Ojinaga Chih.- La idea de adorar al señor “en espíritu y en verdad” viene de la conversación que tuvo Jesús con la mujer en el pozo en Juan 4:6-30. En la conversación, la mujer estaba discutiendo sobre los lugares de adoración con Jesús, diciendo que los judíos adoraban en Jerusalén, mientras que los samaritanos adoraban en el monte Gerizim. Jesús acaba de revelar que él sabía acerca de sus muchos maridos, así como el hecho de que el hombre con el cual vivía no era su marido. Esto hizo que ella se sintiera incómoda, por lo que ella intentó desviar su atención de su vida personal y pasar a temas religiosos. Jesús no quiso distraerse de la lección que quería darle sobre la verdadera adoración y llegó al punto central del asunto: “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren” (Juan 4:23), entre otros muchos conceptos que remarco ayer el Apóstol David Corral, desde el Templo La Cosecha, durante su predicación dominical.
La lección general sobre la adoración al señor en espíritu y en verdad, es que no debe limitarse a una única ubicación geográfica ni necesariamente debe ser regulada por las disposiciones transitorias de la ley del antiguo testamento. Con la venida de Cristo, la separación entre judíos y gentiles ya no era pertinente, ni tampoco lo era la centralidad del templo en la adoración. Con la venida de Cristo, todos los hijos de Dios adquirieron igual acceso a Dios a través de él. La adoración se convirtió en un asunto del corazón, no de las acciones exteriores, y dirigida por la verdad y no por una ceremonia.
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