Tal y como lo refiere la ONU, la educación es un derecho humano, un bien público y una responsabilidad colectiva. Tratándose pues de un derecho humano, un bien público y una responsabilidad colectiva, la educación no es un asunto menor sino uno de capital importancia, y como tal debe ser entendido y atendido. Esto, en el entendido de que, como bien lo señala Raúl Pérez de los Santos, profesor e investigador venezolano, es la educación la que, a través de las condiciones necesarias, proporciona la posibilidad de seguir desarrollándonos.
El meollo del asunto radica en que, tal y como lo enfatiza el investigador ya citado, solamente “a través de las condiciones necesarias” es que la educación podrá propiciar plenamente el desarrollo social y humano. De ahí la necesidad de asumir la educación con un enfoque integral y transversal y, ahora, con una perspectiva de aplicabilidad inmediata dado que, como acertadamente lo advierte la UNIMINUTO, la educación puede propiciar la permanencia del statu quo o la transformación social; por consiguiente, no debe caber ninguna duda de que, si se quiere un mejor ser humano y una mejor sociedad, necesitamos una mejor educación.
Por eso y muchas cosas más es que, en el marco del Día Internacional de la Educación, resulta imprescindible reflexionar y reconocer la importancia de la educación como elemento clave e indispensable para el desarrollo social y humano. Tan clave e indispensable es, que el artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos consagra la educación como un derecho fundamental e inalienable, inherente a todas las personas que, por ende, debe ser garantizado con calidad, gratuidad -al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental-, pertinencia, igualdad y universalidad.
Es pues la obligación de los estados -al menos la de los estados miembros de la ONU- garantizar la educación bajo esos términos. Y aunque dicho con otras palabras, es precisamente a lo que se refiere el lema bajo el cual se celebra este año el Día Internacional de la Educación: Invertir en las personas, priorizar la educación. Lema que, sin duda alguna, expresa clara y contundentemente lo que se requiere inmediata y urgentemente, según las Naciones Unidas, para acelerar el progreso hacia todos los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible en un contexto de recesión mundial, desigualdades crecientes y crisis climática.
Queda claro pues que priorizar la educación implica invertir en personas; es decir, invertir en la educación de todas las personas para, con ello, contribuir al desarrollo sostenible integral (el progreso del mundo depende casi por completo de la educación, diría Jorge Eastman).
A modo de resumen, finalizo citando lo dicho alguna vez, respectivamente, por el científico, inventor y diplomático estadounidense, Benjamín Franklin, y por el estadista, escritor, orador parlamentario y pensador político, Edmund Burke: “La inversión en educación paga el mejor interés”, y “si creen que la educación es cara, prueben con la ignorancia”.