*En Texas también llego el avivamiento
Miles de personas siguen llegando a la capilla de la Universidad de Asbury para unirse en adoración, oración y confesión. Los participantes hablan de un “avivamiento” y esperan que marque la vida espiritual de una nueva generación.
Protestante Digital
Hace ocho días, parecía una jornada habitual en la Universidad de Asbury, en Kentucky, Estados Unidos. Como cada mañana de miércoles, la capilla acogía el culto semanal. Esa reunión, sin embargo, no terminó en su hora planeada. De hecho, todavía no ha terminado cuando escribimos estas líneas.
Desde entonces, miles de personas se han acercado hasta la capilla de Asbury para participar en lo que muchos están definiendo como un “avivamiento”. En tiempos de redes sociales, pronto se ha convertido en uno de los temas más comentados entre cristianos que siguen con curiosidad, y también con emoción, lo que está ocurriendo en esta universidad (se puede seguir la tendencia # AsburyRevival en Twitter o Instagram).
En la universidad recuerdan que, en 1970, hubo también un movimiento espiritual que marcó a una generación. Algo más de cincuenta años después, otra vez miles de personas, la mayoría jóvenes, se congregan para adorar, orar, compartir la Palabra, animarse unos a otros con testimonios y “llenarse de la presencia de Dios”.
El culto que no termina ha estado marcado por la sencillez. Música suave, orden, sin figuras destacadas ni estridencias. Los que asisten, transmiten la sensación de estar “viviendo algo sagrado”.
Cómo comenzó
El miércoles por la mañana tomó la palabra uno de los pastores, Zach Meerkreebs, para exponer sobre Romanos 12:9-21, un sermón de unos 25 minutos que se puede volver a ver en YouTube en los que se centró en el llamado al amor que expone el apóstol Pablo. El predicador invitaba a los presentes a reconsiderar el amor, una palabra tan manoseada en la cultura actual, para recuperar su sentido bíblico, que implica mucho más que una emoción.
Durante la enseñanza, enfatizó la necesidad de que el Espíritu Santo sea quien produzca este fruto en el creyente. “Nos sentimos hipócritas, nos sentimos dolidos al darnos cuenta que no damos la talla. Espíritu Santo, muévete, sánanos, muéstranos tu verdadero amor”, oraba Meerkrebs.
“No puedes amar hasta que eres amado por Jesús. Deja de esforzarte o de llevar esta carga. Tú has sido amado. Descansa en Jesús para ser amado y que de esta forma puedas amar a otros”, decía el pastor. “En la medida que experimentes el amor de Dios, podrás perdonar y amar a otros. Necesitamos este amor en este país, Jesús, reavívanos por tu amor”.
Oración, lágrimas, gozo y comunión
Tras terminar el sermón, muchos siguieron cantando, orando. Profesores y estudiantes comenzaron a sentir “que ocurría algo especial”. Así lo cuenta una estudiante, Alexandra Presta.
“He estado en el Auditorio Hughes durante casi doce horas. Me rodean compañeros, profesores, líderes de iglesias locales y estudiantes de seminario, todos ellos orando, adorando y alabando a Dios juntos. Las voces están sonando. La gente se inclina ante el altar, con los brazos extendidos. Un par de amigas se dan un abrazo, una con lágrimas en los ojos. Un grupo diverso de personas se agolpa en el piano y cambia sin problemas de una canción a otra”, explica en su primera crónica, publicada hace una semana.
“Nadie esperaba que esto sucediera. No en un miércoles al azar seguro. Sin embargo, nos sentamos y cantamos sobre el amor de Dios que se derrama y su bondad”, explica.
“Ha habido momentos de testimonio, lectura de las Escrituras y oración, en privado y en público, lo que sea que el Espíritu haya querido hacer. Diferentes líderes, como el orador de la capilla, Zach Meerkreebs, y el pastor del campus, Greg Haseloff, trabajaron para que el día transcurriera mientras Dios lo dispusiera”.
“Esta experiencia es un verdadero testimonio para mostrar el tiempo de Dios. Él sabía cuándo nosotros, como cuerpo estudiantil y como comunidad, necesitábamos un día como hoy. Confesar, reconciliar, sanar y dejar que oren por nosotros: Él sabía lo que teníamos que hacer y nos ayudó a hacerlo. Él todavía está presente incluso mientras escribo estas palabras; Honestamente, es difícil describir todo lo que siento”, exponía.
Una ola de visitas e impacto mediático
La información corre con velocidad, y en este caso no iba a ser la excepción. A través de las redes sociales, los jóvenes comenzaron a contar lo que estaban viviendo. El día siguiente comenzaron a llegar estudiantes de otras ciudades para unirse. Cada día, desde entonces, han ido llegando más y más personas a Asbury.
El tema no ha pasado desapercibido tampoco en los medios de comunicación, que desde el sábado informan de lo que está ocurriendo en Asbury.
A pesar de la afluencia masiva, los participantes explican que todo transcurre con paz y emoción.