Reprobados en matemáticas,
lectura y ciencias,
pero graduados en violencia….
Según los resultados últimos de la prueba Pisa, México retrocedió significativamente en tres materias básicas en estudiantes antes de cumplir los 15 años: matemáticas, lectura y ciencias.
Pisa es el informe del Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes que realiza la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) que reúne a 30 países, cuyo objetivo es evaluar la formación de los estudiantes cuando llegan al final de la etapa de enseñanza secundaria, hacia los 15 años. La evaluación cubre las áreas de lectura, matemáticas y competencia científica. El énfasis de la evaluación está puesto en el dominio de los procesos, el entendimiento de los conceptos y la habilidad de actuar o funcionar en varias situaciones dentro de cada dominio[1].
Los resultados más recientes corresponden al año 2022 y se dieron a conocer a finales del 2023 y México retrocedió en comparación a la última prueba aplicada en 2018 en las 3 materias que examinan.
En matemáticas hubo un retroceso de 14 puntos; en lectura 5 puntos y en ciencias 9 puntos. En el caso de lectura el promedio de la OCDE es del 74 por ciento y los estudiantes mexicanos llegaron apenas al 53 por ciento. En ciencias los estudiantes mexicanos alcanzaron el 49 por ciento contra el promedio de 76 por ciento de la OCDE.
La respuesta o reacción de las máximas autoridades de México fue desestimar los resultados de la prueba Pisa con la frase muy frecuente de cuando los datos no son satisfactorios o no son como desea: “nosotros no los tomamos en cuenta…”
Pero, aquí está el gran contraste: retrocedemos en asignaturas académicas y prosperamos en otras actividades, tanto para vergüenza del atraso como del adelanto.
Ocupamos los primeros lugares en número de homicidios relacionados con el tráfico y comercio de droga, avanzamos de manera meteórica en desapariciones, somos del nada honroso primer lugar de ser el país con mayor peligro para ejercer el periodismo, que ni en países con guerras civiles alcanzan estas cifras.
Eso nos lleva a escalar los primeros lugares a nivel mundial en generar profesionales de la violencia con métodos depurados en secuestros, extorsiones y ejecuciones.
La organización, lamentablemente, del crimen organizado se ha ido sofisticando y diversificando en diferentes regiones del país, para el control de actividades productivas como extraer gasolina de gasoductos, tala de bosques de manera ilegal y clandestina, cobro de piso, extorsiones y secuestros exprés telefónicos desde cárceles, tráfico de migrantes, infiltración y soborno a corporaciones policiacas, robo de autos y otros.
La novedad última es que los delincuentes ampliaron su radio de acción a interferir en las elecciones presionando para que determinadas personas sean designados candidatos, en impedir que candidatos no afines realicen su campaña o simplemente los eliminan. Aportan apoyos y dinero a ciertas campañas a cambio de que les otorguen los cargos de comisarios o jefes policiacos desde modestos municipios lo que nos puede conducir a una narcodemocracia.
Cuando se habla de narcocultura pareciera algo muy subjetivo o general, pero eso se refleja muy simple en tres aspectos de la sociedad: religión, música y comunicación.
Se han ido creando ritos y supersticiones con la idea de suplantar la religión y para ello han designado “santos” y devociones propias que se han ido extendiendo en un supuesto fervor popular.
El robo de gasolina, actividad controlada y realizada por el crimen organizado recibió el nombre de “huachicoleros”, un antiguo término indígena para designar a los vendedores de destilados ilegales de alcohol, pero ahora reutilizado para una nueva era criminal. Incluso existía un santo patrono para los ladrones de gasolina. El Santo Niño Huachicol, un niño Dios cargando un sifón y un bidón, ahora comparte el panteón del hampa mexicano con Jesús Malverde (el santo patrono de los narcotraficantes), San Judas Tadeo (el santo patrono de los adictos) y la Santa Muerte”[2].
Con la música desde hace años y desde varios lugares han ido invadiendo el ambiente y cambiando los gustos. Cantar loas y hazañas de personas fuera de la ley es lo más normal y se hace de manera pública y con acceso a menores de edad donde se van perfilando modelos a seguir. Hace poco circuló por redes sociales la queja amarga de una madre de familia criticando a un cantante de narcocorridos porque discriminó a su hijo que se acercó a pedirle un autógrafo y lo ignoró de manera “arrogante”. Independientemente del comportamiento del narcocantante, el problema está en la señora que, a su hijito, muy menor de edad, le mostraba al cantador como un gran personaje y lo incitó a que le pidiera una firma. ¿De quién es la culpa?
El fenómeno de los corridos tumbados son una clara expresión de todo esto. Las canciones estimulan la superación a través del crimen; provocan actitudes machistas hacia la mujer, aunque miles de mujeres corean esas canciones.
“Los corridos tumbados poseen una base trípode montada en elementos del hiphop, el trap y el urbano. Los corridos tumbados exaltan el consumo, el dispendio, las violencias, los desenlaces de la vida (logrados y fallidos), la exaltación inspirada en las drogas o el alcohol, las mujeres como trofeos que refrendan el orden patriarcal y autos fetiches. Los tumbados poseen temáticas y atuendos que rinden culto banal a las marcas famosas acompañadas de onerosos accesorios y se conforman desde un presentismo vacuo”, escribe José M. Valenzuela[3] en un interesante libro sobre el tema.
Y agrega sobre el origen de la palabra: “tumbado viene de tumbar y refiere a los objetos o cosas que tienen forma de tumba, palabra que denomina al hoyo mortuorio, el poso del reposo final, a la cavidad donde se sepulta a los cadáveres, los cuerpos ateridos, yertos, el hueco donde se entierran a los difuntos…Tumbar es derribar, hacer caer, bajar (robar) herir, matar, eliminar…” Y los corridos tumbados y bélicos surgieron montados en las plataformas como TikTok, YouTube, Facebook, Instagram, Spotify.
Y luego, las redes sociales, presunto espacio de libertad de comunicación para todos, también son utilizadas por el narcotráfico para comercializar droga y promoverse. En el último estudio de Crisis Group sobre América Latina titulado Miedo, mentiras y lucro: el uso de redes sociales por los grupos criminales en México[4] señala que “los grupos criminales mexicanos usan las redes sociales para ganar apoyo popular, denigrar a sus rivales, glorificar la narcocultura y coordinar actos de violencia. Estos grupos criminales están reclutando nuevos miembros (sobre todo jóvenes) y difundiendo desinformación en línea, fortaleciendo y generando un gran flujo de información no verificada que pone a la población en mayor riesgo”. Esto ha generado profesionales de la mentira.
Las acciones del gobierno federal sobre el tema ha sido dar dinero a las personas sin trabajar. No hay obras públicas en el 95 por ciento de la República salvo 3 grandes obras emblemáticas del gobierno que no han sido terminadas o no despegan. En cada estado solo se informa de jóvenes y personas de la tercera edad que mensualmente se les da el pescado, pero no se les enseña a pescar, fomentando una sociedad atenida e improductiva. Se ha ido formando una seudocultura de extender la mano, sin proyecto de vida ni ambiciones porque los ninis siguen existiendo y creciendo, y siguen sin estudiar y sin trabajar, pero con su beca mensual.
La realidad asalta por el patio trasero al discurso oficial. Los jóvenes ya son las principales víctimas del ambiente contagiado por la narcocultura. El 34 por ciento de los ejecutados corresponde a jóvenes de entre 15 y 29 años[5] precisamente desde los 5 años que deberían estar pasando sus pruebas Pisa de lectura, matemáticas y ciencias, en lugar de “licenciarse” en otras actividades.
Escuchando los corridos tumbados ¿para qué preocuparse por los índices de aprendizaje de matemáticas? O poniendo un altar a Malverde o a la Santa Muerte, ¿qué nos importa los resultados de la prueba Pisa sobre lectura? O dejar que las elecciones sean manipuladas con violencia, amenazas y asesinatos por el crimen organizado ¿qué nos puede preocupar que estemos muy atrás en los índices de los jóvenes mexicanos en competencias científicas?
Pareciera ser que las nuevas “habilidades” o “competencias” educativas en juego, en lugar del concurso de lectura o matemáticas, estriba en demostrar quien trae instaladas las bocinas más potentes en su pickup o “raizer” -más caros que un auto normal- y transitar por las calles a todo volumen. De preferencia con alguna “rola” de esos corridos prohibidos o de corridos tumbados.
¿Qué prueba Pisa ni esas ocurrencias neoliberales que quieren convertir aspiracionistas a los jovencitos?
Como en muchas presentaciones de cantantes que interpretan narco corridos y ahora corridos tumbados, al momento de explicar que por disposiciones legales no pueden cantarlas por ser una apología del delito y que hay multas, el auditorio, casi a una sola voz exige que las canten y que no importa que los multen, sin importar las consecuencias de alentar más violencia.
Como en la Biblia en el Evangelio de San Mateo cuando Pilatos no quería condenar a Jesucristo, el pueblo le gritaba que “caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos”.
Pero así estamos: aunque ese ambiente de narcocultura salpique después a nuestros hijos de sangre, pero ahí estamos coreando con una cerveza en la mano.
[1] https://www.oecd.org/pisa/39730818.pdf
[2] SMITH, Benjamin (2022), La Droga. La verdadera historia del narcotráfico en México, editorial Penguin Random House, Debate, México.
[3] VALENZUELA Arce, José Manuel (2023) Corridos Tumbados. Bélicos ya somos, bélicos morimos, Ned Ediciones, México.
[4] Informe breve de Crisis Group sobre América Latina N°50 Ciudad de México/Nueva York/Bogotá/Bruselas, 31 de enero de 2024. https://icg-prod.s3.amazonaws.com/s3fs-public/2024-01/b050-mexico-social-media-spanish_1.pdf
[5] Diario de Chihuahua, 17 de marzo de 2024, El 34% de ejecutados, de entre 15 y 29 años, p. 1, Chihuahua.