Titulo esta reflexión como me gustaría que se llamara mi editorial, pero no puedo porque es el título de una columna que apareció por primera en el periódico El Sol del Centro en 1956,[1] así que me amuelo. La razón de ese impulso obedece a que, contrario a mi proceder habitual, pretendo reflexionar sobre dos o tres cosas que no guardan relación entre sí.
La primera, la más importante, es agradecer desde lo más profundo de mi ser (oscuro y rechoncho), las muestras de cariño que me manifestaron con motivo de mi cumpleaños. Gracias de todo corazón, no tuve palabras (literalmente no tuve), para agradecer la infinita cantidad de mensajes. Los leí, los guardo conmigo, los llevo aquí, caldeándome el alma.
La segunda, es esa joya de elocuencia de la que hizo alarde días atrás el Diputado Gustavo de la Rosa (¡ah, cómo me he reído!). Resulta que esta especie de Santaclós, región 4 y de izquierdas, subió a la tribuna del Congreso del Estado, en su carácter de presidente de la Comisión de Derechos Humanos y Atención a Grupos Vulnerables, para presentar un posicionamiento que aludía, entre otras cosas y según su dicho, a la anticonstitucional elección de quien esto escribe como integrante del Consejo de la Judicatura.
Con la tranquilidad que le da saberse legalmente irresponsable e inmune, el Diputado afirmó, orondo y senil como es, que el suscrito pretendo extorsionar a una Jueza para que deje vacante la titularidad del Juzgado que ocupa.
Agregó, además, que entre otros, ese “hecho” es resultado de la aprobación de una reforma constitucional que autoriza a un triunvirato a nombrar magistrados y que “cual cereza del pastel”, se le dé hospedaje a César Duarte en un hospital hotel. Todo lo cual, continúa, ha ocurrido en el transcurso de los últimos dos meses y, agrega preciso, “del presente año”.
Señala asimismo que desea hacer énfasis en el caso de la Jueza y el maltrato a la ciudadanía, a través del Comité de Participación Ciudadana; y que todos esos actos le parecen una auténtica barbaridad. Barbaridad que —resalta— “viene desde la cultura griega”. ¡Mocos! El Diputado se fue grande (AMLO le echa la culpa a Calderón de todo lo malo que pasa en México, pero de la Rosa rastreó, aunque no dice cómo, la culpabilidad de lo que ocurre en Chihuahua hasta los griegos); aunque luego matiza pues, de los griegos, pasa a los “regímenes dictatoriales emergentes de las tiranías militares sudamericanas de la década de los 70 y 80”. A renglón seguido, rotundo, el Diputado me acusa de “tratar de iniciar una purga de jueces” a la manera de Iván el Terrible o Stalin (le juro, Diputado, por mi mamacita santa, que yo no he purgado a nadie nunca… ni a mí, carambas). Finalmente, culminó su enjundiosa participación con una glosa respecto de los derechos y los méritos de la Jueza, así como sobre la inamovilidad judicial.
Su pieza oratoria es basura y debería sentirse avergonzado de lo mediocre de sus pseudorazonamientos; hacerle notar los yerros de contenido, forma y estilo, rebasa, por mucho, estos párrafos.
Abreviemos, cuando quieras y donde quieras, te reto, Diputado, a debatir tus sandeces. Es más, ve acompañado, hay por ahí otro tarado, compañero de bancada tuyo, abogado, e igual de hocicón e imbécil que tú, que podría servirte de sayo (el único problema es que no habrá modo de distinguir entre don Quijote, Sancho Panza y Rocinante, pero ese es problema de ustedes dos).
Como sea, la única condición es que sea un debate público, sin tablets, ni celulares, ni asesores, ni chícharos en la oreja, ni tarjetas, ni apuntes escritos; y si van los dos, que el tiempo sea equitativo, para los tres, es decir, 50% de tiempo para ustedes dos (conato de jauría) y 50% para mí.
Acepta, majadero, si tienes vergüenza y pantalones y decides no escudarse en tu inmunidad parlamentaria. Es más, te regalo un punto, patán: explica cómo sin pruebas de ninguna índole, el presidente de la Comisión de Derechos Humanos y Atención a Grupos Vulnerables, decide lincharme sin respetar las mínimas garantías procesales, en especial, el debido proceso y mi derecho a la defensa.
No tienes cómo infeliz, salir bien librado de tan penoso trance. Espero tu cabal respuesta, cobarde ignorante.
Culmino con otra idea: con esta reflexión termino este mes, nos vemos en agosto. Y a todos, a todos quienes hicieron delicioso y entrañable y magnífico y memorable este mes de julio, gracias de nuevo, de verdad, no saben cómo y de cuántas maneras me han hecho feliz. Que Dios los bendiga,
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Luis Villegas Montes.
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[1] Visible en el sitio: https://sic.cultura.gob.mx/ficha.php?table=fondo_editorial&table_id=3405 Consultado el 08 de julio de 2022, a las 19.00 hrs.