En vísperas del Año Nuevo y, por ende, de un año nuevo que comenzará a transcurrir, resulta obligatorio hacer una pausa para reflexionar y, luego, pasar a la acción.
Dicho con las palabras de Nacho Cano, en los momentos previos a la llegada de un año más es imprescindible que nos detengamos para hacer un balance de lo bueno y lo malo. El meollo del asunto es que, ese balance, no debe hacerse solamente como una simple forma de aceptar que ya pasó un año más, sino como un necesario acto de reflexión seria y profunda en torno a lo que ocurrió y no ocurrió (y sus respectivos porqués) durante el año que está a punto de finalizar; reflexión que, al final de cuentas, nos debe llevar a actuar en consecuencia en el futuro próximo.
Entonces, de acuerdo con David Cameron, estamos en una época que nos da la oportunidad de hacer una pausa y reflexionar sobre las cosas importantes que nos rodean, un momento en el que podemos mirar hacia atrás en el año que ha pasado y prepararnos para el próximo año. Es decir, estamos en uno de esos momentos idóneos para hacer el análisis retrospectivo y prospectivo imprescindible para tomar mejores decisiones tanto individuales como colectivas.
Es en ese mismo sentido, Peggy Toney Horton concibe cada año nuevo como un libro que tenemos ante nosotros, y ese libro contiene 365 páginas en blanco que debemos llenar con todas las cosas importantes que no hicimos -o hicimos a medias- el año pasado.
Con esas reflexiones como marco referencial es que lo dicho por Craig D. Lounsbrough, en el sentido de que cualquier nuevo comienzo se forja a partir de los fragmentos del pasado y no del abandono del pasado, adquiere mayor relevancia y valor en vísperas del año nuevo; especialmente, porque el nivel de prosperidad que alcancemos en el 2022 dependerá -en gran medida- de cómo usemos y aprovechemos los fragmentos del pasado. Y es que como bien lo dijo Torron-Lee Dewar, ahora no hay que preocuparnos si tuvimos dificultades para adaptarnos del 2020 a 2021 porque -en definitiva- el 2021 trajo nuevos conocimientos que ahora podemos -y debemos- usar y aprovechar en pro del bien común.
Por todo eso -y muchas cosas más- también cabe referir una reflexión de Ehsan Sehgal: Las últimas horas, minutos y segundos para que el año viejo desaparezca para comenzar un año nuevo; solo puede ser beneficioso y fructífero cuando cada uno de nosotros también cambia y comienza una nueva y justa actitud y carácter que respete a la humanidad y elimine todo tipo de distinciones para convertirnos en un planeta igualitario y pacífico. De hecho, nos merecemos un Feliz Año Nuevo, en esa dirección.
En esta ocasión, finalizo citando lo dicho alguna vez por la periodista estadounidense, Ellen Goodman: Pasamos el 1 de enero recorriendo nuestras vidas habitación por habitación, elaborando una lista de trabajo por hacer y grietas por reparar. Quizás este año, para equilibrar la lista, deberíamos caminar por las habitaciones de nuestras vidas… no buscando fallas, sino potenciales.
Aída María Holguín Baeza
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