*El gran calumniador quedó aturdido
Se tragó el sapo, inusual en un hombre de soberbia exacerbada como él. Los comunicadores del “conservadurismo”, entre los que orgullosamente me cuento por que ahí nos puso a los críticos a su autoritarismo populista, esperábamos una cascada de injurias contra la Corte, contra su valiente presidenta y contra los ocho ministros que hicieron valer la Constitución al frenar su empeño de completar la militarización del país.
Sin embargo hizo gestos, no pudo evitar el pataleo: “Ocho ministros de la Suprema Corte, con excepción de tres, actuaron de manera facciosa –dijo- y no con criterio jurídico sino político, defendiendo las antiguas prácticas del régimen autoritario y corrupto”. Después hizo una superficial invocación a Felipe Calderón y García Luna e informó que la Guardia Nacional seguirá con mando militar y que propondrá una nueva iniciativa para militarizarla, como último acto de su gestión.
Para un presidente que por menos administra impunemente cualquier cantidad de insultos a sus adversarios, eso de facciosos que defienden al viejo régimen corrupto podría ser considerado un desliz impropio, si pensamos que la “ofensa” de frenar la militarización total del país fue mayor a diferendos anteriores, tras los cuales puso a los ministros entre “la mafia del poder”, los llamó corruptos, vendidos a la oligarquía. Entonces desglosó completa su tarjeta de injurias, hoy apretó los dientes.
En el fondo sabe que recibió un golpe que dejó trastabillando sus aspiraciones continuistas, pues sus peores temores se hicieron realidad; el empoderamiento de una Corte autónoma y comprometida con el país que tanto se afanó en secuestrar. ¿Impulso continuista? Desde luego, ahora existe confianza entre los ministros no alineados en cumplir con su deber, generan fundadas esperanzas en las próximas controversias a resolver y el siguiente gran tema en el llamado Plan B.
Podemos ir dándolo por cancelado, ya sea que la Corte decide votarlo hasta que lleguen, o pasen, las fechas electorales, en cuyo caso permanecería vigente el veto del ministro Javier Laynez, o lo sometan al Pleno en tiempo para ser aplicado al proceso próximo y los ocho magistrados desechen el plan de manera definitiva. En cualquier caso da lo mismo, frustra el intento de socavar al órgano que proporciona certeza electoral.
Es la primera vez que, tras una gran derrota, López Obrador queda en silencio. Quizás su excepcional indisposición al insulto tenga que ver con que las últimas semanas han sido fatales para su interés, también lo zarandeó el poderoso Imperio. Finalmente lo están alcanzando los fantasmas del demencial abrazos y no balazos, pues la Casa Blanca puso entre sus objetivos prioritarios al clan de los “chapitos”, organización criminal con la que, según los hechos y diversos especialistas, tiene un pacto inconfesable.
Quiso jugar al mismo nivel de China y los Estados Unidos, con el tema del sensible fentanilo, y quedó atrapado en su insensatez y las dos superpotencias. Ahora tiene que combatir al clan protegido y tragarse la ofensa de que lleguen más agentes de la DEA y lo hagan por nosotros. La crisis del fentanilo llegó a su límite, lo que no hizo el gobierno por iniciativa propia, lo hará obligado por los Estados Unidos.Quedan los apuntes, para los que dicen que los mexicanos libres van contra un presidente invencible. Tranquilos, los tiempos de bajada ya llegaron y la pendiente será mayor en la medida que se aproximen las fechas electorales.