A 1,191 días desde que la OMS declaró el brote del entonces nuevo coronavirus (2019-nCoV) como una emergencia internacional (y a 1,221 días desde que China informó a la OMS sobre el brote), la emergencia dejó de existir.
Fue el pasado 5 de mayo cuando el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus declaró que la emergencia de salud pública que comenzó el 30 de enero de 2020 llegó a su fin. “Declaro el fin de la COVID-19 como una emergencia sanitaria mundial”, dijo el director general de la OMS.
Como era de esperarse, la noticia comenzó a difundirse en los medios de comunicación y redes sociales; sin embargo, no en todos los casos refiriendo el doloroso pero necesario recuento de los daños a poco más de 3 años del inicio de la pandemia de COVID-19.
En marzo del 2020 la OMS caracterizó la COVID-19 como una pandemia advirtiendo que nunca antes se había visto una pandemia provocada por un coronavirus, y que nunca antes hubo una pandemia que pudiera ser controlada al mismo tiempo. Así fue como la OMS dejaba entrever la magnitud de lo que muy probablemente iba a suceder…
Según las cifras reportadas a la OMS, en 40 meses el SARS-CoV-2, virus que causa el síndrome respiratorio agudo grave de tipo 2, o sea la COVID-19, afectó directamente la salud de más 765 millones de personas en el mundo (casos confirmados) y cobró la vida de casi 7 millones de personas, aunque según la propia OMS la cifra es, en realidad, varias veces superior: al menos 20 millones de muertes.
Es precisamente en ese -y con ese- contexto que la OMS enfatiza que el anuncio fin de la emergencia sanitaria mundial no significa que la COVID-19 ya no es una amenaza significativa para la salud pública. Y es que, si bien la situación ha mejorado considerablemente, con menos mortalidad y más inmunidad, ya sea inducida por las vacunas o por las infecciones naturales, el SARS-CoV-2 llegó para quedarse, sigue cambiando y mutando, y sigue enfermando y matando. Hoy en día la COVID-19 cobra una vida cada tres minutos y miles de personas de todo el mundo luchan por su vida en unidades de cuidados intensivos, mientras millones sufren los efectos debilitantes postCovid.
En ese sentido es que la OMS llama a la reflexión y a la acción, pues las cicatrices que nos han quedado deben servir de permanente recuerdo sobre el riesgo que representa el SARS-CoV-2 y de las devastadoras consecuencias de este y otros nuevos virus que puedan emerger.
Sí, la emergencia terminó, pero la amenaza sigue presente. Lo que la noticia del fin de la emergencia significa, es que “ha llegado el momento de que los países pasen del modo de emergencia a la gestión del COVID-19 junto con otras enfermedades infecciosas”.
A modo de alerta preventiva, concluyo citando lo dicho recientemente por el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus: Lo peor que cualquier país puede hacer ahora es usar la noticia del fin de la emergencia mundial como una razón para bajar la guardia, desmantelar los sistemas que ha construido o enviar el mensaje a su gente de que la COVID-19 ya no es motivo de preocupación.