Cuando abordo este tipo de cuestiones lo hago con cierto temorcillo porque ya sé que, propios y extraños, me van a salir con eso de que: “¡Oh, qué Luis! Tan bien que iba…” y ahí, en ese momento, se justifica el descarrilamiento de todas mis aspiraciones por más cándidas o legítimas que resulten, y me caen en montón tirios y troyanos. Yo procuro no ponerme nervioso (o por lo menos que no se me note) y, sobre todo, no renunciar a mi derecho ciudadano de opinar sobre lo que puebla al mundo; es decir, sobre lo que me dé la real gana.
Entrando en materia, no dejo de asombrarme por —no sé cómo llamarlos: si “avances” o “retrocesos”— la situación actual que guarda la educación en México y, obvio, lo acelerado de la llamada “agenda de género” en el mundo entero. Recuerdo en este punto un párrafo de Ayn Rand (aunque ella se refería a otra cosa) aplicable según yo, a esto que vivimos: “Por mi parte, no estoy muy seguro de lo que nos sucede. Desde luego, es una realidad, pero no puedo creerla; sigo pensando que la locura es un estado en que se pierde la noción de la realidad. Bien, lo que está pasando es tan absurdo, que si lo admitiera, me estaría volviendo loco, ¿no le parece?”.[1] Y yo no quiero estar loco o, por lo menos, más loco.
Lo anterior, viene a cuento por la chirinola en torno a los libros de texto pendientes de entregar por la Secretaría de Educación Pública (SEP). Entre las perlas de sabiduría que albergan, rescatemos algunas contenidas en el manual “Un libro sin recetas para la maestra y el maestro Fase Tres”, por el cual la SEP pide a los docentes que enseñen a los niños la diferencia que existe entre clases sociales: “Es fundamental reconocerse dentro de este sistema como uno de aquellos dos polos: como un sujeto que forma parte de las élites hegemónicas que oprimen a los sectores marginados o como un oprimido que es miembro de una subalternidad y que posee múltiples prejuicios impuestos por el sector dominante que le impiden su crecimiento”.[2] ¡Pácatelas!
Y la barbaridad no se queda ahí, en esos mamotretos se impele a los pedagogos a inculcar a sus educandos que los mexicanos deben de aprender desde una edad muy temprana que estas diferencias entre los miembros de la sociedad fueron “creadas para poder mantener a una parte de la sociedad controlada”[3] y que las libertades individuales de las personas “van en contra de la construcción de la comunidad”:[4] “debemos entender que dicha libertad individualizada es un concepto que violenta la construcción de comunidad y genera dinámicas de enajenación que deben cuestionarse”.[5]
Por no hablar de que estos libros prácticamente eliminan la enseñanza de matemáticas;[6] amén de que no se incluyen textos de geografía, historia universal o de México, ciencias naturales, biología, salud[7] ni habrá ya, ¡ay qué tristeza tan grande!, literatura universal.[8] ¡Ah!, pero eso sí, incluyen temas de la agenda LGBT,[9] con dibujitos y todo; y bonitas manualidades, como la de hacer una maqueta con un pene eyaculando.[10]
La queja de fondo, en realidad, y muy válida, es que en un proyecto tan trascendente para la vida pública (el adoctrinamiento, o no, de las futuras generaciones por un gobierno de izquierda militante) no se hicieron pruebas piloto ni se conoce el resultado de ¡una sola evaluación!: “Tampoco se han dado a conocer los programas de estudio detallados para cada grado. Sin embargo —para sorpresa de la sociedad— se imprimieron libros de todos los grados de primaria y secundaria, desapareciendo los que hasta ahora se utilizaban para las diversas materias”.[11]
El tema, por sí solo, refleja todos los vicios y defectos de la 4T: improvisación, autoritarismo y taruguez (se puede decir más feo) en grado sumo. El asunto es si vamos a practicar, o no (diría Germán Dehesa), aquello que más cuadra con nuestra idiosincrasia profunda: hacernos güeyes.[12] Ojalá no. Aquí, aplauso de pie para la gobernadora Maru Campos, quien en este asunto ya levantó la mano para mandarlos al carajo.
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[1] RAND, Ayn. La rebelión de Atlas, Ariel, México, 2019, p. 598
[2] Artículo de Pedro Hiriart titulado: “Regreso a clases 2023: Esto sabemos sobre los polémicos libros de texto de la SEP”, publicado el 2 de agosto de 2023, por el periódico El Financiero.
[3] Ibídem.
[4] Ibídem.
[5] Ibídem.
[6] Ibídem.
[7] Artículo de la redacción: “Libros de la SEP incluyen imágenes de eyaculación masculina y menstruación; familias ‘se escandalizan’”, publicado el 30 de julio de 2023, por el periódico El Financiero.
[8] Artículo de Georgina Zerega titulado: “Polémica por los libros de texto: la justicia pide revisarlos y el Gobierno busca entregarlos sin cambios a las escuelas”, publicado el 1 de agosto de 2023, por el periódico El País.
[9] Artículo de Víctor Hugo Ramírez García titulado: “Inclusión forzada en libros de texto de la SEP”, publicado el 31 de julio de 2023. [En línea] Visible en el sitio: https://animalpolitico.com/analisis/invitades/inclusion-forzada-en-libros-de-texto-de-la-sep Consultado el 2 de agosto de 2023 a las 18.00 hrs.
[10] “Libros de la SEP incluyen imágenes de eyaculación masculina y menstruación; familias ‘se escandalizan’”, artículo ya citado.
[11] “Libros de la SEP incluyen imágenes de eyaculación masculina y menstruación; familias ‘se escandalizan’”, artículo ya citado.
[12] Artículo de Germán Dehesa titulado: “La carrera espacial”, publicado el 27 de abril de 2010, por el periódico Reforma.