Granizo gigante, “cayeron grandes granizos sobre la gente. Parecían rocas, pues pesaban más de cuarenta kilos” (Apocalipsis 16:21). Los que estaban siendo juzgados “blasfemaron contra Dios por la plaga del granizo; porque su plaga fue sobremanera grande” (Apocalipsis 16:21).
Uno de los ángeles de los siete juicios de las copas luego le muestra a Juan el destino de Babilonia la Grande (Apocalipsis 17), mientras Dios toma venganza de “la sangre de los profetas y de los santos, y de todos los que han sido muertos en la tierra” (Apocalipsis 18:24). El mundo llora la caída de Babilonia (Apocalipsis 18), pero el cielo se alegra (Apocalipsis 19). Jesucristo regresa entonces en gloria para derrotar a los ejércitos del Anticristo en el Armagedón (Apocalipsis 19:11-21) y para establecer Su reino en la tierra (Apocalipsis 20:1-6).