Como bien lo señala el INAH, la festividad de muertos para los mexicanos tiene una gran trascendencia por el fuerte simbolismo que la acompaña.
Tal es la trascendencia de esta manifestación cultural mexicana, que en el 2003 la UNESCO la definió como una expresión tradicional integradora, representativa y comunitaria digna de reconocimiento mundial y la proclamó como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad, motivo por el cual en el 2008 la incorporó a la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Y es en torno a ese reconocimiento mundial que resulta necesario saber que, de acuerdo con el ya citado organismo, patrimonio cultural inmaterial (PCI) o “patrimonio vivo” se refiere a aquellas prácticas, expresiones, saberes o técnicas transmitidos por las comunidades de generación en generación, y que las obras maestras proclamadas como tales son -sin duda alguna- representativas de la riqueza de este patrimonio e ilustran la diversidad cultural y la creatividad humana.
Sabiendo eso, queda claro porqué el Día de Muertos o las fiestas indígenas dedicadas a los muertos (como está inscrito en la Lista Representativa del PCI) es considerado un patrimonio vivo -motivo de orgullo- que debemos valorar, preservar y legar a las futuras generaciones. Y es que como bien lo dijo Steve Berry, un esfuerzo concertado para preservar nuestro patrimonio es un vínculo vital para nuestros legados culturales, educativos, estéticos, inspiradores y económicos, todas las cosas que, literalmente, nos hacen ser quienes somos (o dicho de manera más breve, con palabras de la UNESCO, preservar el patrimonio cultural, define la identidad nacional de un país).
En ese contexto es que se entiende por qué la UNESCO implementó un “Registro de Buenas Prácticas de Salvaguardia” (RBPS) que permite que sus Estados miembros, las comunidades y otras partes interesadas compartir experiencias satisfactorias (programas, proyectos y actividades) de salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial. Registro en el que, por cierto, hasta la fecha no existe nada respecto al Día de Muertos; es decir, si bien el Comité Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial no ha emitido alguna recomendación de medidas urgentes para su salvaguardia, tampoco existe (al menos no en el RBPS) registro de algún plan o programa para protegerlo de un posible riesgo de no continuidad o no conservación.
El asunto es que el Día de Muertos es una expresión tradicional integradora, representativa, comunitaria y popular que los pueblos indígenas de México han podido, querido, sabido y logrado transmitir de generación en generación. Es pues un legado ancestral que, aunque no está en una situación de riesgo, merece y necesita ser preservado para las próximas generaciones.
A modo de recordatorio y reflexión final, en esta ocasión finalizo citando lo claramente precisado por la UNESCO: El patrimonio es nuestro legado del pasado, con lo que vivimos hoy y lo que transmitimos a las generaciones futuras.
Aída María Holguín Baeza
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