Corría el año de 1993 cuando la Asamblea General de la ONU proclamó el 3 de mayo como el Día Mundial de la Libertad de Prensa.
Desde entonces, cada 3 de mayo brinda la oportunidad de recordarle a los gobiernos que es necesario respetar la libertad de expresión, para concienciar sobre la relevancia de la libertad de prensa y para reflexionar al respecto.
Es en ese marco de conciencia reflexiva que resulta pertinente defender a los medios de comunicación de los atentados contra su independencia, rendir homenaje a los periodistas que han perdido la vida en el cumplimiento de su deber y, por supuesto, evaluar la situación de la libertad de prensa en el mundo; situación que, en el caso de México, va de mal en peor.
Según la Clasificación Mundial de Libertad de Prensa 2022 publicada por la organización Reporteros sin Fronteras (RSF), México se mantiene como el país más peligroso y mortífero del mundo para los periodistas. “Año tras año, México sigue siendo uno de los países más peligrosos y letales del mundo para los medios de comunicación”.
Al respecto, RSF señala que el contexto político actual es uno de los principales detonadores de la embestida contra la libertad de prensa, refiriendo que el presidente Andrés Manuel López Obrador y otras figuras destacadas del Estado han adoptado una retórica tan violenta como estigmatizante contra los periodistas; retórica que, aunada a la falta de interés por emprender las reformas necesarias para frenar la espiral de violencia contra la prensa, ha provocado el incremento agresiones, ataques y homicidios en contra de periodistas, comunicadores y medios de comunicación.
Así, la vigésima edición de la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa, que evalúa las condiciones en las que se ejerce el periodismo en 180 países y territorios del mundo, pone de manifiesto los efectos desastrosos de las condiciones en las que se ejerce el periodismo en México.
Por su parte, Article 19, oficina para México y Centroamérica, advierte que la situación es muy alarmante dado que existen cuestiones sistemáticas y estructurales que generan la violencia contra la prensa como lo es la censura sutil a través de la publicidad oficial, la precariedad en la que muchos periodistas ejercen la labor y, por supuesto, la impunidad prevaleciente en los casos de crímenes contra la prensa (casi el 99 %) que, a su vez, aumenta las condiciones de permisividad para que a la prensa se le siga agrediendo.
El caso es que han pasado 30 años desde que la ONU institucionalizó la libertad de prensa como factor clave para disfrutar de todos los demás derechos humanos, y si bien ha habido avances sustanciales hacia la consecución de la libertad de expresión y una prensa libre en todo el mundo, hay países en los que la prensa es cada vez menos libre, como sucede en México.
A modo de reflexión concientizadora, concluyo citando lo dicho por el filósofo, escritor y periodista francés, Albert Camus: Una prensa libre puede, por supuesto, ser buena o mala, pero, sin duda, sin libertad, la prensa nunca será más que mala.
Aída María Holguín Baeza
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