-Encuesta irruptora, la de Massive Caller
-INE: Carencia de auténticos debates electorales
-Debates presidenciales: Cuestionamiento a fondo del gobierno de López Obrador
-El Informe de la Comisión Independiente COVID es el inicio del enjuiciamiento a AMLO por su actuación en ella
Traídas a la palestra político-electoral por Morena, porque las usaron -y usan- como instrumento de propaganda y argumento central de que triunfará, las encuestas se han convertido en uno de los protagonistas de la actual campaña electoral.
Bastó que la encuesta de una sola empresa -Massive Caller- publicara resultados contrarios a los de la mayoría de las empresas para que se desquiciara el mundo oficial -y, con él, no pocos analistas que ya daban (y dan) por descontado el triunfo de Claudia-, incluida la candidata presidencial, hecho que vino a sumarse a la cadena de evidencias de la conducta de los integrantes de la 4T que los revelan inseguros, nerviosos, no tan seguros de su victoria el 2 de junio.
A despecho de ellos, hoy existe una muy cerrada competencia presidencial, del mismo modo que en más de la mitad de las gubernaturas con elecciones en la misma fecha (Veracruz, Puebla, Morelos, Jalisco y CdMx); y cuatro en las que se aprecian considerables ventajas de los punteros, dos en favor de los candidatos morenistas -Chiapas y Tabasco- y dos en favor de los panistas -Yucatán y Guanajuato-, amén de las muy apretadas contiendas en la mayoría de las capitales estatales, que podrían ser muy importantes para la presidencial.
A un mes de las elecciones, entramos, también, a otra etapa (en la que poco se ha reparado): La de los últimos días del pleno ejercicio del poder de López Obrador.
El final del sexenio ya lo percibe el presidente; en las giras de su candidata, en los problemas por los que atraviesa ésta; en el crecimiento de la competencia electoral en los estados y sus capitales, en el incremento de los homicidios, en la oposición creciente a sus reformas de último momento; en la aparición de libros e investigaciones sobre el crimen organizado y los señalamientos que sufre y ahora, muy recientemente, en la aparición del Informe de la Comisión Independiente de Investigación sobre la Pandemia de COVID 19 en México (CIIPCM).
Además del incremento de su irascibilidad, aparejado al aumento de sus abusos, como el lanzado salvaje e ilegalmente en contra de la consultora María Amparo Casar, usando el fallecimiento de su marido ¡20 años atrás! Como mecanismo para golpearla.
¡Cuánta sevicia! ¡Cuánta podredumbre!
Le irá mal en el futuro a López Obrador y a varios de sus colaboradores en el trato de la pandemia.
En la madrugada del 3 de junio una impactante (y más para él) realidad se abatirá sobre el tabasqueño: Gane quien gane la elección -así sea Claudia la triunfadora-, habrá perdido porciones muy importantes del poder y la mayoría del pueblo de México, mágico como es, amén de presidencialista, empezará a otear a otro lado, en donde ya no estará López Obrador.
Y si gana Xóchitl -«¡Dios guarde l’ora!» O «¡Quiera Dios y María Santísima!»-.
Algo de eso empieza a vislumbrar López Obrador.
Los dos debates presidenciales se han convertido en tremendas descalificaciones a su gobierno; a tal grado, que debió reclamarle a Claudia, luego del primero -sin decírselo por su nombre- que “nadie” había evaluado bien a su gobierno.
Y en el segundo, entre defender, enarbolar los ‘logros’ de la 4T y esquivar los mandobles verbales que le enviaba la hidalguense, Claudia perdió el control de los tiempos del debate y ante el severo señalamiento de “mentirosa”, se defendió de la peor manera que podía, diciéndole “corrupta”, lo que dio pie al, quizá, único error cometido por la candidata opositora en ese debate, al llamarla “narcocandidata”.
¿Qué tipo de debates se deben realizar? ¿Los que hasta ahora hemos tenido, que ni son debates, ni son oportunidades para la exposición de los programas de gobierno?
Peor, los órganos electorales, incapaces de resolver tal cuestión diseñan verdaderos mamotretos que de muy poco le sirven al electorado pues se convierten en un rosario de propuestas, citas y promesas que no se discuten, ni ahí, ni en ningún otro lugar.
Convertir estos eventos en verdaderos debates es obligación de los integrantes de los órganos electorales.
Pongamos sólo un ejemplo: En el segundo debate, Claudia dijo que el gobierno de López Obrador no había adquirido más deuda (cosa que no es cierta pues llegará a más de 15.6 billones de pesos, luego de haberla tomado en poco más de 10.8 billones en 2018), sin embargo, salvo algunas frases deshilachadas de Xóchitl, no hubo mayor discusión.
En un verdadero debate, los conductores habrían insistido en escuchar de cada uno sus posturas sobre el tema, las propuestas, las maneras de encararlo y habría habido ocasión hasta para los señalamientos a las distintas administraciones, al manejo publicitario de cada uno, a la diferenciación de las probables soluciones o atemperamientos, etc.
Los debates en las contiendas electorales no son ocasiones para la exposición aletargada de los compromisos de los candidatos, son, pensamos cada vez más mexicanos, la ocasión, sí para escuchar sus propuestas, pero también para las confrontaciones entre los candidatos.
Sirva el dato de que del primero al segundo debate aumentó la audiencia en 4.3 millones de personas, al pasar de 11.8 a 16.1 millones y que la mayoría de quienes vieron el segundo lo hicieron ¡En la parte final!
¿Después de las 9 de la noche? ¿Un domingo, un debate?
¡Pues claro, se corrió la voz de que había “tiro”, de que se estaban lanzando con todo las candidatas y no pocos trapíos sucios estaban develándose en esa hora y ese día! ¡Hasta parecía el clásico Chivas-América en una final del futbol mexicano!
¿Cuántos de ellos irán a votar? Muchos ¿Cuántos de ellos habían pensado NO ir a votar? Seguramente también, muchos.
¿Cuántos se habrán convencido de alguna o de otra, o habrán cambiado de preferencia? Pues seguramente los seguidores de una y otra habrán reforzado su preferencia y muchos menos cambiaron, pero en la suma total, con toda seguridad el debate sirvió para que más mexicanos tomaran la decisión de ir a votar.
Y otros, como es lógico, por el nivel del debate, terminaron de convencerse de no votar.
Pero la campaña entró en la fase final, se elevará la confrontación y el segundo debate sirvió de catalizador para los seguidores de Xóchitl pues, evidentemente, asestó varios golpes, muchos más que los propinados por Claudia.
Se quedó la percepción generalizada de que, a diferencia del primero, la opositora lo ganó.
Detenerse en este tema, por supuesto que por su propia naturaleza es importante, pero importa más porque estamos a 10 y 12 días de los debates municipales más importantes en el estado -Chihuahua y Juárez- y el Instituto Estatal Electoral y los partidos están discutiendo el formato de ellos.
Le quedarán a deber a la sociedad chihuahuense si no son capaces de diseñar uno que resulte atractivo a los electores, que no piensen en cuidar, primero, los intereses de los candidatos y partidos; en no diseñar una especie de foro para que cada uno hable de lo que se le ocurra, o que diseñen preguntas diferentes para cada uno de los candidatos.
No, lo que necesitamos es confrontar sus puntos de vista, que hablen del mismo problema y que si alguno opta por no contestar, eludir o evadir el cuestionamiento, los conductores tengan la facultad de traerlos al tema a debate, que no rehúyan la discusión.
Tema central es la difusión de por lo menos esos dos debates, se trata del gobierno de casi las dos terceras partes de la población del estado y representan, a escala local, la confrontación de las dos fuerzas que se disputan todo y de que el desenlace de la elección municipal en ellas definirá una buena cantidad de asuntos de la política estatal de por lo menos una década.
Y luego, ya montados en el caballo del morbo político, gustosos los presenciaremos para ver de qué manera se diferencian cuatro políticos emanados, todos, del PAN chihuahuense, y que ahora se disputan las alcaldías, dos de ellos desde la trinchera exactamente opuesta a la que fue, durante muchos años, su bandera política.
Cosas de la política mexicana en tiempos de la 4T.
Los saldos de la pandemia (CIIPCM).-
Decesos por cada 100 mil habitantes: 260.7;
Muertes en exceso: 807 mil;
Decesos personal de Salud: 5 mil 800 (el más alto del mundo)
Huérfanos por el COVID: 215 mil;
Caída del PIB: -8.7%;
Empleos perdidos: 10 millones 600 mil;
Aumento de pobres: 3 millones 800 mil
Reducción de esperanza de vida: 4 años, (De 75 a 71 años).
Columna de Plata-APCJ: 2008, 2015, 2017, 2022 y 2023
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