Pareciera ociosa la pregunta, es obvio que para enfrentar una elección es imprescindible contar con un buen candidato, más allá si luego resulta un mal gobernante.
Conforme se acercan las elecciones presidenciales aparecen más datos de que, como en el 2000, 2006, 2012 y 2018, la próxima presidencial será nuevamente una elección referendista, en la que los electores votarán a favor o en contra de la continuidad del partido del presidente.
El país está polarizado y en 2024 se resolverá quien tiene la mitad “mayor”; la polarización no es solamente en la división de opiniones, sino en el grado de belicosidad -creciente- que se da entre unos y otros ciudadanos pertenecientes a los dos grandes bloques político-electorales.
En todas las encuestas los candidatos de Morena tienen ventaja.
Y como el presidente está absolutamente inmerso en las elecciones los lapsus, o las menciones que hace de los “presidenciables” son frecuentes.
Los morenistas podrán estar razonablemente optimistas pues las últimas encuestas, en especial las de los 3 de los 4 periódicos con mayor circulación en el país, los mostraron adelante en las preferencias electorales.
Pero todavía faltan las elecciones del EdoMex. Ahí será una reñidísima competencia. De mantenerse las tendencias actuales, el triunfo de Morena en esa importantísima entidad, se habrá esfumado y afectarán seriamente los resultados de la presidencial.
Así, la encuesta de febrero de El Universal arrojó que el aspirante presidencial más conocido es Marcelo Ebrard (66%), por encima de Claudia Sheinbaum (57), la segunda de Morena, pero ésta por debajo de Miguel Mancera que obtiene -un sorprendente, para el escribiente- segundo lugar general (62) y también por detrás de Luis Colosio (59).
A la pregunta de ¿Quién prefiere que sea el candidato(a) del PAN-PRI-PRD para la elección de Presidente de la República?, el 16% respondió que Mancera; el 11 por la priista Beatriz Paredes, por 8 de los panistas Lily Téllez y Santiago Creel; luego los priistas Claudia Ruiz Massieu (7%) y Enrique de la Madrid (5).
A su vez, ante la pregunta sobre los candidatos de Morena, la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, adelanta (30%) a los demás aspirantes; en segundo lugar Marcelo Ebrard (21), Ricardo Monreal (9) y Gerardo Fernández Noroña (8).
Ante la pregunta de por qué partido, o bloque partidista votaría, Morena y aliados aventajan con más de 20 puntos al bloque de oposición.
En el mismo sentido, El Financiero publicó a principios de mes una encuesta levantada en febrero sobre los presidenciables.
En ella, la ventaja del bloque oficial es menor a la de El Universal de las mismas fechas, es de 13 puntos, en contrapartida a la del otro matutino, de 21 puntos.
Morena y aliados alcanzan 50% de las preferencias, por 37 de sus adversarios. Morena (45), Verde (2) y PT (3). A su vez, PAN (18), PRI (14) y PRD (5).
En estos escenarios, y no solo por las encuestas, sino también por los resultados de las elecciones del 2021, así como los acontecimientos trágicos de la CdMx, adquieren mayor importancia los resultados -ahora- de las encuestas y de las elecciones después, de la capital del país y de su zona conurbada.
Reforma publicó la semana pasada su encuesta rumbo a las elecciones de Jefe de Gobierno de la CdMx, en ella Morena -con cualquier candidato que postulara- obtiene una ventaja de 12 puntos o más sobre la oposición.
No son los resultados obtenidos por Massive Caller, empresa que reporta prácticamente un empate en las preferencias, pues el bloque oficial tiene el 39.6% de las preferencias, por el 38.2 de la oposición y un bajo 3.2% de MC.
Estamos frente a un extraordinario fenómeno, pues en tanto casi todos los indicadores señalan una deficiente administración, de la dirigida por López Obrador, en la mayoría del quehacer gubernamental, el tabasqueño alcanza sorprendentes calificaciones ya que solo tres de cada diez ciudadanos (34%) cree que México va por mal o muy mal camino; el nivel de insatisfacción con su trabajo es bajísimo: 22%; la mayoría (46%) cree que López Obrador tiene ideas “modernas” y una abrumadora mayoría (68%) piensa que el presidente representa “un cambio”, además de que siete de cada diez mexicanos (73%) piensan que AMLO es “honesto” y solo el 19% lo considera “corrupto”. (Encuesta de El Universal, 28/02/23, https://www.eluniversal.com.mx/nacion/encuesta-amlo-mantiene-aprobacion-sin-sobresaltos).
Frente a ese fenómeno solo hay una explicación: El inmenso hartazgo ciudadano por la descomunal corrupción del viejo régimen, y no solo de la era de Peña Nieto y su “nuevo PRI”, el de los gobernadores que lo acompañaron, sino también el de la docena panista.
Ese es el reto de la oposición: Demostrar -y hacerse cargo de su pasado- que pueden hacer mejor las cosas que cuando tuvieron en sus manos las responsabilidades mayores.
No la tienen fácil.
*Columna de Plata-APCJ: 2008, 2015, 2017 y 2022
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