Nadie me lo ha preguntado, pero si alguien lo hiciera, le respondería que muy contento. Afable lector, querida lectora, a santo de qué, podrían preguntarse ustedes, ando contento; y yo les respondería: porque la implementación de la reforma laboral en Chihuahua está en marcha y va muy bien.
En el primer examen, celebrado el fin de semana pasado, de 244 participantes —“parsitipantes”, solía decir Luis Abraham; “participantes”, corregía yo; “por eso: parsitipantes”—, pasaron solamente 16 (15 en la categoría de jueces y secretarios; y una sola persona de actuario o defensor).
¡Ah qué descanso del alma y del cuerpo! Para todos los que le apostaban (dentro y fuera del Poder Judicial) a un fracaso o a “más de lo mismo”, la verdad es que se quedaron con un palmo de narices; no hubo filtraciones, no hubo nombramientos a modo, no hubo “llamadas misteriosas” (ni chocarreras), nada de nada; un examen tal cual, como debieran de ser todos los exámenes (¿quién no ha sudado a la espera de presentar uno o de recibir los resultados?).
No obstante, esa situación nos pone en una encrucijada, ¿qué sigue? ¿Qué hacer? Muy simple, se expide otra convocatoria, idéntica a la primera, excepto en un solo punto: no hay calificación mínima; la idea es que los resultados se ordenen de mayor a menor y punto. Y aquellos que pasaron este primer examen continúan con el resto del proceso hasta su culminación sin mayor novedad. La idea de una convocatoria ulterior al siguiente examen, es que si alguno de estos últimos no acredita esta segunda etapa, pueda participar de nueva cuenta (como todos los demás que no acreditaron).
Se dice —nunca faltan los hocicones—, que “Radio pasillo” desalentó a los mediocres. El infundio de que ya estaba hecha la selección, de que los puestos ya estaban asignados de antemano, corrió como reguero de pólvora y los resultados están a la vista. Nada más falso, como se puede ver.
En esta nueva etapa, marcada por esta segunda convocatoria, el mensaje no puede ser más sencillo ni simple para todos los interesados: estudien. Todavía se puede. Desde el inicio, yo intuía que había dos grandes grupos de sustentantes claramente diferenciados: las “fieras” de laboral, que lo saben todo —sustantivo (individual y colectivo) y adjetivo—, cuyo punto débil podría ser la parte teórica en materia de derechos humanos o argumentación jurídica, por ejemplo; y aquellos otros más jóvenes, versados en estas últimas disciplinas, con nociones apenas esbozadas en materia laboral; cada grupo contaba, según yo, con fortalezas y debilidades.
La numeralia del ejercicio realizado el pasado sábado nos deja con varios indicadores ilustrativos: por un reactivo, habrían pasado a la siguiente etapa 12 sustentantes más; por medio punto (0.5), habrían pasado 84; de los 16, la mitad son mujeres y la otra, varones. Lo que sigue es que, quien verdaderamente tenga interés, no se desaliente; inscríbanse de nuevo, empiecen a juntar sus papeles desde ya (más de 200 que podrían haberse inscrito no lo hicieron), estudien rabiosamente sus puntos débiles y que Dios los bendiga.
Por lo pronto, aquí están los siguientes datos tentativos:
- El próximo 28 de septiembre se publicará la nueva convocatoria;
- La inscripción deberá realizarse del 3 al 7 de octubre;
- El examen general de conocimientos (100 reactivos de opción múltiple) se celebrará el 15 de octubre y el teórico-práctico (30 reactivos de opción múltiple) el 22;
- La entrevista se realizará el 27 de octubre, y
- El 29 del mismo mes se hará la selección de jueces y la lista de habilitación.
De ahí, se arranca con un curso de formación; concluido el cual, le sigue un internado en una Entidad federativa que, hoy por hoy, cuenta con los mejores resultados en materia de justicia laboral.
La otra buena noticia es que en esta materia, sin sombra de duda y como debe de ser, quienes tengan más saliva van a tragar más pinole.
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Luis Villegas Montes.