Reflexión semanal
Según dicen, la vida es así: naces, creces, te reproducen y mueres. A esto le llamo el viaje de la vida. Cada etapa es una estación. Hay quienes piensan que serán dichosos en el viaje de la vida cuando cierta cosa ocurra: Cumplir la mayoría de edad. Terminar una carrera. Comprar un auto. Casarse. Jubilarse, etc. Tarde o temprano comprenden que en el viaje de la vida no existe tal estación mientras estemos vivos; no hay un sitio al que llegar de una vez para siempre aquí en la tierra, hay que seguir a la siguiente estación. El verdadero gozo de la vida está en el viaje. La estación es solo un sueño, pronto nos alejamos de ella, muy pronto quedará atrás. Cada época, cada etapa, cada vivencia, cada momento de la vida es una estación. Disfrutemos la estancia momentánea en cada una de ellas. “Disfrutar el momento” es un buen lema, sobre todo si lo complementas con el Salmo 118:24 “Este es el día que ha creado el Señor; regocijémonos en él” No te arrepientas de las paradas que dejaste atrás, mira hacia adelante, dice en Filipenses 3:13 “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante” Deja ya de recorrer los pasillos y contar los kilómetros como un niño ansioso pregunta durante el viaje a papá “ya llegamos” “falta mucho” ¡Vamos, disfruta el viaje de la vida. Disfruta a la estación que llegas. Disfruta cada parada! Sal a caminar, sube al cerro, toma helado, camina descalzo con más frecuencia, camina bajo la lluvia, pisa las hojas secas de los árboles y disfruta bajo tus pies esa sensación, disfruta más y quéjate menos, sal al campo, contempla más atardeceres, ríe más, llora menos. Ve una buena película, escucha buena música, abraza más, escribe o llama más a los que amas. Relájate mientras llegas a la próxima parada a la siguiente estación. Es preciso vivir la vida en pleno viaje. La estación final llega demasiado pronto, a veces más pronto de lo deseado. Ayuda a los demás. Sonríe y has sonreír a otros. Abraza más a quienes amas. Juega más que el año pasado. Sueña más mientras estás despierto.
En el viaje de la vida, no le ruegues nadie que se suba. Se subirá en alguna estación quien se tenga que subir, bajará quien se tenga que bajar, y a algunos solo los miraras atreves de la venta seguramente esperando otro tren. Algunos subirán al tren solo para dar un simple paseo y habrá quienes te acompañen hasta la última estación. Pero que al final del viaje en la última estación puedas decir con tranquilidad, y porque no, con felicidad: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida” (2 Timoteo 4:7-8) O como dijera Amado Nervo en su poema en paz “Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo vida, porque nunca me diste ni esperanza fallida ni trabajos injustos ni pena inmerecida…Amé, fui amado, el sol acaricio mi faz. ¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!”
Estimado lector, crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo.