Reflexión semana Desde niños hemos escuchado historias y leyendas, hemos visto películas, entonado cantos y practicado tradiciones respecto de la Navidad. Pero creo que ninguna tan maravillosa como cuando aparecieron ángeles para contar a los pastores que estaban en la llanura durante la noche cuidando su rebaño, la maravillosa historia de Dios que se hizo carne. ¡Y que bien contaron la historia con gozo y alegría singular que ellos conocen, que los pastores quedaron maravillados!
Cantaron, “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” (Lc. 2:14) Me parece que cuando cantaban, sus ojos brillaban de alegría, y sus corazones ardían de amor llenos de gozo. Fue cántico breve, pero expresaban muy bien las verdades más grandiosas y esperanzadoras en tan breves palabras” “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres! Los ángeles cantaron algo que los pastores podían entender, algo que la humanidad debemos entender, algo que hará que los seres humanos seamos mejores si lo entendemos.
Ellos, los ángeles, seguramente habían estado presentes en muchas majestuosas y divinas ocasiones, y sin duda se habían unido en muchos solemnes coros de alabanza a su Creador. Pero esta vez, cuando vieron que Dios descendía de Su trono para convertirse en un bebé mecido en el pecho de una mujer, subieron sus notas más todavía; y remontándose a las máximas escalas de la música angelical, cantaron las notas más sublimes de alabanza, y entonaron, “¡Gloria a Dios en las alturas!” pues seguramente sentían que Dios no podía tener más bondad para el mundo. Así, dieron su más alta alabanza a Él, en el más majestuoso acto de Su amor.
La historia de la Navidad es mucho más que días feriados, hermosos regalos, una rica cena o el agradable ambiente alrededor del árbol. Es mucho más que emocionantes sentimientos producidos por el servicio religioso navideño. La Navidad es la historia de amor más hermosa y un hecho maravilloso planeado por Dios desde la eternidad. La encarnación del Hijo de Dios es el milagro más grande del que sólo podemos contemplar y participar con asombrada adoración y profunda gratitud, y unirnos al coro celestial con nuestra mejor adoración cantando a voz en pecho: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!
Paz y buena voluntad para con los hombres en la tierra, es la segunda línea de aquel cantico angelical anunciado aquella noche. Paz y buena voluntad porque Él quita todo pecado, dolor, enfermedad, tristeza, angustia, desesperación, amargura y temor del corazón del ser humano y nos brinda paz. Ese fue el anuncio del ángel “…Paz a vosotros…”
Estimado lector, mi deseo para usted y su amada familia es que, puedan descubrir la verdadera historia de la Navidad y decir confiadamente Emanuel, Dios está con nosotros
Termino la reflexión de hoy con estas líneas que en algún lugar leí hace ya tiempo, y dicho sea de paso, sea también nuestra oración: “Si cuando viniste a este mundo, No hubo lugar para ti, en aquel mesón, Y entre bestias y pajas naciste, Señor Yo te abro las puertas de mi corazón. Si todas las puertas te fueron cerradas, Ý nadie en el mundo la puerta te abrió, No importa que encuentres cerrado el mesón, las puertas de mi corazón abiertas están….”
Estimado lector, Crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo.