A raíz de la participación de hace algunas semanas (“¿LIBROS DE TEXTO, DE SEXTO O DE SEXO?”), mediante chats y mensajes privados me dieron hasta para llevar. Pueden, querida lectora, gentil lector, reparar en el hecho de que tanto me preocupé de las inmisericordes críticas que perdí horas de sueño, mi apetito voraz y las ganas de ver la tele. La verdad es que ocupado en menesteres de mayor importancia, la cosa la dejé “en visto”, pero ya es hora de ocuparme, así sea para recibir otro rapapolvo (ni modo).
Aclaro:[1] la Asociación Americana de Psicología define la orientación sexual como: “Una atracción emocional, romántica, sexual o afectiva duradera hacia otros”.[2] ¿Y qué es una atracción? La atracción es definida en nuestro idioma como la “acción de atraer”; y “atraer” significa, entre otras acepciones y dicho de una persona: “Ganar la voluntad, afecto, gusto o atención de otra”.[3] Así las cosas, científicamente hablando, la orientación sexual es un gusto, una afición. La misma Asociación distingue entre la orientación sexual y la conducta sexual porque la primera “se refiere a los sentimientos y al concepto de uno mismo. Las personas pueden o no expresar su orientación sexual en sus conductas”.[4]
Durante muchos años, erróneamente, se creyó que la orientación sexual, incluida la homosexual, era una condición humana como el sexo (varón o mujer) o la etnia (mongólica, caucásica, etiópica, etc.) y en función de dicha premisa se generaron muchas presunciones; entre ellas, que así como se debía emancipar a la mujer, o a los afroamericanos, tocaba el turno de los homosexuales; y ésta no es más que una falacia pues se trata de categorías distintas.
En efecto, el sexo o la raza son condiciones inherentes al ser humano; uno no puede elegir nacer hombre o mujer o nacer negro o blanco; es más, ni siquiera se nace como tal o cual cosa: desde antes que uno nazca, célula a célula, se es hombre o mujer o se es blanco, negro o amarillo… desde antes de nacer, insisto. Lo anterior, no es producto de una opinión o de mis creencias religiosas, es ciencia pura y dura. En el momento de la concepción se forma un ser con las características genéticas que va a poseer el resto de su vida e incluso después de muerto.
Así es. En el año 2007, en Hoyo Negro, una cámara subterránea ubicada en el Estado de Quintana Roo, se encontró el esqueleto de una persona, del que se pudo saber, entre otras cosas, que tuvo una vida corta y dura —marcada por la desnutrición y el maltrato—, que se trataba de una adolescente, que fue madre y que vivió hace casi 13 mil años;[5] e incluso, que la forma de su cráneo “es diferente de los indígenas americanos modernos”.[6] Todo esto se descubrió a partir de la antropología forense, ciencia que permite determina el sexo, la raza o la edad en restos óseos de origen humano.[7] Es decir, frente a un hallazgo de esa naturaleza, científicamente, es posible determinar si se trata de cromosomas masculinos o femeninos, huesos masculinos o femeninos, etc.; o dicho en otros términos: existe un método que prueba, evidencia, corrobora, demuestra, en forma palmaria y objetiva, lo que uno es genéticamente hablando. Lo que uno es desde antes de nacer y mucho después de morir, situación que dada su naturaleza resulta inmutable.
En cambio, como queda dicho, la orientación sexual es sólo una atracción o, como si dijéramos, un gusto; y ese gusto puede ser de índole emocional, romántico, sexual o afectivo, duradero o no, pero se trata de un mero gusto; de ahí que, así como hay orientaciones sexuales, puede haber (y hay) orientaciones culinarias o deportivas, porque son gustos; y si a alguien no le gusta el pepino (como a mí) no es pepinofóbico, o si no le gustan Las Chivas Rayadas, no es Chivarayafóbico; porque las atracciones, los gustos, los sentimientos, no pueden ser protegidos, ni alentados, ni promovidos, ni regulados, ni prohibidos, por el Estado o por la ley.
“¿Por qué?”, podrán preguntarse, queridas lectoras, gentiles lectores, porque pertenecen al ámbito íntimo, privado, del ser humano. Uno elige, decide, opta, escoge, prefiere, determina, vivir como le plazca. Para bien o para mal. De ahí que una persona pueda llegar al extremo, incluso, de mutilar o extirpar un órgano sano de su cuerpo, pero bastarán un cabello, una uña, un pedacito de hueso o una gota de sangre, es decir, una muestra de ADN, para conocer su sexo, edad, raza, etc.
Por eso, cualquier acción o conclusión que parta de la premisa de que la homosexualidad es una condición del ser humano es errónea y más falsa que una moneda de once pesos. No existe, pues, una inevitabilidad que permita concebir a la especie humana en un futuro, cercano o lejano, como una masa de personas compuesta por varones o mujeres creados y determinados por sí mismos a voluntad o a placer. Dentro de decenas, quizá cientos, de años habrá, como desde hace miles, hombres y mujeres, pertenecientes a diversas etnias.
Esto que acabo de escribir no me define a mí tampoco ni me hace tal o cual cosa. Ni puede afirmarse, a partir de estos párrafos, que estoy a favor o en contra de tal o cual causa, hablo de ciencia solamente. Sólo defiendo, por esta vía, mi derecho a escribir lo que creo y pienso, apuntalado con pruebas, además.
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[1] Un video que vi en Internet me gustó mucho y lo tomo como guía de estos párrafos. No volví a dar con el sitio para las respectivas citas.
[2] Artículo titulado: “¿Qué es la orientación sexual?”, publicado en el año 2013. [En línea] Visible en el sitio: https://www.apa.org/topics/lgbtq/sexual Consultado el 10 de agosto de 2023 a las 19.10 hrs.
[3] [En línea] Visible en el sitio: https://dle.rae.es/atraer?m=form Consultado el 10 de agosto de 2023 a las 19.15 hrs.
[4] Ídem.
[5] Artículo de la redacción titulado: “Madre y maltratada: revelan nuevos datos de Naia, el esqueleto más antiguo y más completo recuperado en América”. [En línea] Visible en el sitio: https://www.bbc.com/mundo/noticias-47555298 Consultado el 10 de agosto de 2023 a las 19.25 hrs.
[6] Artículo de la redacción titulado: “La fascinante historia de Naia, el esqueleto hallado en un cenote mexicano”, publicado el 14 mayo 2014. [En línea] Visible en el sitio: https://dle.rae.es/atraer?m=form Consultado el 10 de agosto de 2023 a las 19.15 hrs.
[7] Artículo de Raúl Adalberto Doro titulado: “Determinación del sexo y estimación de la edad en restos óseos de origen humano” [7] Artículo de la redacción titulado: “La fascinante historia de Naia, el esqueleto hallado en un cenote mexicano”, publicado el 14 mayo 2014. [En línea] Visible en el sitio: https://www.criminalistica.mx/areas-forenses/antropologia-forense/841-determinacion-del-sexo-y-estimacion-de-la-edad-en-restos-oseos-de-origen-humano Consultado el 10 de agosto de 2023 a las 19.45 hrs.