*Antropofagia en Morena
*Perder la dieta los desquicia
*Los ausentes de Duarte
*Desencanto de priistas
*L. Aguilar no está de bonito
*Bonilla será un revulsivo
La mera idea de perder la dieta los desquicia, haciéndolos actuar con un celo feroz que nunca demostraron al momento de legislar. Sienten la patada en el bolsillo y les produce súbitos e incontrolados escalofríos para los que no encuentran remedio, ni yendo con Arámbula. Cualquiera sabe que ahí duele más que en los destos.
Estaban confiados en que su reelección era cuestión de trámite y de pronto se ven frente a la posibilidad de terminar en víctimas de las excedidas leyes electorales de género. Trágame tierra, en que momento se nos ocurrió levantar del viejo PRI a Adriana, lamentarán los diputados de Morena maldiciendo la hora.
Nadie imaginó que el progresivo y extendido desencuentro entre Adriana Terrazas y sus compañeros de bancada (¿o lo correcto es decir enemigos?) terminará en tribunales, con fundadas razones para pensar que serán ellos los que pierdan. Contra la violencia política en razón de género no hay defensa, es más penado que robar una vaca en tiempos de Luis Terrazas. Adriana los colocó en esa compleja tesitura.
Cierto que Adriana se prestó al servicio del odiado Prian, aceptando una presidencia del Congreso que no le correspondía, después los abofeteó con la segunda y terminó convertida en el valioso voto 22 para las dos terceras partes. Ni como negarlo, el libro de actas da puntual constancia de su actuar. Una traición así calienta a cualquiera, no se diga a los devotos incapaces de ver en otra dirección que no se la del mesías.
Pero nadie puede juzgar a un diputado por el sentido de su voto ni por acatar una resolución del Pleno y el grupo de Morena no sólo juzgó a su compañera, también se erigió en Comisión de Honor y Justicia partidaria ¡la expulsaron del partido, por sus pistolas! Esa felonía grupal es tipificable como violencia política de género.
Presumiblemente los que hoy buscan la reelección incurrieron en la barbaridad, llevando la inquina hasta desconocerla como integrante del grupo parlamentario y negándole los beneficios de fracción, entre otros el socorrido abono mensual que reciben como primera minoría. Es decir, hubo afectación pecuniaria, además de violencia política.
Cuauhtémoc Estrada y los denunciados pueden invocar ordinarias apelaciones al braceo acuático en grupo o decir que hubo focha en la recepción de documentos. Pueden también decir misa, pero no restarán solidez a las acusaciones de Adriana, son tan serías que podría terminar con sus aspiraciones reeleccionistas. En tribunales, la violencia política en razón de género es como negar la infalibilidad del tlatoani, en la cofradía cuatroté.
La sangre no ha llegado al río y probablemente no llegue, siempre existen alternativas de solución fuera de tribunales. Adriana se plegaría corriendo a un acuerdo que la ponga en el camino de la reelección, salida negociada donde lo único que Cuauhtémoc Estrada y compañía perderían sería el orgullo.
La otra es confiar en que el Trife desestime la demanda, en cuyo caso el asunto quedaría resuelto sin mengua de honores, pero el riesgo de que la pierdan es muy alto, la dieta de otros tres años está en peligro.
Lo que hagan y con independencia de lo que resuelvan en Guadalajara, la confrontación interna queda para siempre, estamos viendo otro episodio más de antropofagia política, marca de la casa en la izquierda populista y autoritaria de Morena.
Rompeolas
Un ocurrente observador, de los que nunca faltan, preguntó por Manuel Bremer, Chago Moreira, Everardo Medina, Kike Serrano, Nieves Ruvalcaba, Odorico Vázquez, Marcelo González, Elio Tarín, Eloy Soto, Horacio Jurado y una veintena más de nombres que no estuvieron presentes en la manifestación del martes. Si nos ponemos a contar todas las ingratitudes llenamos la plana entera. Tampoco es para extrañar, Mario Tarango decía que nadie es amigo del gobernador, todos lo son de Palacio. Perdido el poder, se van los amigos y César hace mucho que lo perdió.
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Entre los priistas de base, el puñado que sigue leal, permea la idea de votar por el PAN, en castigo a la dirigencia de su partido que los ha ignorado. ¿Será?, los priistas son cabroncitos cuando quieren serlo y hace mucho que se sienten utilizados por sus dirigentes. Si la idea crece y se materializa, abusados los diputados pluris y regidores de lista, podrían entrar menos de los que tienen presupuestados.
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Hace más de una semana nombraron a Luis Aguilar encargado de la campaña de Xóchitl en la entidad y todavía es hora que no se ve, ni se nota. Los Xóchitlover empiezan a desesperarse, se preguntan si Aguilar llegó nada más de bonito. Ojalá no, hace falta más presencia de la candidata en la entidad y esa responsabilidad es de él. Está bien que la sociedad ha respondido de maravilla, pero no descarguen en ella toda la responsabilidad del voto, ayuden un poco.
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Una buena noticia para los candidatos que no se ven por ningún lado, Marco Bonilla pide licencia el próximo lunes con el fin de incorporarse de lleno a las campañas. Ya era tiempo, la presencia del edil será un revulsivo en las campañas del Frente. Lo mismo harán Valenciano en Delicias y Beto Pérez en Cuauhtémoc. Mientras más pronto entren al jolgorio electorero más rápido moverán la sonaja.